Martín, quien no quiso revelar su verdadero nombre, mira con curiosidad hacia los EEUU a través de la malla, mientras un pastor metodista, sacerdotes católicos y defensores de la reforma migratoria levantan sus manos en oración hacia el cerco que separa los EEUU de México. Es Domingo de Pascua y Martín espera un milagro, luego de haberse ido a México para asistir al funeral de su padre y ahora no poder regresar.

Existen dos cercos donde la frontera topa con la playa y está prohibido cruzarlos. Sin embargo, durante cuatro horas en las tardes de los fines de semana, se asigna un agente adicional de la patrulla fronteriza en la zona designada como Parque de la Amistad. La gente en ambos lados de la frontera acude, y los agentes fronterizos no piden prueba de ciudadanía, mostrando empatía hacia el hecho de que éste es el único momento en que algunos inmigrantes indocumentados visitan a sus familias. Es aquí, donde el 30 de marzo el pastor John dio la comunión y dirigió la oración bilingüe para Martín.

El pastor John me contó sobre Martín: “No pudo resistir la tentación de asistir al funeral”, dijo el pastor. “Cada vez que regresa es más difícil volver y entrar, por lo que ahora se ha quedado varado en Tijuana desde el 4 de enero”.

Martín llegó a San Diego desde Nuevo León, México, en 1978, a la edad de 19, donde encontró trabajo en la construcción. Un par de años más tarde fue condenado al verse involucrado en una pelea en un bar.

Ahora, atrapado en México, estos fines de semana en el Parque de la Amistad son algunas de las pocas ocasiones en las que Martín puede ver a su esposa. Él es el sostén de su familia; su esposa y sus tres hijos son ciudadanos estadounidenses.

El grupo Amigos de Friendship Park tiene la esperanza de que los recortes presupuestarios del gobierno federal no afecten al parque. Friends of Friendship Park are hopeful that government sequestration won’t terminate park operations. Photo Derek Wozniak

En Tijuana sólo puede ganar $115 a la semana por 55 horas de trabajo, una cantidad que podría ganar en un solo día por un trabajo similar en San Diego. Su esposa padece epilepsia crónica y sin la ayuda de su marido, ha tenido que solicitar asistencia social.

“Por esa condena ha quedado inhabilitado por el momento para regularizar su situación migratoria”, dijo el pastor John. “Normalmente, con el matrimonio con una ciudadana de los EEUU podría convertirse en documentado”.

Eso fue hace 30 años. “Era joven y estúpido”, le dijo Martin al pastor John. “Ahora soy un hombre muy diferente”.

A pesar de su reforma, la actual ley de inmigración impide a Martín regularizar su situación migratoria. Fue deportado en el 2008 y contrató a un ‘Coyote’ para que lo ayudara a volver a entrar a EEUU ilegalmente, luego de 2 días de caminar por las montañas como lo había hecho 20 años atrás.

Le pregunté al pastor John cómo se siente Martín respecto a la reforma migratoria. “Me indicó que está optimista de que la reforma le permitiría, si no convertirse en un ciudadano de los EEUU, al menos, poder regularizar su situación migratoria”.

Grupos de activistas como Border Encuentro ayudan a cultivar relaciones internacionales a través del trabajo con los inmigrantes indocumentados y regularizados, a ambos lados de la frontera para planificar eventos y proyectos, como el jardín binacional en el Parque de la Amistad.

Enrique Morones, fundador de Ángeles de la Frontera, un grupo activista que deja agua y ropa de abrigo para los viajeros y los defensores de inmigrantes que viajan a través del duro desierto, declara: “Si usted está en un nivel socio-económico como el de Martín, Pedro o Francisco, o como los 10.000 inmigrantes que han muerto desde que se erigió el muro”.

“Aun cuando tuvieran dinero para tramitar la visa no calificarían, entonces para qué aplicar; por ello, arriesgan sus vidas en el desierto”, continúa Morones.

Para saber más sobre Martín y el Parque de la Amistad eche un vistazo al blog del pastor John johnfanestil.blogspot.com o friendshippark.org. También visite borderangels.org para conocer más sobre el trabajo que está haciendo Enrique Monores.

—Traducción Emilio Ramón