Anna-Maria Gesine Schreiber, una actriz alemana, vestida como Frida Kahlo. Anna-Maria Gesine Schreiber, a German actress, channels Frida Kahlo. Photos Mabel Jimenez

El retrato desvaneció de la mujer delgada y pequeña con la uniceja, hecho aun más pequeña en pie junto a la masa gigantesca que fue Diego Rivera, era imposible no darse cuenta. Incluso para una niña alemana de 11 años de edad.

“Se veía tan gracioso. Ella tenía algo, ya sabes”, dijo Anna-Maria Gesine Schreiber, recordando el día en que ella y su madre Petra se sentaron en el café Casa Azul en el barrio de los artistas de Berlín hace 18 años. Nunca había visto, siquiera oído el nombre de Frida Kahlo.

“Fue su apareciencia y cómo ella estaba de pie. Parecía que tenía un montón de experiencias con cosas malas en su vida”, dijo Schreiber, en su mejor inglés, lo cual es bueno. “Ella estaba buscando, pensando en algo triste. Y yo soy un poco así también. Así que tal vez me atrapó”.

En su país natal, Schreiber creó numerosas producciones de teatro como monólogos y desfiles de moda, la mayoría al lado de su compañero alemán Torsten Schemmel, o como ella le dice, “mi Diego”. Aunque ya no es su novia, “Nuestra relación es mucho mejor ahora”, dijo Schreiber.

Delgada y seria, la actriz de teatro de 29 años de edad, tiene un parecido sorprendente con su heroína. Voló trece horas —con recursos prestados— para honrar a Kahlo.

Con este mes marcando el 60 aniversario de la muerte de Kahlo, su imitadora alemana viajó con su madre a esta ciudad para participar este mes en las Fiestas Fridas San Francisco, un mes que celebra la vida y muerte de Kahlo.

Pero para Schreiber, era su roce con la muerte hace nueve años que eventualmente la trajo a San Francisco.

Conduciendo un día de otoño húmedo en una carretera resbaladiza de Berlín en 2005, un conductor por exceso de velocidad pegó en la parte trasera de su auto. Presa del pánico, dirigió la rueda tratando de recuperar el control. Giró tres vueltas completas antes de estrellarse contra un riel al lado opuesto de la carretera. Fue entonces cuando miró hacia su derecha y vio un par de faros acercarse.

Un coche se estrelló en el lado del pasajero de Schreiber, recibiendo el impacto de varios vidrios rotos en su cara. Durante tres meses, Schreiber permaneció en el hospital. Tuvo suerte. De haber dirigido la rueda de su vehículo hacia el lado contrario, el coche que venía hacia ella le habría golpeado directamente.

“Si hubiera tenido un pasajero, estaría muerto”, dijo Schreiber. “Fue muy impactante”.

Ella recordó cómo Frida también había estado en un accidente. Después de regresar de una estancia de cuatro meses en México, en 2009, decidió dejar su trabajo en el gobierno como secretaria por la oportunidad de estudiar actuación.

“Era demasiado vieja”, dijo Schreiber. “La escuela no me quería”.

Un año después, la niña que una vez era muy seria, estaba superando a la competencia entre una exposición en Viena de imitadores de Frida. Su premio de primer lugar fue una sesión de fotos profesionales: “Fue para mí el sueño de una niña hecho realidad”, dijo Schreiber.

Pero para la madre e hija que proceden de donde el padre de Frida Wilhelm nació, su estancia en San Francisco no ha sido del todo agradable. Pasaron su primera noche en un hostal sucio en la calle Minna, y después se quedaron en diferentes lugares, cada vez pagando su camino con gratitud.

“He tenido un montón de experiencias muy locas, extrañas, divertidas y agradables aquí esta semana”, dijo Schreiber. “Así es la vida”.