Jayme ‘Jaya’ Mejía, una de las pocas cutwomen en el mundo del boxeo de la MMA, alista las manos de Raquel Miller, una boxeadora profesional. Cortesía: Jayme Mejia

Jayme Mejia, también conocida como Jaya en el mundo del boxeo y artes marciales mixtas (MMA), comenzó a aprender las cuerdas del oficio de ‘cutman’ hace casi cinco años.

Un cutman (un rol tradicionalmente reservado para hombres) es la persona responsable de vendar las manos de un peleador antes de un combate, y de curar las heridas durante el descanso de un minuto entre rondas, detener el sangrado y el hinchazón para que el peleador pueda continuar el combate.

Una nativa de la Misión, Mejía dice que su llamado a los deportes de combate fue natural. Trabaja en su empleo diurno como enfermera practicante y como profesora asistente en el programa de enfermería familiar en UCSF.

“A mi familia siempre le encantó el boxeo, así que siempre lo veíamos”, explicó y agregó: “Solía mirar y siempre notaba que los viejos vendaban las manos del boxeador antes de la pelea. Y siempre pensé que era un ritual antiguo y me dije a mí misma: “Un día quiero hacer eso”.

Sin embargo, no existe tal cosa como una escuela de cutman. En su lugar, estudió y se convirtió en enfermera, aprendiendo habilidades prácticas y olvidando el boxeo por algún tiempo. Años después, Louise ‘Weezy’  Torrez, colega médica de Mejía en el Centro de Salud Nativo Americano en el este de Oakland, la invitó a visitar el gimnasio histórico King´s Boxing Gym para preguntar sobre cómo aprender el oficio de cutman.

“A ambas nos encantaba el boxeo y solíamos ir mucho a ver peleas de boxeo. Ella dijo que fuéramos al gimnasio y pidiéramos a alguien que nos entrenara”, dijo Mejía. “Sin ella, no hubiéramos tenido un viaje tan increíble en los últimos cinco años”.

Nacida y criada en el Distrito Misión de San Francisco, Jayme ‘Jaya’ Mejía es una de las pocas cutwomen en el mundo del boxeo de la MMA. Cortesía: Jayme Mejia

En King’s Gym, Mejia y Torrez aprendieron primero a vendar las manos de pugilistas aficionados con el cutman Pete ‘Ice Pac’ Alvarado. Continuaron siendo guiadas por muchos cutmen de élite, incluyendo a Jacob ‘Stitch’ Duran, Robert García, Mike Bazzel y Mike Rodríguez.

Mejía reconoció desde el principio que, a pesar de las sorprendentes diferencias entre el ambiente estéril del mundo médico y el boxeo (“donde todo está sucio”), su experiencia como enfermera la ayudó. Aprendió rápido y se mantuvo tranquila en medio del caos de multitudes, luces y cámaras, al ver a un pugilista ensangrentado.

“El crecer en mi barrio me dio la experiencia de saber de peleas sangrientas y lesiones graves en la cabeza y las manos”, dijo. “Luego, me convertí en enfermera y junté esas experiencias para el boxeo. Aprendí cosas en mi comunidad, que no aprendí en la escuela de enfermería y que todavía utilizo todos los días en mi práctica como cutwoman y médica clínica”.

Pero en un deporte lleno de egos y personalidades excéntricas, el viaje de Mejía no ha sido fácil: “Si bien hay mucho que aprender, lo más difícil es el respeto a la política, al ser una mujer en un deporte de la vieja escuela, dominado por los hombres”, dijo Mejía. “Cuando estás aprendiendo por primera vez, practicando y siendo voluntario, a ellos les gusta usarte, pero luego, una vez que has adquirido experiencia y numerosos combates profesionales en tu haber al nivel de los cutmen, la gente no quiere pagarte igual, o sabotean deliberadamente tu trabajo porque eres mujer”.

Cuando comenzó, había una reconocida cutwoman profesional en los EEUU: Swayze Valentine, quien hizo historia como la primera en la UFC. Basándose en su historia, Mejía tenía en mente que le llevaría siete u ocho años tener la oportunidad de trabajar en deportes de combate profesionales. Pero un año después de ingresar en el deporte, Mejía tuvo su primera oportunidad de trabajar en una pelea de boxeo profesional.

“Mi meta inicial era solo trabajar una pelea profesional, pero creo que ya he terminado más de 30”, dijo. “He logrado más de lo que creía posible en tan poco tiempo. He trabajado y desarrollado relaciones de empleo con algunos de los mejores peleadores y equipos en la actualidad del deporte”.

Como con todo, ser una cutwoman tiene aspectos positivos y negativos, pero para ella, lo positivo supera a lo negativo, aunque en lo negativo “puede haber mucho drama y es agotador.”

“Tienes que tener una piel dura”, dijo. “Soy sensible por naturaleza, pero no puedes dejar que eso te detenga… el boxeo y las artes marciales mixtas son deportes brutales y sangrientos, tienes que estar preparada para aguantarte”.

Mejía, que es filipina-salvadoreña, dijo que cree que los peleadores modernos son en realidad los que nacen con espíritus guerreros, y en la antigüedad hubieran sido nuestros guardianes comunitarios. Sin una salida como el boxeo, los jóvenes a menudo recurren a la vida de pandillas para enfrentar traumas históricos, generacionales y crónicos. El boxeo para Mejía también ha sido una intervención útil con los jóvenes a quienes ella aconseja para mantenerlos enfocados y aprender disciplina, respeto, desarrollar una ética de trabajo y honor.

“Ver a alguien que viene de poco o nada, trabajar todos esos años, sacrificio tras sacrificio, para que a su familia le llegue su gran oportunidad, esa es la parte que amo”, dijo. “Cualquiera puede tener éxito sin importar de dónde vengas”.

En los últimos años, Mejía ha visto a un par de otras cutwomen en la televisión. Y ella tiene consejos para la próxima generación de chicas: “Tienes que practicar, practicar, practicar, vendar las manos y trabajar las cortadas todos los días por el tiempo que sea necesario para llegar allí. Está bien sentirse desanimada o molesta, solo tienes que reunirte en privado y luego volver y hacer tu trabajo, y hacerlo lo mejor que puedas”.