Tom Ammiano, miembro de la Asamblea Estatal de California, se dirige a los asistentes durante una marcha de niños en apoyo a las trabajadoras del hogar que tuvo lugar el pasado 24 de febrero en Sacramento. Photo Courtesy Mujeres Unidas y Activas

California pronto pudiera ser el segundo estado de la nación que instituya legislación destinada a proteger a los empleados de servicios domésticos.

La Asamblea del Estado está contemplando AB 889, la Declaración de Derechos de Los Empleados de Servicios Domésticos de California, escrita por Tom Ammiano y V. Manuel Perez. Esta declaración regularía las horas, condiciones de trabajo y salario de los empleados de servicios domésticos.

Esta legislación requeriría que los patrones aseguraran que los empleados de trabajos domésticos obtuvieran el pago de compensación por accidentes o heridas causados en el trabajo, y proporcionaría a los trabajadores avenidas legales para la presentación de quejas contra los patrones.

En el 2010, los legisladores de Nueva York aprobaron la primera legislación para la protección de trabajadores domésticos. La versión neoyorquina—también llamada La Declaración de Derechos de Los Empleados de Servicios Domésticos—creó una causa especial de acción para los empleados que sufren acoso racial o sexual.

“La Declaración de Derechos de Los Empleados de Servicios Domésticos será un avance histórico para los empleados de servicios domésticos y de agricultura, quienes han sido excluidos de las leyes laborales por racismo y sentimientos anti-inmigrantes” dijo Bill Shields, defensor de AB 889 y presidente del departamento de Estudios Laborales en City College de San Francisco.

En mayo, los trabajadores de servicios domésticos y otros activistas celebraron el primer aniversario del paso de la doctrina de la Convención de la Organización Internacional del Trabajo, la cual pide protección y derechos similares a nivel internacional.

“Será una ayuda grandiosa para muchas de las mujeres con las que trabajamos porque nuestra base está formada por un muchas trabajadoras de servicio doméstico”, dijo Ariana Gil-Nafarrate, defensora de AB 889 y miembro de la organización de inmigrantes latinas: Mujeres Unidas y Activas. “Ya que ellas no tienen leyes laborales que las protejan, corren un riesgo muy alto de sufrir abuso en sus trabajos.”

Añadió: “Tenemos muchas afiliadas a las que se les paga con cheques falsos, no se les paga por trabajar tiempo extra o trabajan todo el día en una casa donde no se les permite cocinar su propia comida o tomar un descanso, así que esta legislación dará a estas trabajadoras protecciones que otros trabajadores han tenido durante muchos años.”

Según un estudio del 2007 realizado por Mujeres Unidas, el 93 por ciento de los trabajadores de servicios domésticos fueron incapaces de pagar sus gastos básicos de vida y el 16 por ciento no fueron pagados o recibieron cheques malos.

Verónica, una trabajadora doméstica que pidió que su apellido no se revelara, contó varias historias de trato injusto que ha recibido en el trabajo. Describe una situación en la que ella y sus colegas limpiaron hasta 10 casas al día, a $10 por casa, dejando solo de $80-$100 por un día de trabajo, mientras el individuo que negociaba los servicios ganaba unos $1.200-$2.000 al día.

Verónica también dijo que una amiga de ella, una trabajadora que vivía en la casa de sus patrones en una mansión en Atherton, fue forzada a trabajar prácticamente 24 horas al día limpiando la casa, cuidando a los niños, lavando los platos y otras tareas ligeras por alrededor de $1.000 al mes.

Históricamente, ha habido varios intentos para proteger a los trabajadores. El Acto de las Relaciones de Trabajo Nacional de 1935 estableció los derechos de trabajo básicos que la mayoría de los trabajadores tienen hoy.

Sin embargo, debido al racismo de aquellos tiempos, muchos legisladores no votarían por dicha legislación a menos que los trabajadores de agricultura y servicios domésticos quedasen fuera de las categoría de trabajadores protegidos. Esta exclusión dejó a los trabajadores de servicios domésticos y de agricultura, quienes eran y todavía son a menudo gente de color y mujeres, vulnerables al abuso a manos de sus patrones.

—Traducción Yolanda Soler