La elección especial del 15 de febrero en San Francisco, que culminó con la destitución de la presidenta de la Junta de Educación, Gabriela López, y de los comisionados Alison Collins y Faauuga Moliga, tuvo una cobertura mediática nacional sin precedentes y un fuerte respaldo financiero de multimillonarios, magnates de la tecnología y miembros de la derecha.

El esfuerzo de destitución, que se presentó a sí mismo como un esfuerzo de ‘base’, recaudó según la Comisión de Ética de San Francisco, casi $2 millones al día de las elecciones. Cantidad que sin duda impactó la cobertura de los medios nacionales. Fox News se deleitó, en lo que muchos consideran, una cobertura anti despertar de los tres comisionados, al igual que los columnistas y los editoriales de varios diarios del país, quienes repitieron la idea que los resultados de este comicio sirvieron como advertencia para la izquierda ‘despierta’.

Si bien tanto el cambio de nombre de las escuelas, como el del sistema de admisión de la Lowell High School de uno basado en el mérito a uno por sorteo, como el lento proceso de apertura de las escuelas dominaron los titulares, el capital detrás de la destitución es quizás la historia real.


Gabriela López
Removida por 76%

El esfuerzo de destitución recaudó fondos a través de tres comités principales: el de los Padres y Madres Preocupados al respaldo de la destitución de Collins, López y Moliga; el de Revocar a los Miembros de la Junta Escolar López, Collins y Moliga; y el Parent Action Pac de San Francisco en Apoyo a la destitución de los miembros de la junta escolar Collins y López, y entre ellos recaudaron un total de $1’ 919, 310, en comparación con los $41, 251 recaudados por el comité «No a la destitución». Otro comité, el ¡No a la C! Alto a la destitución de Faauuga Moliga, recaudó $45, 025 adicionales.

Faauuga Moliga
Removido por 69%

El partidario de la escuela particular, Arthur Rock, contribuyó con $399,500 para la campaña de destitución. El fanático de Ron DeSantis y magnate de la tecnología, David Sacks, contribuyó con otros $ 74, 500. Jessica Livingston, de Palo Alto, aportó otros $45 mil. Y los agentes inmobiliarios de la PAC (la Asociación de Agentes Inmobiliarios de California y el Comité de Acción Política de Bienes Raíces de California) contribuyeron con $55, 900 y $29 mil, respectivamente.

Aunque es casi seguro que la financiación tuvo un impacto, especialmente cuando se trataba de anuncios dirigidos a los comisionados, también lo tuvo la baja participación electoral: cuando López, Collins y Moliga ganaron sus escaños en noviembre de 2018, la participación total de votantes (día de la elección y voto por correo) fue de 372, 848 (74.49%). En esa elección, López obtuvo 112, 299 votos de 817, 920 (13.73%), Collins ganó 122, 865 (15.02%) y Moliga obtuvo 107, 989 (13.20%), según el Departamento de Elecciones.


Alison Collins
Removida por 72%

Dicho sin rodeos, la participación total de votantes en las elecciones especiales del 15 de febrero fue pésima. Se emitieron un total de 179, 981 votos (36 %). El total de votos revocatorios para López fue de 127, 022 (72%); para Collins 134, 871 (76%); y para Moliga 121, 197 (69%).

El Distrito Misión, que en 2018 tuvo una participación total del 74.83%, registró una participación del 34.85% este 15 de febrero. Algunos de los vecindarios con la participación electoral especial más alta fueron West of Twin Peaks (49.11 %), Upper Market/Eureka Valley (49.40%), Richmond (38.37%) y Sunset (38.41%).

La alcaldesa London Breed, partidaria de la destitución, celebró el resultado y elogió a los padres involucrados en esa campaña, y ahora elegirá a los comisionados reemplazantes.

Moliga, samoano y primer funcionario electo de las islas del Pacífico, cedió poco después de los resultados preliminares de las elecciones. Un día después, renunció con efecto inmediato.

La destitución de estos tres comisionados elegidos democráticamente, quienes priorizaron la seguridad de los estudiantes, educadores y sus familias, muchos de los cuales son estudiantes negros y morenos que sintieron el aguijón de la pandemia más que la mayoría, dejó en claro lo que muchos de nosotros sabemos desde hace mucho: El San Francisco liberal no es el progresista que pretende ser.

Esta es una ciudad donde los votos pueden ser comprados por élites que no tienen el mismo interés que los más vulnerables. Esta es una ciudad que se preocupa más por preservar el statu quo que la equidad. Esta es una ciudad que prioriza el mantener los monumentos de esclavistas en lugar de la igualdad de oportunidades en la educación.

¿Pueden o cambiarán las futuras elecciones eso? Ya veremos.