De izquierda a derecha: Los activistas Julio Martinez Ellsberg, Claudia Ochoa y George Henriquez sosteniendo una bandera nicaragüense frente al Edificio de las Mujeres en San Francisco, el 6 de septiembre de 2018. Cortesía: Luis Calero

Nicaragua está en crisis y el pueblo se está revelando en contra del gobierno represivo de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo. Los muertos reportados desde el comienzo de las protestas, en abril de este año, alcanzan los 512, de acuerdo con la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos.

Activistas nicaragüenses organizados por la residente del área de la bahía, Amy Bank, realizaron una serie de conferencias el pasado 5 y 6 de septiembre, lanzando un llamado de ayuda a la comunidad estadounidense. Los panelistas fueron Claudia Ochoa,  joven estudiante y activista, George Henríquez, investigador y activista por los derechos de las comunidades afro-descendientes en la Costa Caribe de Nicaragua, y Julio Martínez Ellsberg, activista y coordinador de la gira en los EEUU-Canadá y nieto del informante Daniel Ellsberg, quien dio a conocer los Papeles del Pentágono.

La Universidad Estatal de San Francisco fue sede el 6 de septiembre en un salón de conferencias en el edifico de Estudios Étnicos y Psicología. Los panelistas —empezando por Henríquez y concluyendo con Martínez Ellsberg— fueron uno a uno contando sus experiencias en Nicaragua, cada panelista ofreció su perspectiva sobre esta problemática.

Henríquez se enfocó en la, muchas veces omitida, narrativa de la comunidad en la Costa Caribe y su larga historia de opresión: “Hay diferencias culturales entre la Costa Caribe y la Pacífica. Sin embargo, somos un mismo país”, comentó al inicio de su plática. Por su parte, Ochoa reflexionó acerca de cómo el gobierno de Ortega ha suprimido la libertad de expresión y ha controlado la narrativa histórica en la educación básica.

Mientras tanto, Martínez Ellsberg comentó la importancia de la juventud y de las redes sociales en la protesta contra Ortega: “Algunos de estos estudiantes están en la cárcel, son amigos que eran parte de las marchas hace como dos semanas y porque sus caras ya habían estado en mesas como esta, denunciando al gobierno… Ellos fueron detenidos, nadie sabía dónde estaban, excepto cuando supimos que estaban en la cárcel”.

Sin embargo, no es la primera vez que el país centroamericano enfrenta una lucha en contra de una dictadura represiva. Hace aproximadamente cuarenta años, el pueblo nicaragüense —organizado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional— se levantó en armas contra el gobierno autoritario de Anastasio Somoza Debayle, llevando a cabo así la Revolución Sandinista.

Nicaragüenses protestan por el gobierno de Daniel Ortega en abril de 2018. Cortesía: Pamela Harris

“Es como un déjà vu”, declaró Daisy Zamora, actual profesora en la Universidad Estatal de San Francisco y ex-revolucionaria sandinista. “Lo estamos reviviendo. Y es muy duro, el tiempo que tenemos en el mundo no es mucho, la existencia pasa rápido y tener que pasar dos veces por lo mismo es terrible”.

Zamora —quien fue presentada como invitada especial por la organizadora del panel— participó en la primera insurrección y fue locutora de Radio Sandino, la radio clandestina durante la revolución sandinista. Eventualmente llegó a ser vice-ministra de cultura de donde surgieron varios cambios positivos para el país como la campaña de alfabetización que se lanzó en 1980, un año después del triunfo de la revolución.

Zamora considera que existen un gran número de similitudes entre la dictadura de Anastasio Somoza y la de Daniel Ortega: “está actuando como Somoza, reprimiendo a la juventud, negando absolutamente toda acción de protesta”.

La inconformidad que se está viviendo actualmente, en contra del gobierno de Ortega tiene bastantes similitudes con aquellas que se tenía hacia el gobierno somocista. Lo cual resulta incongruente dado que Daniel Ortega y su esposa fueron parte del movimiento sandinista y lucharon para el derrocamiento de Somoza.

No obstante, los otros ex-miembros del movimiento sandinista consideran que lo que existe no es sandinismo, sino orteguismo.

La mayoría del pueblo nicaragüense desea que se lleven a cabo nuevas y justas elecciones, en donde los actuales gobernantes no puedan participar. También se pide el cuidado a los recursos naturales del país, tomando en cuenta los antecedentes como la quema de la reserva india de maíz y la concesión del canal interoceánico a un empresario chino. Además, se solicita que se termine con la corrupción, opresión e impunidad que se ha estado viviendo en el país.

