Son muchas y variadas las historias de migrantes que se conocen, algunas recientes, otras que se remontan a un pasado que nos recuerda que la problemática persiste, tal vez con nuevos personajes involucrados, pero mismas o peores circunstancias.
Este fenómeno social ha adquirido especial atención a nivel global tras ser documentado y difundido con mayor ahínco a través de las redes sociales que registran testimonios de sus protagonistas. Aun así parece lejano el día en que se llegue a un consenso que le de solución, porque su origen es resultado de una realidad bastante compleja: crisis económica mundial, guerras, violencia, cambio climático, corrupción y desigualdad social.
Estas realidades pueden no estar presentes en la conciencia de los más inocentes, los niños, que también migrantes, se ven forzados a abandonar sus hogares, familiares y amigos, para dirigirse hacia donde esperan estar mejor al lado de sus seres queridos. La migración narrada desde la mirada de un niño puede describir escenas que con inocencia reflejan esa esperanza o deseo, pero también la necesidad de buscar nuevas oportunidades.
La candidez que caracteriza a los jóvenes migrantes ha sido bien captada con palabras e imágenes en el reciente libro de René Colato Lainez, prolífico y reconocido autor de origen salvadoreño, cuya obra se narra desde la perspectiva de un niño. El mismo René encarna a un migrante que de pequeño tuvo que huir de su país ante la violencia imperante.
Su reciente publicación, una reedición bilingüe de Mis zapatos y yo. Cruzando tres fronteras, es un libro infantil ilustrado con belleza por el mexicano Fabricio Vanden Broeck, y auspiciado por el sello editorial Arte Público/Piñata Books, en el cual el autor nos comparte su odisea desde El Salvador hasta la frontera norte de México.
Un pequeño junto a su padre huye de su tierra natal y se dirige hacia el norte para reencontrarse con su madre que les aguarda en los EEUU. Juntos cruzan tres fronteras y en el trayecto el pequeño René es auxiliado por un objeto mágico: un par de zapatos nuevos que su madre le envió antes de partir y que se vuelven amuleto y compañeros de viaje que le dan fortaleza para seguir su travesía. En el trayecto, padre e hijo deben enfrentar retos y amenazas que no cualquiera, mucho menos un niño pequeño, podría ni debería enfrentar.
Uno, dos, tres, mis zapatos y yo tenemos que continuar.
Tenemos que atravesar estas montañas y un río. Mamá nos estará esperando en el otro lado -dice Papá.
Corremos. Nos detenemos. Nos caemos. Nos levantamos. Caminamos. Descansamos. Corremos otra vez.
Al parecer, a los ojos de un adulto, la realidad en torno al fenómeno de la migración puede ser explicada dado que posee mayor experiencia para comprender las razones sociales, políticas o económicas que lo producen, pero desde la noble mirada de un pequeño, esas razones sobran cuando se trata de correr peligros o enfrentar temores inciertos con tal de volver a estar cerca de sus seres queridos y de probar mejor suerte en otro lugar lejos de la violencia y la desigualdad.
El lector de este libro se vuelve testigo y compañero de viaje de todos los René que van y vienen cruzando fronteras, superando obstáculos y dejando atrás su infancia porque deben con valentía sujetarse a la esperanza. Una lectura obligada para ‘ponerse en los zapatos’ de quienes migran, para comprender de dónde vienen, lo que dejan atrás y lo que anhelan.
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