Por Nadia Castro

Nota del Editor: La siguiente historia es parte de una colaboración entre estudiantes de periodismo de la Universidad Estatal de San Francisco y El Tecolote, que es apoyada por una beca de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Institutos Nacionales de Salud.

Salir a sentir la brisa fresca de San Francisco y ver el sol desde el otro lado de una celda en prisión es otra sensación. Para los ex reclusos, rehabilitarse y buscarse la vida puede ser todo un reto, sobre todo cuando no cumplen las estrictas normas de la sociedad. 

Los dientes son una de las primeras cosas en las que se fija la gente, incluso a la hora de buscar trabajo. Cuando los presos no reciben los mismos cuidados dentales que el resto de la sociedad, puede resultarles difícil encontrar un trabajo tras obtener su libertad.

Jesse Vasquez pasó su vida adulta entre rejas y fue trasladado de la prisión estatal de Folsom a San Quintín en 2016. «En dos ocasiones fui al dentista en unos 19 años y medio», dijo Vásquez, ahora Director Ejecutivo de Friends of San Quentin News, la organización que recauda fondos y apoya al periódico dirigido por presos, The San Quentin News.

«No es que mis dientes estuvieran mal, sólo estaban torcidos, pero eso es algo estético», dijo y agregó: «No te los arreglan si es cosmético, pero saben que lo necesitas porque el médico te dirá que con el tiempo deberías arreglarte esto, pero aquí no lo hacemos. Así que es como bien, entonces, ¿qué hacer entonces?»

Jesse Vasquez pasó la mayor parte de su vida adulta en prisión y visitó al dentista dos veces en 19 años y medio. Hoy, es Director Ejecutivo de Friends of San Quentin News, la organización que recauda fondos y apoya al periódico The San Quentin News, dirigido por reclusos. Cortesía: Jesse Vasquez

Vásquez explicó que si las personas reclusas sienten un dolor intenso, el dentista de la prisión puede extraerles las muelas. A Vásquez nunca le extrajeron las del juicio porque no quería experimentar el dolor ni recibir analgésicos. Él recuerda cómo uno de sus compañeros de celda fue a ver al dentista por unas caries y salió con cinco dientes extraídos.

El cuidado de la salud bucodental es tan importante para los que se encuentran en prisión como para los que disfrutan de su libertad. Las enfermedades de las encías son graves, pueden alterar la vida y pudrir los dientes hasta caerse. 

Los altos índices de enfermedades bucodentales crónicas son comunes entre la población carcelaria, porque la atención dental es básicamente inexistente. Dichas enfermedades comienzan con infecciones en la boca, pero pueden viajar al cuerpo, lo que puede llevar a una situación más compleja. Las personas encarceladas tienen que pagar por sus cepillos de dientes y productos de limpieza. Consiguen este dinero realizando diversos trabajos en la cárcel, como conserjería, jardinería y tecnología, entre otros.

«La más barata es la pasta de dientes genérica —explica Vásquez— tienen la marca regular [por] $1.60. Colgate y cosas por el estilo están alrededor de $4.50. Sigue siendo caro comparado con los precios de aquí, pero eso es porque el costo de vida es más alto que aquí. Los salarios son de céntimos de dólar. Allí, el salario más alto es de 36 céntimos».

Algunos procedimientos, como las endodoncias o eliminación de caries, se consideran cosméticos y no necesarios para los presidiarios. Según Vásquez, las personas encarceladas se enfrentan por sí solas al dolor de dientes, ya sea quitándoselos o acudiendo al «médico brujo», otra persona encarcelada que se autonombra así. 

Los dientes tienen una gran importancia en la sociedad, sobre todo a la hora de buscar trabajo. Si bien las personas reclusas pueden ampliar su experiencia laboral en la prisión, pero lo más difícil sigue siendo que la gente las acepte. Si le faltan dientes es menos probable que le contraten. Si a eso se añade «ex recluso» en la solicitud, el porcentaje de ser contratado disminuye.

Se considera que las prisiones están separadas de la sociedad, pero de lo que pocos parecen darse cuenta es que cuando las personas encarceladas terminan sus condenas, vuelven a formar parte de la sociedad.

Jesse Vasquez pasó la mayor parte de su vida adulta en prisión y visitó al dentista dos veces en 19 años y medio. Hoy, es Director Ejecutivo de Friends of San Quentin News, la organización que recauda fondos y apoya al periódico The San Quentin News, dirigido por reclusos. Cortesía: Jesse Vasquez

«Creo que la gente sólo lee una historia sobre estos tipos describiendo un delito y no interactúa con la persona real. Así que lo que les digo a todos es que en cuanto entren por primera vez y conozcan a estos tipos, su perspectiva cambiará radicalmente», dijo Michael Bott, profesor voluntario de periodismo en la prisión estatal de San Quintín, que trabaja con personas encarceladas y es reportero de investigación en NBC Bay Area News. «Los chicos de nuestro programa llevan mucho tiempo dentro y han estado trabajando con sí mismos a través de terapia, programas de autoayuda y siguiendo programas educativos. Han hecho más autocrítica que la mayoría de la gente. Yo sería mejor persona si hiciera tanta autoayuda como ellos». 

Los dientes pueden formar parte de la confianza en uno mismo. La salud mental es otro obstáculo al que se enfrentan estas personas cuando pierden sus dientes. Bott explicó que, al igual que la gente que camina libremente por la calle, los encarcelados se sienten orgullosos de su aspecto. El camino hacia la libertad es tener que enfrentarse al nuevo mundo que ha progresado sin que ellos sepan que no se les dan los recursos para ayudarles.

«Puede que tengas cero empatía por las personas encarceladas y las veas como personas horribles, criminales, lo que sea, pero la realidad es que la mayoría va a salir en algún momento y cuando lo hagan, ¿no querrías a alguien que tiene un camino viable para convertirse en un ciudadano productivo y feliz, que a alguien que va a estar abatido y no va a tener ninguna oportunidad de trabajo, ninguna oportunidad de vivir y probablemente todos los problemas de salud mental que conlleva? ¿Quieres a esa persona como vecino o al tipo de persona que tiene una vida estable y está bien adaptada?»