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Carmen Gloria Quintana —quien, de adolescente, se opuso al régimen del dictador chileno Augusto Pinochet, aún lleva las cicatrices como resultado de su activismo.

Quintana tenía solo 18 años cuando el 2 de julio de 1986 a su cuerpo se le prendió fuego, quedándole cicatrices en el 65 por ciento de su cuerpo. El 18 de marzo habló en Berkeley acerca de los efectos a largo plazo que el régimen de Pinochet ha tenido no sólo en su vida, sino en Chile también.

“Fue un choque emocional para mi familia”, dijo Quintana sobre el incidente durante su visita a la zona de la bahía. “Mi hermana más joven tenía 10 años y mi hermana mayor 19 años; éramos niñas y adolescentes. Mis padres inmediatamente vieron esto como una batalla”.

Quintana no fue la única víctima de ese día. Rodrigo Rojas, un joven de 19 años de edad, fotógrafo estadounidense, estaba de visita en Chile para estar en contacto con sus raíces. Mientras asistían a una manifestación, Rojas y Quintana fueron detenidos por la policía, rociados con gasolina, prendidos fuego y dados por muertos en una zanja en las afueras de Santiago de Chile, esto de acuerdo con Quintana.

Rojas murió un par de días después debido a la gravedad de las lesiones.

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Según Quintana, ninguno de los agentes implicados enfrentó represalias, a diferencia de los 15 testigos que se presentaron.

Después del incidente, a Quintana se le ofreció refugio en otros países y terminó yéndose a Canadá con toda su familia en septiembre de 1986.

“Los chilenos organizados en Quebec recaudaron fondos y protestaron”, dijo Quintana. “Hubo mucha solidaridad. A mis padres se les dio una casa amueblada para vivir en ella”.

Alrededor de 35 mil personas sufrieron durante el régimen de Pinochet, según un informe de 1991 por la Comisión Rettig, que fue creada en 1990 por el entonces presidente chileno, Patricio Aylwin.

Chile no era el único país en Latinoamérica ante la lucha política en los años 70 y 80. Algunos países, como El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua sufrieron la guerra civil y la crisis económica. Quintana atribuye la agitación de esos países a “grandes empresas que extraen recursos naturales de Latinoamérica, que no tienen ética, no tienen en cuenta el medio ambiente”.

“No hay una política que proteja a la naturaleza”, dijo Quintana. “La violación de los derechos humanos, las violaciones de los grupos indígenas por parte del sistema judicial, es clasista. Esa es la razón por la que no hay cambio”.

La visita de Quintana al área de la bahía, durante la cual asistió a la presentación ‘La Vida Vence a la Muerte’, basada en su vida, coincidió con la Conferencia Latinoamericana de Negocios de la UC Berkeley que el 1 de abril tuvo como invitado al político chileno Felipe Kast, cuya familia tiene vínculos con el régimen de Pinochet.

“Es decepcionante que la universidad invitara a ese tipo de personas para dar una conferencia en una institución que promueve el respeto y los derechos humanos”, dijo Quintana.

Ella volvió a Chile después de recuperarse de sus heridas a finales de 1980, sin embargo, cree que Chile es un país que aún tiene que curar la herida del régimen de Pinochet.

“Hay bibliotecas con el nombre de Pinochet —calles, estatuas. Los asesinos están muriendo [en] la impunidad, declaró. “Hay un largo camino por recorrer antes de que podamos hablar de la reconciliación”.

El juez chileno Mario Carroza volvió a retomar el incidente en el que murió Rojas y que dejó permanentemente desfigurada a Quintana. En 2015, Carroza ordenó la detención de siete oficiales, incluyendo el teniente Julio Castañer. Uno de los agentes involucrados, Fernando Guzmán, dijo que Carroza Castañer ordenó que a Quintana y Rojas se les prendiera fuego.

Según Quintana, a las víctimas del régimen de Pinochet les gustaría seguir adelante, pero para que esto suceda es necesario que haya un discurso.

“Hay una parte de la población chilena que dice que esto es parte del pasado, ‘¿Por qué debemos recordar? ¿Por qué reabrir viejas heridas?’ Pero hasta el día de hoy, hay una realidad que se ha negado”, dijo Quintana.

“Nosotros, como víctimas, no queremos venganza; lo que queremos es la verdad, la justicia y la reparación con una visión hacia el futuro”.