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Karen y Elizabeth en casa de la primera el 18 de agosto. Las amigas comparten un fuerte lazo y se animan una a la otra para mantenerse positivas y alcanzar sus metas. Foto: Estivali Moreno

Tengo una querida amiga que regresó a la escuela a sus cincuenta años. La llamo mi ‘Mamá Osa’, pero su nombre es Karen y es quien primero me viene a la mente cuando pienso en regresar a la escuela.

Karen ha sido mi persona de muchas maneras: me ha dejado dormir en su sofá empapada en lágrimas tras rupturas. Guarda todos mis secretos y siempre tiene una taza caliente de café listo para mí en la mañana si la necesito. A lo largo de nuestra amistad, la he visto pasar de ser estudiante de primer año en el City College de San Francisco (CCSF) llena de dudas, a una confiada y trabajadora estudiante que ahora sueña con obtener una licenciatura.

Mi amiga, a pesar de su edad y otras barreras, tomó la decisión de sobresalir por sí misma mediante su educación, y creo que puedo hacerlo de la misma manera.

Mi relación con la educación ha sido complicada. No puedo decir que he tenido el pretexto de las ‘barreras’. Mis barreras han sido en su mayoría ‘auto creadas’: “No necesito un título”, “No tengo dinero”, “Estoy demasiada gorda” (uno de mis escritores favoritos dice que todos pensamos que somos demasiado gordos para hacer algo así que lo incluyo), y la última, “Soy demasiado vieja” (tengo 29 años, no es una “edad tradicional” para la universidad, supongo, pero decir que soy vieja es ridículo, ¡eso lo admito!).

Sin embargo, la mayor barrera auto inventada ha sido mi relación con las matemáticas. Cuando hice el examen de nivel en el CCSF, me colocaron en la clase más baja de matemáticas. Mi ego era demasiado grande para quedarme en una clase básica de matemáticas y pre-álgebra, así que continué aplazando mi educación con todas las excusas antes mencionadas.

Pero hay personas que tienen verdaderas barreras que les impiden seguir su educación. He tenido que analizar mi privilegio. Estoy viviendo en un momento en que no hay tiempo para ese tipo de barreras. ¿Has visto a nuestro gobierno? Tengo la responsabilidad de seguir con mi formación y tratar de averiguar cómo ayudar a aquellos que enfrentan barreras verdaderas. Tengo una responsabilidad conmigo misma y con mi comunidad. Básicamente tengo que “¡Superarlo e ir a la escuela!”, como dice mi papá.

Lo académico no ha sido mi fuerte. Dudo de mi constantemente y siempre he temido preguntar. Al hacerlo, considero que soy tonta o que ya debería saber cosas. Hice que la gente me mirara sorprendida cuando les dije que no sabía las fechas o detalles sobre guerras o presidentes, pero nunca había tomado el tiempo para aprender estas cosas. El aprendizaje toma cierta humildad que me ha llevado tiempo adquirirlo.

Pero entonces pienso en Karen. Sentada en su pequeño apartamento viendo sus textos esparcidos por el piso y su entusiasmo por todo lo que está aprendiendo. El último semestre tomó una clase de estudios latinoamericanos con Greg Landau, un profesor destacado que también enseña música y lleva a los estudiantes a Cuba cada verano. Y eso selló el trato para mí. ¡Quiero estudiar en Cuba! O al menos quiero aprender sobre el país. Quiero que estas cosas sean una posibilidad para mí. Quiero que estas cosas sean una posibilidad para todos los que la quieran. Así que finalmente decidí dar el primer paso.

Estoy inscrita en dos clases en el CCSF, campus Misión. Elegí específicamente esa sede porque para mí la Misión es mi hogar y me encanta la idea de ir rumbo a clases escuchando hablar español a mi alrededor. Estoy muy entusiasmada con mi clase de Música de Latinoamérica porque mi profesora es conocida por ser talentosa y su clase cuenta con la reputación de ser muy divertida. Vi un video de ella tocando el piano y rebosaba una pasión y energía que parece contagiosa. Y mi otra clase es de matemáticas porque sabía que si no la cursaba entonces no estaría tomando en serio el compromiso con el aprendizaje. Para acabar, soy residente de San Francisco, entonces mi colegiatura es gratuita debido al nuevo programa de inscripción, Free City. Por lo tanto, no puedo usar el pretexto “No tengo dinero”. Es hora de destacar por mí misma. Gracias por mostrarme el camino, Mamá Osa.