Estudiantes del campus Civic Center del CCSF protestan por la abrupta reubicación de cientos de estudiantes. Foto Chris Hanzo.

Por Emily Wilson

El primer día del semestre de primavera del City College de San Francisco (CCSF) —el colegio comunitario más grande de la nación— se les dijo a algunos de sus estudiantes más necesitados, que no cuentan.

El 12 de enero, maestros se dieron cita en el campus Civic Center, ubicado a la sombra del Ayuntamiento. Pero en lugar de dar clases en Inglés como segunda lengua, de alfabetización o del GED como estaba previsto, llegaron para decir a los estudiantes que el campus quedaba temporalmente cerrado y que las clases serán reubicadas a un lugar más pequeño en dos semanas.

El anuncio fue inesperado, y muchos de los estudiantes —aprendices del inglés procedentes de todo el mundo— no tenían idea de lo que estaba pasando. Algunos lloraban mientras otros se fueron directamente a la nueva sede ubicada en el 33 de la calle Gough, sin saber que las clases estaban programadas para comenzar en febrero.

Los maestros se habían enterado del cambio sólo tres días antes —en una reunión cuando el director Arthur Tyler les dijo que el campus sería cerrado temporalmente por reparaciones sísmicas. Diane Wallis, una profesora, dijo que ella y sus colegas se sienten cegados y traicionados— especialmente porque una firma de arquitectos había entregado a la escuela su reporte desde agosto. Tyler y el portavoz del CCSF, Jeff Hamilton, dijeron que no querían hacer anuncio alguno hasta no tener una nueva ubicación.

Trabajar en una escuela bajo este tipo de amenaza es desmoralizante —constantemente se tiene que explicar que el CCSF sigue abierto y que los acreditadores no encontraron nada mal académicamente. Se han perdido miles de estudiantes lo cual quiere decir que se perdieron fondos. La Junta de Síndicos electa fue reemplazada por un síndico “especial”, y la frustración está presente debido a que los miembros de la comisión acreditadora aparenta inventar cosas conforme avanza, sin dar cuentas a nadie.

El Supervisor David Campos visita a los estudiantes del campus Civic Center del CCSF durante la marcha en contra de su reubicación. Foto Chris Hanzo.

Por lo tanto, la clausura del campus Civic Center —la administración no negoció con los sindicatos como es requerido, y el trato hacia el profesorado como si fuera un obstáculo y no socios— no debiera ser una sorpresa. Pero lo es. Es pésima. Si el edificio no era seguro, y lo sabían desde agosto, ¿por qué hubo clases durante el semestre de otoño? ¿Por qué el cambio hasta ahora?

Y también está la manera como son tratados los estudiantes, muchos de ellos pobres y marginados. El sitio a donde los han cambiado no tiene el espacio suficiente y hay signos (no confirmados) de moho. Los maestros les han dicho, “Ustedes son importantes, ustedes tiene valor, la educación es la manera de progresar”. Este cambio inesperado transmite el mensaje opuesto —los hacinaron en un sótano.

Tim Killikelly, presidente del sindicato de profesores, AFT 2121, piensa que este tipo de decisiones administrativas no transparente no sucedería si la Junta de Síndicos todavía estuviera a cargo y la administración diera cuentas a alguien. AFT 2121 organizó una manifestación el viernes en el campus Civic Center y en el Ayuntamiento, donde acompañados por el Supervisor David Campos, tuvieron una clase de Inglés sobre la democracia. La democracia debe ser una parte esencial en la operación del CCSF.

En respuesta a la carta a el editor en el New York Times del actor Tom Hanks quien escribió sobre su comienzo en Hayward Chabot Community, y ofreció su apoyo hacia la propuesta del presidente Obama para expandir los colegios comunitarios gratuitos, la presidenta de aquel colegio, Susan Sperling, nombró a estas escuelas “colegios de democracia” porque ofrecen oportunidades a todos.

Así que deberemos ver algo de democracia y oportunidad para todos los del CCSF. El día que les anunció a todos en el campus Civic Center que lo iba a cerrar, Tyler dijo que Martin Luther King lo inspiró. El mismo Martin Luther King que habló sobre la urgente necesidad de hablar sobre la pobreza y que “todos debemos cerrar la brecha social y económica entre los que tienen y los que no tienen en este mundo”.

La clausura, aunque sea temporal, de un campus que sirve principalmente a los estudiantes pobres queda muy lejos del intento de unir la brecha económica. Si auténticamente creemos en el poder transformador de la educación, debemos realmente mostrar que la educación para todos es posible.

Emily Wilson es maestra en el Departamento de Estudios de Transición en CCSF. Este comentario fue publicado en New America Media, el 20 de enero.

— Traducción Elvialuz Gonzalez