Martha Salazar ganó el título peso pesado femenil de la CMB el 8 de noviembre en el Longshoreman’s Hall en San Francisco. Foto Bridgid Skiba

Por Alexis Terrazas

El interior del salón Longshoreman además de ruidoso, estaba abarrotado y descuidado; una embriagada multitud se encargó de ello.

Por encima del clamor del alcohol, una voz penetrante sobresalió de entre todas al interior del sitio donde tuvo lugar el evento de boxeo de esa noche.

Era la voz de una muchacha:

“¡Ándale, tía! ¡Vamos! Ésta es tu casa”, gritó Ariana Borrero, de 17 años, con la angustia de ver a su tía Martha ‘La Sombra’ Salazar pelear en el cuadrilátero. Pero verla pelear y ganar ese sábado 8 de noviembre, fue algo dulce.

“Ahí está mi motivación, para todo”, dijo Borrero, aspirante pugilista, con lágrimas corriendo por sus mejillas mientras apuntaba al cuadrilátero y al brillante cinturón que descansaba sobre los hombros de su tía. “Ésa soy yo. Por ella es por quien lo hago. Nunca me rindo. Aprendí eso de ella. Nunca me rindo, porque voy a ganarme uno algún día”.

Durante 10 rounds de 2 minutos cada uno, Salazar, de 235 libras, atacó y golpeó a su contrincante, más grande y más joven Tanzee Daniel, de 252 libras, atacando el torso y el cráneo y lanzando constantes golpes derechos e izquierdos contra esta boxeadora de Nueva York. Salazar no perdió momento alguno durante la noche, logrando su segundo título mundial femenil de peso pesado en una carrera que se ha extendido por 13 años.

“Ahora he decidido que este es mi momento. Y lo demostré”, dijo Salazar en su vestidor después de obtener la victoria por decisión unánime. “He esperado mucho tiempo por esto”.

El camino hacia la cima
Después de una corta carrera en kickboxing, la cual abandonó por falta de oponentes, esta mujer de Ocotlán, Jalisco, México, quien creció en el Valle Visitación de San Francisco, se amarró los guantes y se aventuró a una carrera de boxeo profesional en 2001.

Avanzaba despacio. Pero en 2003, en un viernes cualquiera, mientras hacía entregas en su ruta del Servicio de Uniformes Aramark —empleo que aún conserva— el teléfono sonó.

Dee Pooler, el entrenador que manejaba su carrera en aquel entonces, le preguntó si quería pelear al día siguiente en el combate de apertura para la pelea de Roy Jones Jr. contra John Ruiz en Las Vegas, Nevada.

Salazar contestó sí antes de conocer el nombre de su oponente.

“No sabía y no me importaba”, dijo Salazar. “Le dije, ‘mira no quiero pelear con cualquiera. Quiero pelear con la mejor”.

Esa noche, su oponente era Vonda Ward, la primera en obtener el título de la CMB de peso pesado femenil —el mismo título que Salazar ganara contra Daniel. Ward, de 6 pies 6 pulgadas, antigua basquetbolista de la Primera División de la NCAA, quien en aquel entonces tenía un récord de 15-0, estaba siendo entrenada para lo grande. Salazar perdió en contra de Ward, pero el público de Las Vegas le aplaudió como si fuera la verdadera campeona.

Se enfrentó y perdió una vez más contra Ward en 2007, y casi fue sacada del deporte. Pero la convencieron de concluir su retiro de 6 años en 2013 por una pelea con la número uno peso pesado de entonces, Sonya Lamonakis. Ganarle, la llevaría a la pelea contra Daniel —y al título.
Su madre, Alicia, estuvo ahí para verla derrotar a Daniel, a pesar de que Salazar había prometido nunca llevarla a presenciar una pelea luego de que trató de quitarse los zapatos y atacar al oponente de su hija. Pero su padre, Eustaquio no estuvo ahí.

“Gané, gracias a Dios… gracias a mi padre, fallecido el año pasado”, dijo Salazar, quebrándosele la voz. “Pero, él me ayudó desde allá arriba, sabes”.

¿El último round?
Con ventajosa edad para pelear, el reciente éxito de Salazar en el cuadrilátero podría ser el último.

“Sabes, me estoy haciendo vieja”, dijo Salazar, quien cumplirá 45 en febrero. “Pero creo que puedo hacerlo una vez más. No tengo mucho tiempo. Así que esas otras dos chicas, Carlette [Ewell] y Sonya [Lamonakis], quieren esperar a que me retire para poder venir y tomar posesión, pero está bien. Hey, ahorita soy la mejor”.

—Traducción Carmen Ruiz