Fernando A. Torres es periodista independiente, autor, músico y poeta. Bajo la dictadura militar chilena de Augusto Pinochet, Torres se unió a la resistencia chilena y en 1975 fue arrestado por la policía secreta del régimen. Mientras estaba en prisión, recitó poesía y compartió citas escritas a mano sobre optimismo y esperanza entre sus compañeros de prisión. Después de ser expulsado de Chile, Torres llegó a Estados Unidos como refugiado político. Su libro debut: Paseos por la memoria del olvido; cuentos sobre resistencia, prisión y el exilio, fue publicado por Unsolicitedpress.com en Oregon. En Antofagasta, Chile, fue publicado en español como Paisajes desde el Olvido; memorias de un ex-prisionero político por Pampa Negra Ediciones.

El jueves 29 de noviembre, a los 100 años de edad, falleció en el pueblo de Kent en el Estado de Connecticut el ex-secretario de estado, conocido “diplomático”, asesor de seguridad, consejero de más de once presidentes, patológico mentiroso y criminal de guerra a sangre fría.

Henry Kissinger pasará a la historia como uno de los más crueles y sanguinarios políticos de la era moderna. Lo que se sabe y se esconde son las atrocidades autorizadas por el secretario de estado en Bangladesh, Chile, Chipre, Timor Oriental, Indochina y la sanguinaria traición contra los kurdos iraquíes más las acciones secretas para cometer secuestros torturas y asesinatos de líderes sociales alrededor del mundo.

Henry Kissinger, secretario de estado, circa 1976.

Cualquier frase que se talle sobre la lápida sepulcral de Henry Kissinger debería decir: Aquí yace uno de los más grandes criminales de guerra del siglo 20. Sus acciones estuvieron tan escondidas dentro de su soez verborrea política, que muchos ocultan hasta el día de hoy su sanguinaria herencia política que asesinó a miles de personas alrededor del mundo. Esa puede ser una razón laudable; la otra podría ser que los Estados Unidos tienen un sistema político que de vez en cuando produce este tipo de sicarios de “cuello y corbata” y los esconde en su sistema aberrante de inmunidad política hasta el fin de sus vidas.

Kissinger; el último Cóndor

El 5 de marzo del 2013, se realizó en Argentina un histórico juicio para esclarecer y eventualmente cerrar uno de los capítulos más horrendos en la historia de América Latina; la Operación Cóndor. El juicio fue un gran ejemplo de justicia y verdad no solo para todo el continente sino para otras naciones alrededor del globo que sufrieron traumas similares. Sin embargo, en el banquillo de los acusados, hubo un gran ausente.

La Operación Cóndor fue una coordinación de los servicios secretos y policías políticas de las dictaduras militares en Latinoamérica durante los años 70. Las funestas agencias se intercambiaban información y prisioneros. En muchos casos los agentes viajaban a otros países para torturar a aquellos detenidos que no se encontraban en condiciones de ser trasladados o para hacer desaparecer sus cuerpos en desiertos o arrojados al mar. Esta operación fabricaba pasaportes falsos y permitía el traslado de armamento en aviones civiles de pasajeros, y se comunicaban entre ellas en caso de atentados terroristas y asesinatos políticos.

El número exacto de víctimas de la Operación Cóndor no se ha podido establecer con exactitud. Algunas estimaciones indican que al menos 60.000 muertes pueden atribuirse a Cóndor; aproximadamente 30.000 de ellas en Argentina. Los llamados «Archivos del Terror» enumeran 50.000 muertos, 30.000 desaparecidos y 400.000 presos. La mayoría de los militares responsables directos de Cóndor han sido enjuiciados y encarcelados salvo algunos de ellos que se encuentran protegidos por la “justicia” estadounidense y se encuentran escondidos en este país. El último Cóndor libre que la justicia internacional no ha podido capturarlo fue Henry Kissinger.

Kissinger se desempeñaba como Secretario de Estado de Nixon y mientras una conocida foto lo mostraba dándole la mano a Pinochet en Santiago, Chile, decenas de miles de personas estaban siendo secuestradas, torturadas y asesinadas por las dictaduras militares del continente.

