Tras el asesinato de seis personas el pasado 9 de enero en un centro comercial de Tucson, Arizona, que dejó además a 14 personas heridas, El Tecolote lamenta profundamente las vidas perdidas y hechas pedazos resultado de este acto sin sentido, y expresa sus condolencias a las familias.

Al mismo tiempo queremos recordar a todo el mundo que por horrible que fuere este reciente acto de violencia, es no más que la última entrega en una serie de muertes que han plagado el estado de Arizona por mucho, mucho tiempo. En la mayoría de las ocasiones las víctimas han sido inmigrantes latinos que se han enfrentado a la muerte y a las dificultades, y quienes han sido despojados de sus derechos básicos civiles y humanos una y otra vez.

El pasado mes de julio, en una entrevista con la agencia noticiera Associated Press, Bruce Parks, médico forense del condado de Pima, informó sobre cómo, por la inmensa cantidad de inmigrantes que murieron al cruzar la frontera, tuvieron que utilizar un camión con refrigeración para almacenar los cuerpos. Sólo en los primeros 16 días del mes de julio, llegaron 40 cuerpos sin vida a sus instalaciones —40 seres humanos muertos en 16 días.

El Tecolote no puede sino manifestar su perpejlidad a la hora de ver cómo estas muertes no desatan el mismo flujo de pesar y enojo que el provocado por estas otras muertes más recientes. El debate que los medios de comunicación masivos presentan en torno a los inmigrantes suele a ligarlos con la violencia, pasando por alto las verdaderas formas de violencia que afligen a las personas que no tienen de otra sino emigrar por razones socioeconómicas.

Los comentarios degradantes sobre los inmigrantes se han convertido en norma, mediante diatribas de expertos en la política e incluso algunos políticos, así como mediante leyes que legitiman prejuicios de talante racial. Lo que concluimos es que, en realidad, el racismo y la xenofobia han contribuido a transformar a estas 40 personas —así como el sinnúmero de víctimas inmigrantes— en una mercancía sin valor alguno, devaluando su valor como humanos y borrando del mapa sus contribuciones a las sociedad.

Este valor cambiante que asignamos a la vida humana es vergonzoso. Tenemos bien claro que la retórica en contra de los inmigrantes y el odio generalizado que vomitan personas como Rush Limbaugh, Glenn Beck y otros, tiene un efecto directo. El público debate el papel que este tipo de discursos jugaron en el homicidio múltiple perpetrado por Jared Lee Loughner en Tucson. Nosotros pensamos que definitivamente no ayudó a lo contario. Va de la mano del discurso acusador que impregna los debates sobre los inmigrantes, privando de humanidad a un segmento de la población vulnerable.

Ese tipo de discurso no fomenta un ambiente que aliente el diálogo, que necesitamos en temas relacionados con la inmigración, la economía y la seguridad. Estamos preocupados porque esta manera de hablar lo que en realidad hace es poner a los inmigrantes al mismo nivel que el ínfimo porcentaje de personas que quebrantan la ley, aunque la mayoría sean personas que la respetan y que contribuyen muchísimo a la sociedad de los EEUU. Ya es hora de que comencemos a valorar la vida de todos los seres humanos por igual.

Y para finalizar, nos deberíamos de plantear todos, si Jared Lee Loughner hubiera sido de herencia árabe o latina, qué rápido se lo hubiera etiquetado como “terrorista”, ya que las representaciones de estas comunidades continúan retratándolos como amenazas a la seguridad nacional.