“Él [Daniel Ortega] se vende como un nacionalista y es un defensor de la soberanía de Nicaragua y como sandinista, cuando en la práctica es absolutamente todo lo contrario. Él, en primer lugar, secuestró el partido. Los verdaderos sandinistas, la gente que eventualmente se fue sintiendo apartada, porque no los dejaban participar en los cambios que se requerían en el partido, se fueron yendo. Y entonces él se apoderó del Frente Sandinista, lo desnaturalizó y lo convirtió en un partido. Hizo exactamente lo que hizo Somoza con el partido liberal”, declaró Zamora sobre las similitudes entre ambos gobernantes.

Nicaragüenses protestan por el gobierno de Daniel Ortega en abril de 2018. Cortesía: Pamela Harris

No obstante, Zamora considera que existen puntos clave en donde se puede ver las claras diferencias: “Somoza es diferente a Ortega, Somoza representaba toda la tradición de Nicaragua, porque tenemos una historia trágica y el invasor ha sido, principalmente, los EEUU… Somoza tenía esta connotación [de su apodo ‘El Último Marino’] porque él representaba los intereses del imperio yankee”.

Después de que la exposición de los panelistas, se dio espacio a preguntas del público. Luis Alfaro, representante de SOS Nicaragua San Francisco, tuvo la primera palabra: “Yo quisiera que nos dijeran a todos los nicaragüenses que estamos acá qué es lo que pide Nicaragua, qué es lo que exige Nicaragua”, preguntó con un tono hostil.

Alfaro parecía enojado de que su grupo no fuese considerado en el panel acerca de la ayuda para Nicaragua por parte de los EEUU. Él fue rápido en señalar que SOS Nicaragua ya tenía presencia en el Área de la Bahía y ya habían empezado a tomar acción.

Y, aunque era evidente la incomodidad de tanto los organizadores como del público por las interrupciones de Alfaro, no se dejó que se desviara el objetivo principal: la unión del pueblo nicaragüense y la búsqueda de ayuda internacional para así llegar a un acuerdo de paz en Nicaragua.

Zamora cree que, el hecho de que los jóvenes estén llevando una lucha pacífica es preocupante por el nivel de riesgo que conlleva: luchar contra un gobierno armado que lo conforman miembros de la policía, el ejército y paramilitares, implica mucha violencia en contra el pueblo que protesta por sus derechos.

“Esta manera de protestar es un avance, es muy del siglo XXI, está hecha con tecnología y la tecnología está al servicio de la causa”, declaró la profesora Zamora. También añadió que el uso de las redes sociales como medio de comunicación ha sido de vital ayuda para dar a conocer los acontecimientos que están sucediendo en Nicaragua. Los videos, fotos y publicaciones de los participantes en las marchas han funcionado como un llamado para convocar al resto del pueblo. Los protestantes también han fungido como periodistas ciudadanos al difundir los acontecimientos conforme ocurren.

A su vez, la profesora Zamora considera que esta insurrección traerá diferentes y grandes consecuencias para el pueblo nicaragüense a largo plazo: “Si hay un aspecto que ha creado esta dictadura, es que va a dejar un lastre, o una consecuencia en la sociedad nicaragüense que no teníamos y es que ellos han colmado a estos paramilitares”. declaró. “Y estos paramilitares, una vez que cambie la situación, van a introducir en la sociedad nicaragüense lo que no teníamos, las Maras y las pandillas”.

El pueblo nicaragüense no se ha dado, ni se dará por vencido. El sentimiento de unión en contra del gobierno autoritario mantiene al pueblo aliado. No obstante, se necesitan más aliados para ganar la lucha contra Ortega. A pesar de que Costa Rica ha sido de gran ayuda, la atención de países con mayor capacidad de apoyar al pueblo nicaragüense ha sido prácticamente nula. Nicaragua se encuentra en medio de querer recibir ayuda internacional y, al mismo tiempo, asegurar su soberanía.

Sin embargo, Zamora mantiene la esperanza: “Yo confío en la creatividad de los nicaragüenses, que realmente es un pueblo que, tal vez, por la historia que hemos tenido, somos capaces de salir con algo inesperado para ver cómo llegar a donde queremos llegar”.