Henry Kissinger con el dictador chileno Augusto Pinochet, en Chile, 1976. Cortesía: Archivo General Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores

Lo sabía todo y pudo detenerlo. Pero no lo hizo

Según documentos desclasificados en el 2010, Kissinger anuló una directiva (aprobada por el mismo) con la cual pudo haber detenido la oprobiosa Operación Cóndor. En un cable, fechado el 16 de septiembre de 1976, Kissinger anulaba una directiva previa que ordenaba a los embajadores a advertirles a los dictadores que los Estados Unidos estaban en contra de Cóndor y la campaña de asesinatos internacionales planeada en conjunto por las dictaduras militares.

Descubierto entre miles de documentos desclasificados, el cable fue dado a conocer el 10 de abril del 2010 por la organización Archivos de la Seguridad Nacional, (NSA siglas en inglés). Esta directiva detuvo la presión política de Washington en contra de los descarados planes de eliminación física a la oposición política a las dictaduras y reveló la profunda intromisión y el apoyo específico de Kissinger a las dictaduras militares. Además desenmascaró la mentira del asistente de Kissinger, William Rogers (QEPND), quien dijo en el 2004 que su jefe “no tiene nada que ver” con el dicho cable.

El 21 de septiembre de 1976, 120 horas después que Kissinger envió el cable cancelando la presión política en contra de asesinatos políticos, agentes chilenos, cubanos y estadounidenses asesinaron con una poderosa bomba al canciller del gobierno de Salvador Allende, Orlando Letelier y a su ayudante Ronni Moffitt en plena capital de Washington: el más grande ataque terrorista en suelo estadounidense después del ataque a las Torres Gemelas del 11 de septiembre del 2001.

“… Es la pieza final del histórico puzzle del rol de Henry Kissinger y el gobierno de los Estados Unidos en la acción e inacción después de haberse enterado de los planes asesinos de la Operación Cóndor … Ahora sabemos lo que pasó: El Departamento de Estado inició a tiempo un esfuerzo para cortar una fábrica de asesinatos en el Cono Sur y Kissinger, sin explicación alguna la abortó … Con la cancelación de la alerta a las naciones de Cóndor, Kissinger previno la entrega de una protesta diplomática que pudo concebiblemente haber detenido un acto terrorista en Washington DC,” dijo Peter Kornbluh, analista del NSA.

En el programa de televisión Democracy Now (Marzo 7, 2013), John Dinges, Profesor de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia y autor del libro Los Años del Cóndor: Cómo Pinochet y sus aliados propagaron terrorismo a tres continentes, dijo que la impunidad tiene libre albedrío. «Nunca ha habido juicio alguno (por parte de La Corte Internacional) en contra de algún estadounidense. También hubo intentos en Italia y Francia. Los Estados Unidos, por un motivo u otro, los demócratas y los republicanos, protegen a nuestros propios criminales». Cuando se le preguntó si describiría a Kissinger como un criminal de los Derechos Humanos, Dinger respondió: «Sí, totalmente».

En Chile, desde antes que Allende fuera ratificado por la legislatura como legítimo presidente en 1970, el “premio nobel de la paz” Kissinger – mas conocido como el quinto hombre de la junta militar chilena – ya estaba planificando su derrocamiento y asesinato. Alguna vez dijo que Chile era una peligrosa «daga apuntando al corazón de la antártica». Una daga que había que remover a cualquier costo. Allende tenía que ser detenido sin importar que en el proceso se destruyera la democracia misma. Así ideó la política de los «dos caminos» por un lado aislar a Allende en el plano internacional y por otro, mucho más sucio lado, provocar a los militares chilenos para que se decidieran por el golpe de estado, a través de asesinatos, subversión política y sabotaje económico. Quizás el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 fue la única batalla que Kissinger ha ganado en su vida.

Kissinger fue Secretario de Estado desde 1973 hasta 1977 y han sido tan numerosos sus crímenes internacionales e ineptitudes políticas, que en el libro El Juicio a Henry Kissinger (2002), el autor Christopher Hitchens traza el camino legal para que cualquier fiscal, con tres dedos de frente, en cualquier parte del mundo lo enjuicie por crímenes de guerra en Indochina, Bengala, Chile, Chipre y Timor del Este. Hitchens deja claro que esto no pasará en su casa, en los Estados Unidos. (El Juicio a Henry Kissinger / The Trial of Henry Kissinger. Christopher Hitchens. Editorial Verso. Mayo 2001.)

