En las horas de la noche del sábado 7 de diciembre de 2019, de la mano de su esposa, Manuel Montero Domínguez Jr., falleció a los 85 años en su casa de San Francisco. Le sobreviven su esposa Ygnasia Domínguez y sus diez hijos: Anita, Ida, Dolores, Lisa, Joey, Terry, Angel, Miguel, Paul y David.

Nacido en Brawley, California en 1934, fue el hijo mayor de Manuel Domínguez y Fidela Montero. Manuel e Ygnasia se casaron en San Francisco en 1955, en la Iglesia Católica de St. Elizabeth, comenzando su familia en Cortland Avenue antes de mudarse a la calle Lowell en 1966, que se convertiría en la base de operaciones de la familia durante los últimos 55 años, y un refugio seguro para innumerables niños de acogida que la pareja acogería durante los años 60, 70, 80 y 90.

Su familia y amigos recordarán a Manuel como una fuerza de bienvenida, asegurando que cualquiera que lo necesitara tuviera un hogar en su casa. Además, siempre fue el primero en asegurarse de que cualquiera que pasara por la puerta estuviera bien alimentado, aseado y se sintiera bienvenido. Docenas más que sus cinco hijas y cinco hijos lo llamaron ‘papá’, lo que es un testimonio de su presencia como un pilar paterno en los corazones y mentes de muchos de la comunidad de San Francisco.

Manuel Montero Dominguez Jr.

Manuel era un lector dedicado que le encantaba compartir a aquellos que tuvieron la suerte de escuchar sus resúmenes de innumerables novelas de suspenso. Podía nombrar cualquier Cowboy Western clásico, y era un gusto estar junto a él mientras compartía datos sobre las estrellas, la producción y la verdadera historia detrás de la historia. Al mismo tiempo, fue un talentoso narrador de cuentos, reuniéndose con cualquiera de sus 19 nietos en Acción de Gracias, Navidad o una visita aleatoria de fin de semana para compartir historias de su pasado o desglosar la letra de su mariachi favorito. Sus hijos, nietos y bisnietos recordarán su historia de origen a menudo contada: caminar a la escuela en la nieve, sin zapatos, cuesta arriba en ambos sentidos en el desértico Brawley, California… perseguido por dinosaurios.

Un orgulloso méxico-estadounidense, la historia de Manuel es la del escurridizo sueño americano que tantos grandes intentos artísticos conjuran. De origen, la semilla que plantó en San Francisco como un cerrajero sindical durante 35 años, ha nacido, cultivado y ramificado la prosperidad de sus sucesores, una colección unificada de propietarios de pequeñas empresas, graduados universitarios, propietarios de viviendas y artistas. Su vida es maravillosa para admirar, estudiar e intentar emular.

Lo vamos a extrañar mucho.