Miles marchan en Market Street en camino a Centro Cívico durante la marcha del ‘Día Sin Inmigrantes’. Foto: Drago Rentería

Escribo esta columna un día antes del evento nacional que se ha llamado ‘Un Día sin Inmigrantes’

Su planeación fue pensada para coincidir con el Primero de Mayo (May Day), también conocido con el ‘Día Internacional de los Trabajadores’, una fecha para celebrar las contribuciones y la labor de los trabajadores alrededor del mundo.

El liderazgo de este país se ha alineado históricamente con aquellas personas que poseen los medios de producción. Han tratado de suprimir cualquier celebración que invite a los trabajadores en los EEUU (origen de esta celebración) a formar alianzas —reales o simbólicas— con trabajadores de otros países.   

En cambio, se vende a los trabajadores estadounidenses la idea de que, ser trabajadores en ‘la tierra de la libertad’, es mejor que en cualquier otro lugar. La solidaridad y colaboración que debe existir entre los trabajadores no se fomenta.

Justo ayer, nuestro Jefe Agarra Chachas el líder menos preparado y educado que este país haya tenido, dio su respaldo al ‘Día de la Lealtad’, también llamado ‘Día de la Ley’ que se conmemora en la misma fecha.  Fue instituido en 1921 como el ‘Día de la Americanización’, en oposición al Primero de Mayo. Ni la celebración del ‘Día de la Ley’ ni el ‘Día de la Lealtad’ atraen gran cantidad de personas, sin embargo, en 1930, alrededor de 10 mil veteranos de guerra participaron en una marcha en la gran manzana de Nueva York para promover el patriotismo.

La estudiante de la Universidad Estatal de San Francisco, Velinda Wallace, levanta su puño durante la marcha del primero de mayo, la cual partió desde la Justin Herman Plaza hasta el ayuntamiento de San Francisco. Foto: Drago Rentería

El énfasis en el patriotismo, la lealtad y la ‘americanización’ —un término que claramente invita a la definición y a la discusión posterior— tiene tinte de jingoísmo. Un jingoísta, según mi fiel diccionario de Webster (un precursor de Google), es una persona que se jacta de su patriotismo y favorece una política exterior agresiva, amenazante y guerrera; un chauvinista.

Así que, dejen que esas personas que están en la misma línea que el Tuitero al Comando, celebren su día de la ley, la lealtad o de la americanización, o lo que sea. Celebraremos de una manera diferente y estoy seguro que nuestra marcha (para el momento en el que lean eso la macha habrá pasado) será impresionante, inclusiva, alegre y multicultural.

Inicialmente —según lo que se dijo en la reunión de hoy— había nueve personas en la Coalición ANSWER, ese gran y acogedor lugar en el corazón de la Misión. Nuestra última reunión de la Coalición fue el primero de mayo y asistieron alrededor de 30 personas.

Por supuesto, esas reuniones de organización eran sólo parte de un esfuerzo mayor y más intenso.

Hubo reuniones para planear la seguridad, otras para pintar pancartas y letreros para la marcha, reuniones para ensayar los cantos y pasos que utilizaríamos el 1 de mayo.

Igualmente, hubo reuniones para planear el día de la marcha, el mitín en la Justin Herman Plaza, la marcha en sí (garantizar la seguridad de los menores fue una prioridad), escoger el equipo de sonido adecuado para colocarlo en el Centro Cívico y la Justin Herman Plaza, las bandas y bailarines darían la bienvenida a los oradores invitados, además de reuniones dentro de cada grupo integrante de la marcha. Luego, hubo reuniones de trabajo para diseñar camisetas, carteles, hacer títeres, comprar agua; juntas para planificar conferencias de prensa, programas de radio y televisión… y mucho más. Me canso de solo pensar en el esfuerzo requerido.

Hablé con Roberto Hernández, quien presidió y fue la persona principal que fungió como el núcleo de los organizadores. Recordó que hace muchos años, una marcha similar en defensa de los inmigrantes fue mucho menos inclusiva. Esa fue también la realidad de su organización: contó con pocas mujeres, no había musulmanes, muy pocos afroamericanos o asiáticos. Había sido, principalmente, un evento latino.

Miles marchan en Market Street en camino al Centro Cívico durante la marcha del ‘Día Sin Inmigrantes’. Foto: Drago Rentería

En 2017, la Coalición del 1 de Mayo fue un grupo variado, multiétnico y multi-género. Asistieron un número igual de hombres y mujeres, trabajadores de todas las profesiones, desde conserjes hasta los profesores universitarios, médicos y conductores de autobuses.

Los chicanos fueron el corazón de ella, pero los y las latinos y latinas inmigrantes fueron los participantes clave. De varios países del continente: Ecuador, Perú, Chile, Guatemala, México, Nicaragua y Bolivia. Los angloamericanos también estuvieron presentes y su colaboración fue importante. Además de esa variedad de nacionalidades, diferentes ideologías políticas, no radicalmente diferentes, pero lo suficientemente variadas como para pensar que habría problemas.

Y no los hubo. Cuando le pregunté qué fue lo que más le impresionó de la Coalición 2017 del 1 de Mayo, Roberto Hernández dijo: “La unidad que creamos, el amor que se compartió, la ausencia de esa, a veces, odiosa separación entre chicanos y mexicanos. ¡La mayor preocupación para todos era la protección y defensa de nuestros inmigrantes amenazados!”

De hecho, la necesidad de conectarse era palpable. La organización fue inspiradora. “La gente se sentía más fuerte y unida de lo que jamás pudiera recordar”, dijo Roberto.

Había tantos buenos sentimientos y emociones compartidos, que una de las principales preocupaciones al final fue: “¿Qué haremos después? ¿Cuándo será el próximo evento? ¡Formemos otro Comité Organizador!”