George Jurand, Paulette Brown, acompañados de amigos y agentes de SFPD, oran por Aubrey Abrakasa en la esquina de Grove y Baker, el pasado 14 de agosto, al cumplirse 7 años del asesinato de Abrakasa. Foto Francisco Barradas

George Jurand señaló hacia un mosaico de pósters, diciendo: “Hay muchos más”.

Hablaba de los boletines de homicidios que produce el Departamento de Policía de San Francisco (SFPD), los cuales muestran las fotos de las víctimas.

Durand es coordinador de Programas Comunitarios del Departamento del Sheriff. En su tiempo libre dirige el Círculo de Sanación para el Alma, un grupo de apoyo mutuo para los sobrevivientes de la violencia, familiares de quienes aparecen en dichas fotografías.

“Es un club en el que no quisieras estar; pero en el se debe estar”, comentó Elsa Casillas, madre de Alberto Casillas, asesinado en 2007.

Casillas atiende el Círculo de Sanación al menos desde 2009. “Hay mucha gente sufriendo, mentalmente, porque no tiene las conexiones. Conocemos a muchos padres que han perdido a sus hijos y que por eso han caído en drogas y alcohol; se aíslan, renuncian a sus trabajos y no pueden más”, describió.

El silencio
Las madres de los fallecidos los continúan cargando. En público, sostienen esos carteles que reportan sus muertes y el monto de la recompensa a pagar por obtener datos certeros que conduzcan a la detención de sus asesinos.
Teresa Zavala es una de ellas.

“A mi hijo le quitaron la vida un 26 de febrero de 2005. Acababa de cumplir 29 años. Era ingeniero, trabajaba para la NASA en Mountain View. El caso sigue sin resolverse. No hay testigos. Nadie que diga nada”.

Sucedió un sábado. Gabriel Zavala era padre de dos hijos.
“Perder un hijo de esa manera tan trágica, pienso yo, es el dolor más fuerte que puede existir”, dijo la madre de Gabriel, Teresa, quien agregó: “A veces, una como madre, cuando está expresando este sentimiento, necesita que la entiendan, que escuchen lo que una siente”.

Mencionó que SFPD le proporcionó números telefónicos “para que viera al doctor y recibiera terapia”. Sucedió esto en 2013. “Resulta que esos números ya ni siquiera existen”.

Alivio en el dolor
Para explicar cómo funciona el Círculo de Sanación, Jurand relató la experiencia de una madre cuyo hijo fue asesinado en Richmond: “Vino y no dijo nada; no la forzamos, porque hablar es voluntario”.

Cuando al fin la mujer se decidió a contar su caso, algo que le hizo revivir la pena, la pérdida y romper en llanto, Jurand preguntó a la asamblea: “¿Cuántos en esta habitación se han sentido de la misma manera o han pasado por algo así?” Al ver que todos se ponían de pie, la madre se sintió un poco más aliviada.

“Cuando un homicidio acontece, la mayoría de las familias no confía en nadie”, continuó Jurand. “Y mientras pasan por ese proceso de dolor, negación, de impacto y todo eso, lo siguiente es el aislamiento”. Los deudos no saben en quién confiar y al ignorar quién mató a sus hijos, se aíslan.

“El dolor no cambia, nunca se va. Tienes mejores días y días malos”, describió Elsa Casillas. “Los aniversarios o los cumpleaños, son los días más difíciles”, dijo. Han pasado seis años desde el homicidio de su hijo.

“A veces, es como si tuvieras que bloquear tu mente, enfocarte en tu vida y moverte”, continuó Casillas. “La manera en que sanas es hablando sobre lo que pasó. Hablando, hablando; dejando fluir tus sentimientos, llorando; dejando salir los recuerdos. Así eres más capaz de enfrentar lo que pasó, después de un tiempo”.

Este reporte es un proyecto de la Beca de Investigación Periodística sobre Salud del California Endowment, un programa de la Escuela de Periodismo Annenberg de USC.