Devotos de la Santa Muerte creen que es un ángel enviado por Dios. Algunos creen que Jesucristo se topó con la Santa Muerte antes de ascender al cielo.

Todos los días Sandra Orosco enciende una vela y reza a su santo preferido ­—un acto ordinario en la Misión o en cualquier otro sitio con una población latinoamericana.

Para Orosco, su santa es la más poderosa. Protege y guía en vez de juzgar de manera rígida. Y sí que es extraordinaria esta santa. Como la mayoría de los santos, se adorna con una túnica resplandeciente y a veces sostiene un globo en una mano y un péndulo en la otra —pero sus dedos son esqueléticos y su cara una calavera humana.

Aquellos no familiarizados podrían confundirla con la Parca, pero para Orosco y un número creciente de devotos es un ángel de Dios. La llaman ‘Santa Muerte’.

La Santa Muerte es una personificación simbólica de la muerte, una santa popular que la iglesia católica no aprueba. Mientras México tiene muchos santos populares en su acerbo popular, la devoción hacia ella se ha extendido rápidamente.

Tiene casi 5 millones de seguidores en México hoy día. A pesar de que cada vez más artistas, intelectuales, políticos y actores se han hecho seguidores, la mayoría de sus seguidores son personas económica y socialmente marginadas. Incluyendo a muchas que viven vidas peligrosas —traficantes de drogas, policías, pandilleros, prisioneros y trabajadores del sexo.

Este creciente movimiento ha encontrado cada vez más oposición por parte de la iglesia católica y del gobierno mexicano.

En marzo de 2009, el ejército destruyó varias lugares de culto a la Santa Muerte con excavadoras, alegando que eran escondites para criminales. El gobierno sostiene que adorar a la Santa Muerte amenaza la seguridad nacional porque favorece al narcotráfico.

En el norte de México —la línea del frente en la guerra contra el narcotráfico— hay miles de santuarios de la Santa Muerte. Sus iconos allí están empezando a superar a los de la virgen de Guadalupe, la imagen indígena de la virgen María en México. Como Guadalupe, se festeja a la Santa Muerte en corridos e incluso en una película popular.

Ahora los inmigrantes están trayendo su devoción a los EEUU, incluyendo la Misión, donde Orosco, de 44 años de edad, abrió una pequeña tienda botánica en la calle 24, cerca de Shotwell, hace aproximadamente ocho meses.

Los académicos tienen varias teorías sobre el origen de la Santa Muerte. Algunos dicen que proviene de creencias precolombinas mexicas. Otros dicen que la creencia proviene de prácticas religiosas importadas de los esclavos africanos a través del Caribe, y algunos sostienen que sus raíces son de la Europa medieval. Pero para Orosco, este tipo de detalles son triviales y se van por las ramas.

“Ella siempre ha estado aquí”, dijo Orosco enfáticamente al preguntarle cuándo llegó la Santa Muerte a la Misión. “Ya estaba aquí, pero no había lugar para ella.”

Orosco, originaria de Jalisco, México, supo de la santa cuando tenía 25 años y se ha dedicado a ella desde aquel entonces.

Orosco ha realizado “veintidós pactos de sangre” con la Santa Muerte. Lo considera una cuestión personal y no quiso discutir los detalles, pero sí que añadió que esos pactos le otorgan cierto respeto y proclama su sinceridad con quienes visitan su tienda.

“La gente me pregunta si tengo pactos con la Santa Muerte y si no se van”, dijo.

No hay duda de que Orosco transmite respeto. Una mujer directa y segura de sí misma que no habla inglés, comenzó a trabajar en una tienda de flores cercana con sólo un montón de velas de la Santa Muerte. Con el paso del tiempo, fue testigo de primera mano de cómo cada vez más personas buscaban consejo e instrucciones sobre cómo rezar y pedir favores a la Santa Muerte.

“La mayoría de las personas viene para pedir cosas como un trabajo, algo específico”, dijo.

Luego de tres años, una mayor demanda de servicio y la necesidad de un espacio más privado, obligó a Orosco a abrir su propia tienda. Aunque se encuentran fácilmente iconos de la Santa Muerte en otras tiendas, la botánica de Orosco es la única casi exclusivamente dedicada a la santa.

“Ellos (las otras tiendas) no rinden culto a la Santa Muerte. Esta es la casa de la Santa Muerte”, dijo.

