Marta Salazar y Blanca Gutiérrez observan a un par de jóvenes boxeadoras en el gimnasio Baby Face Boxing, en Pacífica. Foto Dhoryan Rizo

La güera mexicana pensó que podía pelear, pero eso cambió el día que entró al gimnasio de boxeo Tiny Baby Face, en Pacífica, y conoció a Martha Salazar.

“La primera vez… no podía ni terminar un round”, logró murmurar Heather Frambach entre agotadas bocanadas de aire de las que van y vienen tan rápido que dejan los pulmones doloridos. “Por una razón… seis minutos de boxeo… es un infierno”.

Así sucede cuando se pelea seis minutos con Salazar —la excampeona mundial de peso pesado femenino—. Frambach aguantó ese infierno como parte de su preparación para hacer historia.

Frambach va enfrentarse a su compañera novata Sarah Kozuma el 31 de agosto en el Sports House en Redwood City durante el cuarto aniversario del Beautiful Brawlers, un evento que convoca a mujer talentosas y que reúne a aficionados al boxeo. El evento constará de veinte encuentros, en los que estarán algunos de los mejores luchadores jóvenes de todo el país, incluyendo dos boxeadores de Canadá y dos de Puerto Rico.

Frambach y Kozuma son las primeras pesos pesados en luchar en el evento Beautiful Brawlers. Un encuentro de pesos pesados —y mucho menos una de aficionados no pagado— entre dos mujeres era nada menos que imposible, un hecho que Salazar no ha olvidado.

Salazar y su amiga cercana, Blanca Gutiérrez —dueña de Baby Face Boxing y fundadora de Beautiful Brawlers— eran aficionadas al kick boxing en los noventas. Por lo menos, lo intentaron mientras que se esforzaron por forjarse una vida competitiva en un mundo de hombres.

“Como mujeres (entrenadores) nos miraban y decían, “¡¿Qué? Las mujeres no boxean!”, dijo Salazar. “Nos trataban como mierda”.
Era cercas de entonces cuando todas las dudas y las rizas se hicieron insostenibles para Gutiérrez.

“¿Sabes qué Martha?” –Gutiérrez se volteó y le dijo a Salazar– “debemos hacer un show solamente con mujeres. Un día lo haremos”.

Ese día llegó en 2011 cuando el primer show de Beautiful Brawlers por fin se llevó a cabo. “Casi lloré”, dijo Salazar. “Blanca estaba como ‘te dije que lo podíamos hacer.’ Y lo estamos haciendo”.

A pesar de que dichos espacios para aficionados, entrenadores y competencia no existieron en los días de pelea de Salazar, esta chica Ocotlán, Jalisco, México —que empezó a luchar después de haber sido asaltada por tres chicas samoanas cuando tenía 13 años— continuó luchando.

Después, en 2001, Salazar, de cinco pies nueve y 230 libras, se ganó el título femenino de peso pesado de la Federación Internacional de Boxeo luego de vencer a la favorita Pamela London Guyana en 2004. La ganadora tendría un encuentro por $50,000 con Jackie Frazier-Lyde, hija del excampeón peso pesado Joe Frazier. Pero, al ver a ‘La Sombra’, nombre apropiado al tamaño de Salazar, Frazier Lyde se echó para atrás. Y con ella, se fueron los $50,000.

“No lo hago por el dinero” –Salazar se encogió de hombros– “porque si así lo hiciera, pues ahorita estaría muriéndome de hambre. Solo me encanta. Me encanta el deporte. Me encanta la lucha”.

Ese anhelo por el cuadrilátero es lo que cautivó a Salazar de una jubilación de seis años en 2013, cuando peleó por ser la número uno del peso pesado en el mundo contra Sonya Lamonakis. A pesar de ser un poco más lenta y pesada, Salazar no perdió ni una ronda esa noche.

“Tiene todo lo que se necesita para ser un luchador”, dijo el entrenador de Salazar, Ed Clemens de 71 años de edad. “Es grande y uno pensaría que no tiene el aire (significando vigor)… tiene el corazón de un león y es lista. Y para ser un campeón, uno tiene que pensar”.

Viendo a las chicas que van a competir la noche del domingo, muchas con aspiraciones olímpicas para el 2016, Salazar todavía piensa: “A veces deseo haber estado allí. A veces, le digo a mi madre, ‘Nací demasiado temprano. Debiste haber esperado un poco más tarde’, Salazar ríe. “Pero es fantástico ver de qué tan lejos hemos venido. Ojalá un día estas chicas hagan el dinero que estos hombres hacen. Nosotros le ponemos el mismo esfuerzo, tiempo y dedicación”.

—Traducción Sam Temblador