Los clientes y comerciantes del Coliseum Swap Meet en Oakland, conocido cariñosamente como La Pulga, comparten la importancia del mercado en su vida diaria, desde la cabina de fotos de El Tímpano.

Durante tres sábados de octubre, El Tímpano ofreció retratos polaroid instantáneos gratuitos en el Coliseum Swap Meet de Oakland, conocido cariñosamente como La Pulga. Los clientes preguntaron si el cartel hecho a mano, pegado a nuestra mesa, que decía “Fotos Gratis” en negrita era real y, de ser así, ¿había algún truco? No había ninguno. El Tímpano simplemente quería participar. con la comunidad de La Pulga para comprender mejor el papel que juega este mercado en la vida de los habitantes de Oakland. Como resultado, entrevistamos a más de 75 personas y estas son algunas de sus historias.

En este lugar, como venden alcohol y vienen grupos, pues es muy fácil venir con amigos y tomar y divertirte un rato. Aquí puedes encontrar cualquier cosa que quieras comprar en la tienda. Aquí, lo padre es que lo puedes encontrar mucho más barato porque normalmente, ah, vienen con descuento o porque es usado, pero en buenas condiciones.

“Puedes encontrar todo lo que quieras”

– Carlos Uribe, 35
Lo que vendo es artesanía mexicana, ropa y accesorios. Fíjate, hace dos años, cuando pasó la pandemia, todo cerró y fue cuando abrí mi negocio. Pues a mí me encanta estar aquí en La Pulga. Me desestresa ver a tanta gente pasar y luego más que nada, es como conecto con la gente. A mí me gusta mucho la conexión del cliente. O sea, me gusta mucho lo que hago y me gusta estar aquí. Un consejo que le daría a un nuevo vendedor es que no tenga miedo. El miedo háganlo a un lado y siempre vayan por sus sueños, porque los sueños sí se hacen realidad. Yo siempre soñé tener un negocio propio. Y aquí está.

“Soñé con tener mi propio negocio”

– Eliana Ornelas, 37, artesana y vendedora de ropa
A veces vemos cosas que no sabemos qué son ni para qué sirven. Pero aquí preguntamos y descubrimos juntas. Aprendemos algo nuevo juntas. Entonces esa es la mejor parte.

“Aquí aprendemos cosas nuevas”

– Jessica Orellana
Ha cambiado mucho. Antes [La Pulga] era más grande. Ahora es más chica. El negocio ha bajado bastante, mucho. Ya no es igual que antes. Hay muchas diferencias ahora que ya no es igual. Pero sí, sigue viniendo mucha gente. Vendemos muchas cosas exóticas, como la guanábana, chirimoya, jocote, ciruela. Muchas cosas, muchas verduras, frijoles, yerba mora, chipilín. Ese es nuestro negocio que se vende más rápido.

“Vendemos cosas exóticas”

– Marta Elida Montano, 45, vendedora
He estado viniendo aquí desde que era niño, mis padres me trajeron aquí desde que tenía cinco, seis años. Y esto siempre ha sido una de mis tradiciones favoritas desde que empezaron a traerme cuando era niño. Ahora puedes escucharlos de fondo. Los pequeños fuegos artificiales. Yo los compraba. Costaban como 25 centavos la caja. Me encantaba comprar una caja de esos y tirarlos por todas partes. Estoy transmitiendo esta tradición [a mi hijo] y, con suerte, cuando crezca, le gustará venir al mercado de pulgas y también espero verlo traer a sus hijos aquí algún día.

 “Estoy transmitiendo esta tradición”

– Matthew Levy
También era un lugar al que a mi abuelita le gustaba mucho venir. Y pues ella ya falleció. Pero siento que venir acá. Me recuerdo mucho cuando, o sea, ella andaba que le gustaba siempre mirar, comprar cosas. A ella le gustaba comprar muchos accesorios o cosas que ella miraba como curiosas. Miraba tal vez unos sombreros o zapatitos o algo. Y también, pues igual a veces con mis amigos también venimos mucho a comprar comida. A veces ya ve que venden tacos. A veces también hacen aquí. Ah, [veces también] que traen banda. Ajá. Entonces también. Pues venimos, pues, a escuchar la música y eso.

“A mi abuelita le hubiera gustado venir”

– Martha Duarte
Mi nombre es Michael Worthham y, hace dos días, acabo de cumplir 62 años. Me siento genial. Me gusta este mercado de la pulga porque es como un sótano de gangas, a veces tienen cosas nuevas, artículos. Llevo años viniendo aquí. Intento apoyar a nuestra ciudad, pero parece que todas las empresas, las principales empresas, se están mudando debido a la violencia y el crimen. Necesitamos un santuario, lugares donde uno pueda venir a comprar libremente. Pero desde hace tiempo he tenido la sensación de que todo va a empeorar más. Odio ver que la ciudad decaiga así y creo que hay que ayudar a sanarla. Antes yo era ignorante y estaba en la vida callejera, vendiendo drogas, consumiendo drogas. Fui a prisión y todo tipo de cosas. Pero cambié mi vida. Y hace un par de días, el 19 de octubre, celebré dos aniversarios: celebré 28 años de sobriedad, sin drogas, sin alcohol. No fumo cigarrillos de marihuana ni nada por el estilo. Y celebré 62 años de estar en la Tierra. Pensé en todas las personas a las que hice daño y me pregunté ¿quién soy yo para imponerle mi ira a otra persona? No se merecen eso. También me sentí mal por mis familiares y amigos. Ahora trabajo en un centro de desintoxicación. Soy consejero registrado y especialista en desintoxicación. Acabo de recibir un ascenso, trabajo con clientes, ayudándolos a superar adicciones a las drogas como el fentanilo, el alcohol, el crack, la cocaína, la heroína, lo que sea. Pastillas. Y es gratificante para mí porque me ayuda a mantenerme con los pies en la tierra saber que mis servicios son necesarios para ayudar a sanar a la comunidad.

“Necesitamos un santuario, lugares a donde acudir”

– Michael Worthham