Aunque es difícil establecer el número de devotos de la Santa Muerte en el Area de la Bahía, Orosco estima que ella tiene alrededor de 200 o 300 visitantes regulares, hombres y mujeres a partes iguales y con edades desde los 15 a los 60 años. Vienen de países de toda América Latina. También hay un número significativo de fieles en la comunidad de inmigrantes transexuales.

Lois Ann Lorentzen, profesora y catedrática del departamento de ‘Teología y estudios religiosos’ de la Universidad Estatal de San Francisco (SFSU por sus siglas en inglés), recientemente realizó un estudio sobre trabajadores transexuales del sexo mexicanos que viajan de San Francisco a Guadalajara (México) venerando a la Santa Muerte.

En su estudio, Lorentzen descubrió que su fe no sólo es fuente de protección para los riesgos diarios de una vida peligrosa. También sirve, asegura, para mantenerlos ligados a la fe católica en que fueron educados —pero de la que se sienten condenados al ostracismo. Sus oraciones a la Santa Muerte evocan tanto a Jesús como a Dios.

Lorentzen escribe: “No diferencian entre la Santa Muerte y santos católicos más tradicionales. Más bien, es simplemente otra posible intermediaria entre ellos y Dios.” De hecho la mayoría de los devotos a la Santa Muerte no ven contradicción alguna en su fe católica.

“Hay algunas personas que me hacen pasar mal rato pero se equivocan. Ella (Santa Muerte) viene directamente de Dios”, dijo Mercedes Martínez, de 38 años y originaria de El Salvador. Martínez se convirtió en devota fiel luego de su rápida recuperación de una enfermedad sin diagnóstico, que atribuye a la intervención de la santa. Tatuajes de la Santa Muerte adornan sus brazos demostrando su gratitud.

El reverendo James García, pastor de la iglesia católica St. Anthony en la Misión, dijo que no le sorprende que los devotos de la Santa Muerte se consideren católicos fieles a pesar de la posición oficial de la Iglesia.

“Siempre ha existido la religión popular a la par de la oficial”, dijo. “El esfuerzo para mezclar lo que proviene del mundo de la religión popular con el catolicismo oficial siempre ha estado presente, desde los días en que los cristianos buscaban evangelizar. La religión popular siempre se acaba mezclando. No se puede evitar. Pero lo tomo en serio porque refleja una confusión en la manera como la gente ve el mundo.”

García, un sacerdote firme pero amigable que bromeando se refiere a sí mismo como el “gringo residente”, escuchó sobre la Santa Muerte por primera vez hace cinco años, cuando un joven pandillero de East Palo Alto le pidió consejo. El joven sacó una estatuilla de la Santa Muerte de una bolsa de basura de plástico negra y preguntó a García en español si estaba permitido rezarle a ella. El joven dijo: “Soy de East Palo Alto y me parece que la muerte siempre tiene la última palabra.”

García le dijo lo mismo que le diría ahora a quienes rinden culto a la Santa Muerte, que la resurrección de Cristo — y no la muerte — era esencial en la fe católica.

La muerte, dijo, no es un estado permanente —es sólo una transición. El joven le dio la estatua a García, quien le dio un “entierro cristiano”. Sin embargo, en lugar de disminuir su interés por estas creencias, García está intrigado por ellas.

“Es interesante ver cómo a medida que el punto de vista de la gente sobre el mundo cambia, y mientras la fe en el Dios de la vida practicamente decrece, se debe sustituir con algo. Y se sustituye con una preocupación por la muerte”, dijo.

García ve el fenómeno actual como una confusión de la fe y una oportunidad para compartir que Dios está al alcance de cualquiera aunque seas transexual o te sientas aislado o rechazado.

“Creo que para nosotros, como sacerdotes, es importante conocer La Santa Muerte porque muestra algo que necesitamos —que necesito tratar de una manera comprensiva”, dijo.

Ya sea resultado de agitación de talante social y político en el extranjero, sentimientos de aislamiento y rechazo, o sencillamente el deseo de tener pequeños milagros en la Misión, la devoción a la Santa Muerte es cada vez mayor. Quizá proporciona un sustento espiritual, como dice Lorentzen, para una cultura cada vez más desarraigada y ambulante.

Para Orosco, su fe es real e inamovible. No está segura de lo rápido que la devoción a la Santa Muerte está creciendo en la Misión, pero dice que nuevas personan llegan a su botánica —decorada con altares a la Santa Muerte— cada semana.

—Traducción Emilio Ramón