El ‘Muro de los Nombres’ del Parque por la Paz en Santiago de Chile, es un monumento conmemorativo a las personas desaparecidas en Villa Grimaldi.

Quique Cruz es un músico, compositor, escritor, académico y cineasta, nacido y criado en la costa central de Chile. Poco tiempo después del golpe militar de Pinochet en 1973, lo encarcelaron en el desgraciadamente notorio centro de detención Villa Grimaldi. Después de un año en diferentes campos de concentración, lo liberaron y se exilió. En el año 1980 se radicó en el Área de la Bahía de San Francisco, California. Es en esta “nueva casa” donde Quique ha trabajado prolíficamente en multitud de proyectos.

Su último proyecto es el documental ‘Arqueología de la Memoria: Villa Grimaldi’, —codirigido y coproducido con Marilyn Mulford— que se estrenó en 2008 y ha aparecido en festivales de cine en los EEUU y en el extranjero. El año pasado ganó el premio del público en el festival de Mill Valley. En octubre de 2009 el documental formó parte de la serie “Global Voices” del canal de televisión PBS, y se presentó a nivel nacional.

‘Arqueología de la Memoria’ recién fue nominada como una de las cintas finalistas para el premio de la Asociación Internacional de Documentales (IDA por sus siglas en inglés) —organización radicada en Los Ángeles que celebra y fomenta el cine de no-ficción a nivel mundial. La película es finalista en la categoría de películas sobre el mundo de la música. La ceremonia de los premios IDA se celebrará este 4 de diciembre de 2009 en el local de la Asociación de Directores en Los Ángeles, y el maestro de ceremonias será Ira Glass. Quique Cruz conversó con El Tecolote sobre su película.

¿Qué es ‘Arqueología de la Memoria: Villa Grimaldi’?

‘Arqueología de la Memoria’ es un proyecto compuesto por una suite musical, un libro, una película y una instalación. El proyecto nace de un trabajo que hice para una tesis en un programa sobre Pensamiento Moderno y Literatura en la Universidad de Stanford. En teoría, el proyecto explora la relación entre la creación de la belleza a partir de experiencias de dolor, y la relación entre la belleza y el terror. Además, explora cómo los artistas que han sido víctimas de violencia política crean objetos de arte y los exponen en la esfera pública.

Más concretamente, la película sigue un viaje que hice de EEUU a Chile en busca de amigas y amigos que estuvieron en campos de concentración conmigo: un pintor, una poetisa, una escritora y una ceramista. Les pregunté cómo lidiaron con sus experiencias de prisión y tortura en su creación artística. En este viaje escribí una pieza musical que acompañaría el documental. Me mantuve escribiendo durante todo el viaje: en los EEUU, en Chile, en aeropuertos, campos de concentración abandonados y en el Parque por La Paz, un antiguo campo de concentración que lo hicieron museo.

¿Quién trabajó en el proyecto?

El cine es un medio artístico muy complicado y no tenía la menor idea. He sido un músico casi toda mi vida y no sabía cuan necesario es el trabajo de equipo para poder contar una historia a través de una película. En nuestro proyecto participaron de cuarenta a cincuenta personas, incluyendo a la codirectora y coproductora Marilyn Mulford, el camarógrafo Vicente Franco, el editor Michael Chandler, el fotógrafo Adam Kufeld y el artista gráfico Guillermo Prado.

Debe ser un desafío, primero que nada estar exiliado en EEUU, país que tuvo mucho que ver con el golpe de estado en Chile; y sobre todo en esta década pasada, en la que salió a la luz el papel de los EEUU al usar la tortura.

Nunca pensé que este trabajo fuera un fragmento de la historia de América Latina, sino acerca de la condición humana y la permanencia de la tortura en la sociedad. Y sobre todo, acerca del papel que los artistas desempeñan al retratar la experiencia humana de la tortura. Cuando empezamos a realizar la película hace diez años, nadie quería hablar sobre estos temas. Decían, “Esto es historia… pasó hace mucho tiempo”. No encontrábamos a nadie que financiara el proyecto. No obstante, en el momento de que los EEUU invadió Irak por segunda vez y Abu Ghraib apareció en los titulares de los noticieros, entonces nuestro trabajo adquirió vigencia y rápidamente conseguimos financiación. Recibimos una beca de ITVS, una rama del canal de televisión PBS encargada de buscar nuevos proyectos.

A medida que trabajaba en el proyecto recibía toda tipo de información sobre cómo se torturaba y aniquilaba a personas, lo mismo que nos había pasado a mi y a mis amigos en Chile. Fue muy difícil toda esta parte del trabajo. Pero por otro lado, el proyecto se hizo cada vez más importante, verdadero y vigente.

Por alguna razón, quizás debido a las relaciones de poder que se establecen en el mundo, algunas personas siguen en lo mismo: bombardeando a gente, torturando. Entrevisté a mi madre, y creo que fue la persona mas elocuente de la película. En algún momento dijo: “Esto no sólo nos pasó a nosotros, ni sólo a ti, hijo. Le ha pasado a mucha gente y seguirá pasando”. Eso lo dijo mi madre un año antes de lo que sucedió en Abu Ghraib.

¿Cómo ha respondido el público a la película?

No quería hacer una película donde la gente se sintiera desesperanzada. Lo sorprendente, y gratificante al mismo tiempo, es cómo la gente me ha escrito y dicho que el documental está lleno de esperanza.

La próxima muestra de ‘Arqueología de la Memoria: Villa Grimaldi’ será en el cine de Pacific Film Archive en Berkeley el día 7 de febrero, 2010. El documental es parte de una serie que acompaña la exhibición de dibujos y pinturas del artista Fernando Botero sobre los abusos en la prisión de Abu Ghraib en Irak.

Para más información por favor visite: www.arqueologiadelamemoria.org, www.quijerema.com.

—Traducción Quique Cruz