La alcaldesa de San Francisco, London Breed, enfrenta una presión cada vez mayor por parte de activistas y la Junta de Supervisores para comprometerse a un programa que proporcione todas las habitaciones de hotel de San Francisco desalojadas, y con ello cumplir con el distanciamiento social durante la pandemia de COVID-19. 

Las fallas en este tema surgido al comienzo de la cuarentena, a mediados de marzo, han llegado a un punto álgido con la noticia de los primeros casos de coronavirus en los refugios de la ciudad, y se han ampliado aún más por la lenta respuesta de las agencias responsables de la atención a los indigentes. 

“Sabíamos que este día llegaría”, dijo Jennifer Friedenbach, directora ejecutiva de la Coalición para los Indigentes en una conferencia de prensa el 2 de abril, en respuesta a la noticia del caso COVID-19 en el Centro de Navegación Circle Division. “Hemos estado hablando de eso por semanas. Hemos venido diciendo que tenemos que trasladar a todos los indigentes a estas habitaciones de hotel vacías. Hemos tenido gente en las calles que nos dice que sienten que la ciudad los está dejando morir aquí… Si no tienes un refugio, no puedes ir a ningún lugar. Si vives en un entorno aglomerado, no puedes practicar el distanciamiento social”.

Cuatro días completos después del primer anuncio de la primera prueba positiva confirmada de COVID-19 a un indigente alojado en el Centro de Navegación, los funcionarios de San Francisco seguían sin cumplir su promesa de reubicar a sus habitantes más vulnerables en hoteles, informó este lunes la supervisora del Distrito 9, Hillary Ronen. Por su parte, el supervisor del Distrito 3, Aaron Peskin, dijo haber recibido garantías por parte de Breed el 2 de abril, de que las personas mayores de 60 años o con comorbilidad, particularmente vulnerables al virus, serían trasladados de Circle Division a habitaciones de hotel adquiridas por la Ciudad en las últimas semanas.

(Desde la izquierda) Jenny Friedenbach, Directora de la Coalición por los Indigentes y Aaron Peskin, Shamann Walton, Hillary Ronen y Matt Haney, supervisores de San Francisco, durante una conferencia de prensa el 2 de abril, frente al sitio donde se reportó el primer caso de contagio confirmado por COVID-19, en un refugio de la ciudad. Cortesía: Hillary Ronen

Pero según Ronen, la Ciudad no pudo cumplir con esto y el grupo especificado continuó alojado en el Centro de Navegación hasta el viernes 3 de abril y el fin de semana. Ronen dijo que le informaron de un plan para trasladar a los residentes a las 10:30 a.m. del lunes, pero para esa tarde, no había seguridad de haberse realizado. No se devolvieron las llamadas a dicho centro de navegación. Luego, el lunes, la Sociedad de San Vicente de Paul anunció que dos personas habían dado positivo por COVID-19 dentro de su refugio MSC-South, ubicado en las calles 5 y Bryant, el más grande al norte de California. El supervisor del Distrito 6, Matt Haney, dijo el martes por la tarde que solo 27 habían sido trasladados de esa instalación.

La demora es parte de lo que los críticos ven como un patrón de reticencia y complacencia sobre el tema de prevenir la propagación del contagio entre la gran población indigente de San Francisco. A pesar de que Breed ha recibido elogios en los principales medios de comunicación nacionales por un liderazgo decisivo para implementar la primera orden de refugio en la nación, junto con otros siete gobiernos del condado del Área de la Bahía, se la acusó de procrastinación al tratarse de proteger de la pandemia a las personas indigentes.

“En contraste con la decisión de la alcaldesa de ordenar cuarentena y tomar importantes medidas de prevención en toda la ciudad, todo, desde la HSA y la alcaldesa, han sido reactivos en el mejor de los casos: esperar a que las personas se enfermen y se expongan en lugar de trasladarlas a hoteles de manera preventiva”, dijo este martes el Supervisor del Distrito 5, Dean Preston.

Los defensores y miembros de la Junta de Supervisores han estado presionando a la alcaldesa durante semanas para que use poderes de emergencia y comande que las treinta mil habitaciones de hotel, ahora vacías de turistas, sean para los san franciscanos indigentes, capaces de cuidar de sí mismos, mientras reservan refugios y centros de navegación solo para quienes requieren asistencia por discapacidad mental o física, enfermedad o adicción.

Pero la alcaldía y los jefes de los departamentos de la Ciudad han seguido insistiendo en que esto es inasequible e innecesario: “No podremos resolver nuestro problema de indigencia en San Francisco con esta crisis”, dijo Breed durante una conferencia de prensa el 3 de abril. “No podemos desviarnos de qué información tenemos y qué sistemas estamos implementando para abordar este desafío y realmente mitigar la curva. Este es nuestro objetivo final”.  