Christopher Hitchens fue un hombre valiente. Fue uno de los pocos periodistas investigadores que se atrevió a indagar profundamente y escribir un detallado libro sobre los crímenes de Kissinger; “El Juicio de Henry Kissinger.” Hitchens, quien murió de cáncer en el 2011, sabía que esta osadés le podía costar la vida. En una de sus tantas ediciones se lee: El autor “investiga y revela la participación de Kissinger en: los asesinatos masivos y deliberados de poblaciones civiles en Indochina; la colusión deliberada en asesinatos masivos y selectivos en Bangladesh; el soborno personal y la planificación del asesinato de un alto funcionario constitucional en una nación democrática con la que Estados Unidos no estaba en guerra: Chile; la incitación y la habilitación de un genocidio masivo en Timor Oriental; y la participación personal en el secuestro y asesinato de un periodista que vive en Washinton DC”.

He investigates and reveals Kissingers’ involvement in: the deliberate mass killings of civilian populations in Indochina; the deliberate collusion in mass murder and assassination in Bangladesh; the personal suborning and planning of a murder, of a senior constitutional officer in a democratic nation that the USA was not war with – Chile; the incitement and enabling of a mass genocide in East Timor; and the personal involvement in the kidnap and murder of a journalist living in Washinton DC.

Premio Nobel de La Paz 1973; con las manos ensangrentadas

Un breve repaso de los crímenes de Kissinger; sus más connotadas acciones que lo convirtieron en un estadista de renombre internacional con un honorario de más de 25 mil dólares por charla y al mismo tiempo en un feroz criminal de guerra:

Las muertes de civiles producto del bombardeo aéreo a Laos y Camboya por los Estados Unidos comenzando en 1964, la extensión de la guerra de Vietnam a través del sabotaje a las conversaciones por la paz en Vietnam de Lyndon Johnson en el Paris de 1968, la invasión de Chipre por la junta militar griega en 1974, el golpe de estado, la destrucción de la democracia chilena y la instalación de la dictadura de Pinochet (1970 – 73), los crímenes de lesa humanidad del ejército pakistaní en Pakistán Oriental (ahora Bangladesh) conocido como el Genocidio de Bangladesh en 1971 y la no-menos sangrienta invasión de indonesia (Operación Lotus) a Timor Oriental en 1975. Un récord bastante impresionante para un hombre galardonado con el Premio Nobel de la Paz.

Entre 1972-75 Kissinger les mintió y traicionó a los kurdos-iraquíes, cuando personalmente los alentó a tomar las armas contra Saddam Hussein. Después de un acuerdo diplomático con el Sha de Irán, Hussein casi extermina a los kurdos-iraquíes. Las conclusiones del informe del congresista Otis Pike, en donde se detallan estos eventos, siguen siendo una lectura impactante que reafirman la insensible indiferencia hacia la vida y los derechos humanos por parte de Kissinger.

Kissinger también defendió y cubrió el sanguinario régimen del apartheid en Sudáfrica y la desestabilización de Angola.

A principios de la década de los 80 Kissinger fue presidente de la Comisión Presidencial para Centroamérica y junto al mercenario Oliver North trataron de blanquear y ocultar las sangrientas actividades de los escuadrones de la muerte en Centroamérica.

Los Pahlaví (1925-1979) fueron la última dinastía de la monarquía iraní del Imperio Persa que reinó en Irán hasta su derrocamiento por la Revolución Islámica. Kissinger protegió y le dio carta blanca a la dinastía Pahlavi y su régimen de tortura y represión.

El nombre Indochina se refiere a la mezcla de influencias indias y chinas en la cultura de la región compuesta por Vietnam, Laos y Camboya, países aliados con Francia. Hasta 1950 la región fue conocida como Indochina Francesa y fue considerada como un campo de batalla para detener a las revoluciones campesinas y obreras influenciadas por China y la Unión Soviética. Esto llevo a los Estados Unidos y sus políticos como Kissinger a la cabeza a encubrir y hasta apoyar el asesinato masivo y deliberado de variadas poblaciones civiles en la región.

Fernando A. Torres is a journalist, author and long-time contributor to El Tecolote newspaper. His most recent book Walks Through Memories of Oblivion retells flashbacks of resistance, prison & exile...