Desde la bulliciosa estación de la calle 24 del BART, ya se puede escuchar la música: a poco más de cien metros de distancia, un DJ toca ‘Mambo Lupita’ en la esquina donde se ubica un estacionamiento al aire libre cercado, que alberga a más de una docena de vendedores ambulantes. Uno vende flores, otro sombreros de pescador y juguetes de peluche, otros, joyería.

Durante los últimos dos sábados, La Placita, ahora el único sitio autorizado por la ciudad para los vendedores ambulantes desplazados de la Misión, ha estado en auge, o al menos lo ha intentado. El ambiente animado es un cambio radical con respecto a meses anteriores, cuando sólo entre tres y cinco vendedores ambulantes ocupaban el espacioso lote.

“Es mucho mejor ahora”, opinó Javier Ortiz, quien vende flores. Dice que la música y el mayor número de vendedores hacen que el sitio sea más atractivo para los clientes: “Ahora viene mucha más gente. Es un ambiente diferente y es más hermoso”.

Juana Badillo dijo que sus ventas mejoraron después de que La Placita se convirtiera en el único sitio autorizado para que los vendedores ambulantes desplazados de la Misión, como ella, vendan mercancías en San Francisco, California. Foto: Erika Carlos

La Placita es uno de los dos sitios que se habilitaron después de que San Francisco emitiera una prohibición de venta ambulante a fines de noviembre, con la cual se pretende combatir la venta ilegal de artículos robados a lo largo de la calle Misión. Dicho veto desplazó a casi 140 vendedores autorizados de esa calle altamente transitada, lo que provocó que muchas y muchos de ellos pasaran de ganar varios cientos de dólares al día, a ganancias de un solo dígito en los nuevos sitios de venta.

A mediados de abril, sólo quedaba un puñado de vendedores en La Placita o El Tiangue, el otro sitio habilitado, que consistía en un espacio comercial al interior, ubicado en las calles Misión casi esquina con la calle 18, el cual cerró el pasado 21 de abril, marcando con ello una “gran reapertura” de La Placita, para ahora ser albergue de un grupo de unos veinte vendedores ambulantes más. Junto con Calle 24, la organización sin fines de lucro que administra el sitio, los vendedores ambulantes de la Misión ahora están haciendo todo lo posible para que su única alternativa de venta funcione.

“Veo potencial en este lugar”, dijo Sofía López, quien vende ropa y accesorios en La Placita desde diciembre. De no vender nada, López dijo que ahora gana entre $40 y $50 por día: “Creo que más adelante este lugar va a ser una bendición para muchos vendedores. Las cosas no suceden de la noche a la mañana».

Por su parte, Ana Hernández, otra vendedora que se mudó de El Tiangue a La Placita, no se mostró tan optimista: “Estoy aquí mientras tanto. En su primer sábado en La Placita, sus ventas mejoraron, aunque finalmente ganó menos de $100. Todavía prefiere su lugar original en la calle Misión, donde normalmente ganaba entre $300 y $400 dólares diarios. “Son las calles donde hay negocios… Si definitivamente no van a abrir [la calle Misión], tendremos que buscar otra calle”.

En opinión de su esposo, Rodrigo López, otro comerciante también recién llegado a La Placita, y presidente de la Asociación de Vendedores Ambulantes de la Misión: “No sé si [La Placita] funcionará o no, es demasiado pronto. Hará falta tiempo para que la gente nos conozca, sepa lo que hay aquí y pueda hacer negocios”.

Independientemente de si La Placita comienza a atraer más clientela o no, López dice que la mayoría de los vendedores ambulantes también esperan regresar a la bulliciosa pero conflictiva calle Misión: “Estamos acostumbrados a estar en la calle. [La Placita] puede funcionar, pero no al cien por ciento”.

La Placita ahora es el único sitio autorizado por la ciudad para los vendedores ambulantes desplazados de la Misión. Foto: Erika Carlos