[Por Adrian Bonifacio; Foto: filipinos y filipino estadounidenses se manifiestan por el revisionismo histórico y los continuos ataques a los derechos humanos bajo Ferdinand ‘Bongbong’ Marcos Jr, quien habló en la Asamblea General de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York el 20 de septiembre de 2022. Su discurso llega un día previo al quincuagésimo aniversario de la Orden Ejecutiva 1081, la proclamación de la Ley Marcial en Filipinas impuesta por su padre. Foto de cortesía: Anakbayan]

Nunca lo olvides: Una nueva generación de activistas enfrentan a la Dinastía Marcos

“Era el mejor demagogo”, mi madre recordaba con cariño

No era la respuesta que esperaba cuando pregunté cómo era vivir bajo la ley marcial de Ferdinand Marcos. Estaba en mi tercer año de universidad, inscrito en una clase sobre la historia de Filipinas y sus conexiones con la diáspora filipina. También me había unido a Anakbayan-USA, una organización extranjera juvenil cuyos orígenes se remontan a la larga historia de la lucha antifascista en Filipinas. No hace falta decir que la elocuencia de Marcos no fue lo primero que vino a mi mente después de conocer sobre los espantosos detalles de sus más de 20 años de reinado.

En retrospectiva, mi madre pudo haber tenido un punto. La familia Marcos se ha destacado por hablar en público. Pero el objetivo de su retórica desde que regresaron a Filipinas en 1991 ha sido distorsionar los hechos y revisar la historia. Las narrativas que han saturado la conciencia pública no son las de las decenas de miles de personas asesinadas, arrestadas y torturadas extrajudicialmente bajo la ley marcial, sino los llamados ‘años dorados’ bajo la familia Marcos. Las historias enfatizan las carreteras y la infraestructura construida, pero ignoran el saqueo de miles de millones de dólares de los contribuyentes del tesoro nacional que se suponía pagarían por ello. Anuncian al nuevo Marcos como un líder que difundirá la esperanza y la unidad en todo el país, pero pasan por alto la culpabilidad de la familia en dividir aún más a la nación entre ricos y pobres.

Ferdinand Marcos Jr., el hijo del dictador anterior, reclamó el puesto más alto del poder el pasado mayo en, posiblemente, una de las elecciones más sucias en la historia de ese país. Ya vemos la peligrosa continuidad entre las administraciones de padre e hijo. Bajo la apariencia de un ‘Presupuesto de Unidad’, Marcos Jr. planea continuar priorizando los fondos para el servicio de la deuda, la contrainsurgencia y el enriquecimiento de unos pocos. Esto equivale a cifras asombrosas de más del 11 por ciento del presupuesto nacional destinado al pago de la deuda, 28.9 mil millones de pesos filipinos para el Grupo de Trabajo Nacional para Poner Fin al Conflicto Armado Comunista Local, una agencia conocida por etiquetar en rojo incluso al exvicepresidente Leni Robredo, y más 621 mil millones de pesos filipinos en fondos presidenciales para conseguir votos de un sector específico.

Y aunque Marcos Jr. no ha declarado la ley marcial, la represión política sigue siendo un elemento básico de la nueva administración, con más de 800 presos políticos actualmente tras las rejas; la desaparición y detención de activistas indígenas como Steve Tauli y los hermanos Pangadas; el nuevo arresto de Adora Faye de Vera, quien originalmente fue detenida, torturada y violada bajo la ley marcial del antecesor Marcos; así como la intención de Marcos Jr. de continuar la guerra contra las drogas del expresidente Rodrigo Duterte.

Mis estudios en la universidad y con Anakbayan sobre el régimen de Marcos ahora se mezclan con el presente. Pero al lado opuesto de esta oscura historia está la lucha de un pueblo valiente que derrocó a un dictador. Esta es la verdad que nosotros, los jóvenes activistas, junto con nuestros mayores, debemos sacar a la luz, especialmente cuando la actual administración hace todo lo posible para defender los años de la ley marcial.

La generación actual de activistas está entrando en un momento crucial de la historia. Tenemos la responsabilidad de aprender las lecciones de la lucha de décadas contra el régimen de Marcos y traerlas al presente: las protestas callejeras militantes de Kabataang Makabayan y otras organizaciones en la Tormenta del Primer Trimestre en 1970; la visión radical de la Comuna Diliman en 1971; la unión de armas entre la juventud y la clase obrera ejemplificada por la huelga de La Tondeña en 1975; la inquebrantable solidaridad de los líderes sindicales filipino-estadounidenses Gene Viernes y Silme Domingo, quienes fueron martirizados por el régimen de Marcos en 1981; y, por supuesto, la amplia unidad forjada en el Levantamiento del Levantamiento del Poder Popular en 1986.

No estamos empezando desde cero. Cuando Marcos Jr. estaba en la campaña electoral, Anakbayan-USA y organizaciones populares en los EEUU lanzaron días nacionales de acción para protestar por el regreso de esa dinastía. Nos unimos nuevamente bajo un manifiesto de rechazo al régimen, realizando movilizaciones en respuesta a su toma de posesión y su primer discurso. Anticipándonos al 50 aniversario de la declaración de la ley marcial de su antecesor y la visita de Marcos Jr. a Nueva York para la Asamblea General de las Naciones Unidas este mes, una vez más organizaremos protestas a nivel nacional.

Sabemos que se debe trabajar más para fortalecer y hacer crecer el movimiento de masas contra el revisionismo histórico y por una democracia genuina en Filipinas. Ese trabajo comienza con nuestro compromiso por recordar la historia y a los que nos precedieron, continuar la lucha y exigir que las atrocidades bajo el régimen de Marcos no vuelvan a suceder. Cuando las generaciones futuras pregunten, «¿cómo era la vida bajo Marcos Jr.?» responderemos con la verdad.

Adrian Bonifacio es el presidente nacional de Anakbayan en los EEUU. Para participar en las actividades de Conmemoración del 50 aniversario de la Ley Marcial, visite https://www.neveragainneverforget.org/