Los clientes y comerciantes del Coliseum Swap Meet en Oakland, conocido cariñosamente como La Pulga, comparten la importancia del mercado en su vida diaria, desde la cabina de fotos de El Tímpano.
Esta historia fue documentada por El Tímpano, una organización de medios de difusión ciudadana que sirve y cubre a los inmigrantes latinos y mayas del Área de la Bahía.

Al igual que los mercados en todo el país, el Coliseum Swap Meet, un mercado al aire libre conocido como La Pulga, ubicado al este de Oakland, es un reflejo de la comunidad a la que sirve. Aquí, todas y todos son bienvenidos a probar los sabores de México, disfrutar de una michelada bajo la sombra, comprar artículos para el hogar, productos agrícolas, dulces, dijes de cocodrilo, flores, ferretería, ropa, joyería, cosméticos, productos electrónicos y más, a un precio reducido.

Los niños pueden correr por el parque o montar un colorido trenecito mecánico que serpentea por los pasillos. Los amigos pueden reunirse para tomar una cerveza y bailar al ritmo de bandas en vivo que actúan los fines de semana por la noche. La Pulga ciertamente promete mucho.

Durante tres sábados de octubre, el equipo de El Tímpano instaló un puesto en esta Pulga para interactuar con la comunidad. Ofrecimos retratos instantáneos de forma gratuita y casi todos los que participaron en la sesión aceptaron dar una entrevista grabada. Casi 60 clientes y 14 vendedores hablaron sobre cómo invierten su tiempo y dinero en La Pulga.

Escuchamos historias de celebración, camaradería y algunas de desamor, pero sobre todo, historias de supervivencia.

Casi todos los días, se puede encontrar a Samuelin Martínez, de 73 años, caminando por los terrenos de La Pulga. Martínez llama a sus vueltas por el mercado “caminatas de oración”.

Él lo describe como si estuviera hablando de un lugar sagrado. Ha sido durante mucho tiempo un activista comunitario y está muy consciente de la historia del área: solía vivir en High Street Homes, viviendas públicas temporales que alguna vez estuvieron cerca de donde ahora se encuentra este mercado. Con la ayuda de su bastón, ahora pasa sus días caminando lentamente entre cientos de puestos regentados en su mayoría por vendedores de habla hispana. Habla con cualquiera que se cruza en su camino y lo saluda con una amplia sonrisa bigotuda.

«Voy donde está la gente. Hago curación tradicional»

– Samuelin Martinez, 73, Oakland

«Samuelin Martínez, la voz del mar. Y Samuelin, porque mi mamá me llamaba Samuel lindo, cómo eres lindo, Samuelin (…) Mi mami dijo que nuestra experiencia es nuestra escuela», dijo Martinez. «Entonces, tengo 73 años de escuela, muy educativo (ríe).Yo tengo lo que le llaman un traditional healing practice. Mi mamá desde niño me curaba de sustos, de nervios y de ansiedad. Entonces es parte de mi traditional healing. Yo voy donde está la gente. I’m on a prayer walk right now with my mama. (…) Mi mamá está aquí, animándome consol sol ando, consolándome, para consolar a los demás».

Los clientes de La Pulga bailan al ritmo de música popular mexicana de Los Corsarios Musical, una banda local, el domingo 12 de noviembre de 2023 por la tarde. Las bandas toman los dos escenarios de La Pulga, ubicados a los extremos del mercado, comenzando desde primera hora de la tarde hasta el cierre los fines de semana. Cuando la serie de un grupo se acerca a su fin, otra comienza. Mientras tanto, los bailarines siguen la música de un lado a otro del mercado.

A muchos comerciantes les ha resultado difícil mantenerse a flote después de la pandemia COVID-19. La inflación también ha impactado sus ventas. Muchos le dijeron a El Tímpano que el mercado no es tan grande ni está tan lleno de gente como antes de la pandemia.

María Villa, de 77 años, inmigrante de México, era madre soltera de dos hijos. Es conocida en La Pulga como ‘Tía María’ y ha vendido jarras, ollas, juguetes y adornos artesanales durante 30 años. Las ventas de su puesto ayudaron a que sus hijos pudieran ir a la universidad. Pero, añade Villa, el negocio últimamente ha ido lento.

«Soy feliz vendiendo mis cosas, hablando con mis vecinos. Soy la mujer más feliz de esta vida» 

– Maria Villa, 77, Oakland

«La pandemia bajó mucho. De la pandemia nos quedamos cero, cero. Yo cerré por seis meses», dijo Villa. «Estos meses han estado bajos, pero esperamos recuperarnos. Esperamos recuperarnos. Porque, pues yo tengo fe en Dios. Yo tengo mucha fe en Dios, que Dios nos va a ayudar».

