[su_note note_color=»#f7f7f7″]Durante la primavera de 2015, alumnos de la materia Periodismo 575 Medios Comunitarios de la Universidad Estatal de San Francisco, trabajaron a lo largo del semestre en un proyecto conjunto con El Tecolote llamado “Crecer en la Misión”. La clase fue impartida por el profesor Jon Funabiki, director ejecutivo de Renaissance Journalism de dicha universidad. Sus estudiantes realizaron entrevistas y reportajes en el barrio, para averiguar el significado de crecer en la Misión. [/su_note]

Los instructores Tregar Otton y Martha Rodríguez-Salazar hablan sobre las canciones a ensayar. Foto Beth LaBerge

Para Josh Urrutia, joven de 17 años que vive en San Francisco, la música ha sido parte integral en su desarrollo. Ésta le ha permitido formar parte de una comunidad, así como tener un anclaje cultural en el cambiante distrito de la Misión.

Ha conseguido una beca para el Programa de Jóvenes Músicos del Distrito de la Misión (MDYMP, por sus siglas en inglés). En él, niños en edades de 12 a 18 años aprenden música por medio de clases particulares o bien, formando  parte de un conjunto. Este es sólo uno más de los programas de música gratuitos para niños que ofrece el Centro Comunitario de Música de San Francisco (CMC).

Lanzado en 2006 con el propósito de enriquecer la vida de jóvenes de escasos recursos, el programa de beca completa ofrece lecciones privadas y grupales de música —el noventa por ciento de sus estudiantes son latinos.

“Hay una unidad muy fuerte aquí”, dijo Urrutia. “A pesar de las diferencias de la edad, de intereses y de raza”.

Este residente del distrito de la Misión, ha formado parte del programa durante tres años y tocado la viola durante cinco años. Aprecia mucho la afinidad que comparte con otros jóvenes músicos.

La escuela preparatoria a la que asiste Urrutia, la Urban School of San Francisco, también ofrece diversos cursos gratuitos de música, sin embargo, prefiere asistir a los del MDYMP porque ahí se siente como en casa. Es otro espacio para celebrar su herencia latina.

Luis Angel Flores toca el violín en el Centro Cultural de las Artes Latinas de la Misión el 3 de octubre de 2015, como parte del programa Jóvenes Músicos del Centro Comunitario de Música de la Misión. Foto Beth LaBerge

“No todos somos latinos, es bueno ver a otros experimentar la cultura latina con la cual has crecido”, comenta. “Gente que no habla español está cantando en español”.

El centro musical es particularmente importante en estos momentos en los que el barrio está enfrentando cambios demográficos. Cada vez más, residentes que han estado ahí toda la vida —muchos de ellos, latinos— están siendo expulsados debido al incremento en la renta o bien, por desalojo. Algunos de los amigos de Urrutia, también habitantes del distrito de la Misión, fueron obligados a mudarse hasta Berkeley y Oakland debido a la alza en la renta.

Aun así, este joven no se ha dejado amargar por los cambios.

“El aburguesamiento que está ocurriendo de alguna forma ha limpiado el barrio”, comenta. “Pero en algunos casos, está haciendo que la gente se vaya. He visto a muchos de mis vecinos irse. Es solo diferente, en ambos sentidos, para bien y para mal. Solo hay que aceptarlo y continuar”.

En este periodo de transición, el programa ofrece un anclaje cultural para los niños latinos y sus familias. Martha Rodríguez-Salazar, coordinadora del MDYMP, cree que esta es una de las razones principales de la relevancia del centro.

“El valor es enorme”, explica Rodríguez-Salazar. “Sobre todo porque en nuestro programa estamos enseñando a los niños a tocar música latina. La mayoría de ellos nacieron aquí y sus padres provienen de Latinoamérica, por lo que contar con un lugar en cual aprendan acerca de la música de sus padres, les ayuda a identificarse con su raíces”.

Rodríguez-Salazar también destacó que para la mayoría de los estudiantes del MDYMP sería imposible pagar lecciones de música dado que provienen de familias con escasos recursos.

Luis Ángel Flores, de 15 años de edad y toca el violín, dijo que el programa le ha ayudado a crecer como persona y ofrece a otros chicos un espacio para aprender en lugar de andar buscando problemas en las calles. Flores no ha podido formar parte de los programas musicales de la Mission High School.

Sus profesores dicen que las clases de música en el MDYMP podrían distraerlo de sus actividades escolares, sin embargo, el violinista prefiere el MDYMP.

“Disfruto más este programa”, comenta. “Me siento como en casa. Puedo convivir con otros muy bien, y me hacen sentir bienvenido”.

La percusionista y guitarrista Aminta Guevara, de 18 años de edad, egresó del programa el pasado mayo, pero comenta que practicar música con otros jóvenes de la zona le da la oportunidad y el espacio para hacer de forma gratuita lo que ella ama. Con un presupuesto ajustado como el suyo, de no existir estas clases, no tendría la buena suerte para poder acceder a ellas.

“Tenemos que trabajar muy duro para obtenerlo [el dinero]”, dice Guevara. “Todo en la Misión se está volviendo muy caro, como la comida”.

Las fruterías que ha frecuentado por años, han subido los precios de sus productos. Guevara consideró solicitar un trabajo en una tienda de zapatos de moda en la Misión, pero se abstuvo porque sintió que los empleados la miraban con menosprecio, lo que la hizo sentirse incómoda.

Pero el lugar en donde Guevara se siente completamente bienvenida es en las clases de música y como Urrutia, valora la celebración de la cultura latina.

“Solo tocamos música latina”, dice. “No la escucho seguido, así que se siente muy bien”.