Nota del editor: Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente la opinión de El Tecolote.

La reciente decisión de la supervisora del distrito Misión de San Francisco, Hillary Ronen y la organización Calle 24, de colocar vallas metálicas en la estación del BART de la calle 24 es increíblemente desalentadora.

Al caminar por la estación del BART en las calles 24 y Misión en San Francisco, se ven al instante unas altas vallas metálicas elevarse mientras cerca de diez vendedores tratan de vender mercancías con temor a ser multados por no contar con su permiso correspondiente.

La colocación de este cercado al exterior de esa estación es un mal ejemplo de planeación comunitaria por parte de Hillary Ronen y el liderazgo de Calle 24 (anteriormente asociación de comerciantes de la calle 24 inferior desde 1999 que ahora es reconocida como Distrito Cultural Latino en San Francisco). La acción tomada por su parte es una forma de controlar a las personas consideradas «no aceptables» como para vender bienes en la plaza, bajo la falsa acusación de existir personas vendiendo drogas y bienes robados. Las vallas marginan y perjudican a nuestra comunidad.

La gente aún se está recuperando de la pandemia y necesita dinero desesperadamente. Exigir una licencia para operar requiere de un proceso que tarda hasta tres semanas, sin garantía de que sea aprobada, entonces, ¿por qué obligar a la gente a pasar por todo eso sólo para ganarse $20 para comer? Un vendedor que recientemente perdió su empleo mantiene ahora a su familia con sólo $75 dólares al día vendiendo tenis y champú en esa plaza. La supervisora Ronen afirma que las vallas harán que la zona sea más segura, aunque lo único que está haciendo es forzar a la comunidad a buscar otros lugares menos seguros donde vender sus productos.

La colocación de vallas no sólo es inhumana, sino que se basa en acusaciones falsas. El comunicado de prensa de Ronen y Calle 24 ha tratado de pintar a la plaza como un lugar donde circulan bienes robados, drogas y delincuencia. El único incidente que puede referirse es el que mencionó al SF Chronicle el capitán de la policía del distrito de la Misión, McEachern, respecto a algunos «miembros de la comunidad» que mencionaron una agresión física. Sin embargo, McEachern también declaró no haber denuncias por agresión ni víctimas que corroboren estas acusaciones. El capitán también declaró no haber visto ni oído hablar sobre tráfico de drogas en la plaza de la calle 24. La policía del BART también respaldó esto. Por último, su oficina sólo ha presentado cinco informes de personas vendiendo «bienes robados» desde mayo (que ocurren menos de una vez a la semana). Lamentablemente, Ronen y Calle 24 basaron su decisión de colocar las vallas en rumores, no en hechos.

La gente no tiene tiempo para esperar de 60 a 90 días a que Ronen y Calle 24 remuevan el cercado (como lo afirma su reciente comunicado de prensa). De realmente preocuparse por la «comunidad», deberían quitarlas y ayudar a controlar el tráfico en la plaza. La realidad es que no todos tienen el mismo acceso a vender artículos en línea a través de Craigslist o en el mercado de Facebook, que no requieren de permisos ni está mal visto hacerlo. La gente va a seguir vendiendo en la vía pública, ya sea en la Calle 24 o no; es algo que forma parte de la cultura.

Resulta doloroso pasar frecuentemente como residente local y ver el espacio despojado de la gente que está tratando de pasar. Al contrario de lo que creen Hillary Ronen y sus colegas de Calle 24, este último año la plaza de la calle 24 ha sido uno de los lugares con más actividad para visitar en Frisco. Mientras nos reponemos del prolongado aislamiento de la peor pandemia de nuestro tiempo, se puede acudir a esa plaza y verse rodeado de conversaciones, de gente tocando música y de vendedores de artículos procedentes de Latinoamérica, comida, artículos de aseo, incluso cargadores de teléfonos móviles. Sin embargo, ante la crisis financiera que enfrentamos, no todo el mundo parece «aceptable» a la vista de Ronen.  

Desafortunadamente, el tono que ella y Calle 24 han tomado, refuerza el racismo y el clasismo que experimentamos en el Distrito Misión.