Blanca Luna, de 62 años, es una inmigrante guatemalteca que también vende en La Pulga desde hace 30 años. Entre las luces llamativas de los letreros LED a la venta y los ruidos provenientes de los pequeños juguetes electrónicos que vende, es difícil pasar por alto su puest de venta.

Aún así, Luna dice que sus ganancias hoy no son tan buenas como cuando abrió su tienda por primera vez. En un buen fin de semana, dice, podría llevarse a casa entre 200 y 250 dólares.

Ha notado que los clientes están gastando menos y ella no puede competir con las ventas en línea. Además de eso, la ubicación de su puesto se subastará en diciembre y no está segura de poder conservarlo si superan su oferta.

«Gracias a Dios siempre hemos salido adelante porque nuestra gente no nos abandona», dice Luna en español. «Nuestros latinos siempre nos apoyan»

– Blanca Luna, 62, Richmond

La Pulga también ha sido noticia en los últimos tiempos. Dos hombres fueron arrestados en agosto por supuestamente vender mercancías robadas con valor de 85 mil dólares.

El 21 de octubre, Omar Oñate Rivas le dijo a El Tímpano que estaba visitando La Pulga por primera vez, para tratar de encontrar herramientas de construcción robadas que fueron sustraídas del auto de su amigo en San José.

Aunque Oñate Rivas no encontró los artículos robados ese día, pudo comprar materiales de construcción económicos que podría utilizar para su trabajo como jornalero.

«Cuando te roban, esas cosas usadas las traen a La Pulga y las venden» 

– Omar Oñate Rivas, 44, San Jose

«Vine porque a mi amigo le robaron», dijo Rivas. «Le robaron su van en San José y quiso venir a ver si de casualidad encontraba sus cosas aquí en el área de herramientas. Porque ya ves que cuando roban cosas usadas, vienen y las venden a La Pulga».

Aunque el objetivo de El Tímpano en La Pulga no era verificar si los bienes vendidos en el mercado eran robados, pudimos observar un ciclo de oferta y demanda que deja en claro cuán difícil puede ser permitirse vivir en el Área de la Bahía. Los inmigrantes pueden encontrar trabajo como jornaleros o en la construcción, pero a menudo necesitan comprar sus propias herramientas, equipos que podrían costar cientos de dólares y que tal vez no tengan.

César, a quien El Tímpano identifica solamente por su primer nombre porque es menor de edad, ha vendido herramientas de construcción usadas en La Pulga durante casi un año junto con tres socios. Sus cientos de herramientas a la venta están dispuestas en el suelo en gruesas filas que parecen campos de cultivo.

«Ayudamos a las personas que probablemente no tengan suficiente dinero para comprar buenas herramientas y necesiten comprarlas usadas»

– César, 17, Oakland

En última instancia, el ecosistema de La Pulga es un microcosmos de vida al este de Oakland, como un terrario lleno de música alta y olor a cuero nuevo.

«Esta es la única obra que he podido inventar para sobrevivir», dice en español Patricia Beltrán, quien perdió su trabajo durante la pandemia y recientemente se separó de su marido. Vende una mezcla de artículos, desde materiales para manualidades hasta ropa. En La Pulga puede traer a sus hijos para no tener que pagar por su cuidado.

«Oakland es una ciudad hermosa. Respeto a todos, desde los jóvenes que hacen donas: hay que ser valiente para hacer donas, hay que ser valiente para todo», dice Beltrán.

 «[Oakland] me ha dado la oportunidad de reinventarme y hacerme de un trabajo digno»

– Patricia Beltrán, Novato
Una clienta de La Pulga en el barrio Coliseum Industrial de Oakland muestra sus tatuajes en la espalda, el 9 de septiembre de 2023.

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Esta es la primera parte de cuatro entregas. Haga clic aquí para leer la historia del comerciante de La Pulga, Luis Urbina, sobre la sobriedad y la búsqueda de la paz como inmigrante en Oakland; escuche las voces de los clientes y vendedores del mercado en un ensayo fotográfico y lea sobre el detrás de escena para la realización de este proyecto.

Créditos

Fotografía: Hiram Durán 

Managers del proyecto: Mayra Sierra, Hirám Durán, Katherine Nagasawa

Textos: Jasmine Aguilera, main story; Mayra Sierra, Inside El Tímpano

Entrevistas: Hiram Durán, Jasmine Aguilera, Mayra Sierra, Vanessa Flores, Ximena Loeza, Maye Primera

Traducciones: Jasmine Aguilera, Katherine Nagasawa, Maye Primera

Para leer más de El Tímpano: https://www.eltimpano.org/