Trent Rhorer, director de la Agencia de Servicios Humanos, no respondió a nuestra solicitud de entrevista, pero el lunes, según informes, dijo al periódico Street Sheet que “debido al déficit presupuestario proyectado de $1 mil millones para los próximos dos años, no sería fiscalmente prudente gastar el Fondo General de la Ciudad en el alquiler de miles de habitaciones de hotel para una población que no requiere una intervención urgente de cuarentena de salud o aislamiento de COVID”, y dijo que las directrices del Departamento de Salud Pública declararon que “no había necesidad médica de aislar esta población en habitaciones de hotel, y al hacerlo, podría potencialmente desplazar las habitaciones de hotel que son necesarias para que nuestros hospitales y sistema de atención médica manejen el aumento médico anticipado y para las personas sin hogar que cumplen con la definición de ‘vulnerable’”.

Pero esto parece discrepar con las declaraciones que el doctor Tomás Aragón, funcionario de salud del DPH, hizo durante una reunión de la Junta de Supervisores el 17 de marzo. En respuesta a las preguntas de los supervisores Preston y Haney, Aragón, quien dijo que “desde la perspectiva de la prevención de enfermedades, tener su propia habitación es lo mejor” y dijo que estaba “preocupado” por el potencial de los espacios de aglomeraciones como propagadores de la enfermedad

A pesar de esto, tanto Rhorer como la alcaldesa han seguido resistiendo los llamados a tomar medidas más agresivas con el objetivo de albergar a todos los que se encuentran en las calles y en refugios. Durante semanas, el plan de la alcaldesa fue reducir los refugios existentes derivando a sus residentes al Centro de Convenciones Moscone West y al Palacio de Bellas Artes, donde afirmaron que el distanciamiento social será más fácil de practicar.

Con el plan de albergar a personas sin hogar, fueron colocados 390 colchones en el Centro Moscone. Cortesía: Street Sheet newspaper

 Pero el lunes, Street Sheet publicó un reportaje con imágenes de camas separadas solo con cinta adhesiva en el piso y acusaciones de saneamiento inadecuado. Esto fue seguido por el anuncio de que 19 personas en Moscone habían estado expuestas a las dos personas que habían dado positivo en MSC-South. En el furor resultante, la ciudad retiró sus planes de almacenar cientos de personas indigentes en estos sitios. La Ciudad ahora dice que solo aquellos que ya contrajeron el virus y, posteriormente se recuperaron, serán ubicados allí.

San Francisco ha adquirido varias habitaciones de hotel vacías a través de negociaciones con los propietarios. Pero las reglas actuales restringen su acceso a quienes dieron positivo o que estuvieron expuestos, así como a aquellos considerados más vulnerables, mayores de 65 años o en condiciones de salud que podrían hacer que el virus sea particularmente peligroso para ellos. Los críticos dicen que en una situación en la que cada día los refugios permanecen llenos y se prolonga el riesgo de un brote, la Ciudad no puede permitirse el lujo de perder semanas regateando pagos, responsabilidades y contratos.

“Tenemos el imperativo moral de salvar vidas”, dijo Peskin y agregó: “Creemos que es mejor adquirir estos hoteles por cualquier medio necesario… Discutiremos el dinero más tarde. Así es como seremos juzgados en el futuro”.

“Sí, es caro. Es verdad que es caro”, dijo Ronen cuando fue contactada el lunes. “Pero es menos costoso que las personas que requieren ventiladores durante meses porque han estado viviendo en la calle y se han enfermado a tal grado que deben ir a la UCI”.

“Tenemos más de dos mil habitaciones de hotel vacías bajo contrato por las que estamos pagando. No queremos que la ciudad las mantenga vacías”, dijo Friedenbach el 3 de abril, durante una protesta contra el enfoque de Breed en la cual activistas conservaron el distanciamiento social utilizando megáfonos desde el interior de automóviles y circularon por el Moscone West. “Es absolutamente inevitable que tengamos brotes en todos los refugios. Es imposible… agilicemos esto para que podamos llevar a las personas a las habitaciones de hotel y salvar vidas”.

El martes, la Junta de Supervisores aprobó una ordenanza de emergencia para que la Ciudad adquiera suficientes habitaciones y asigne a todos los que actualmente no están alojados en la ciudad antes del 26 de abril, fecha en la que algunos predijeron que el número de casos en el condado de San Francisco alcanzaría su punto máximo. Hasta el momento de esta publicación, la alcaldesa Breed no ha emitido votación alguna.

“Tenemos las habitaciones de hotel”, dijo Ronen. “Tenemos el dinero. Tenemos el personal. Podemos luchar por más dinero federal si no podemos pagarlo todo de una vez. ¿Por qué no estamos haciendo lo que tiene sentido y salvar vidas alojando a todas las personas indigentes que pueden refugiarse en el lugar y cuidarse a sí mismas? No hay razón ni excusa para no hacerlo”.