“Esto nunca va a desaparecer”, dijo Luis Poot, pocos días antes del aniversario de la muerte de su primo. “Eso nunca se va a borrar, eso nunca se va a olvidar. Esto es de por vida”.

Este 7 de abril será el séptimo aniversario de la muerte de Luis Góngora Pat, un vagabundo maya que vivía en un campamento de tiendas de campaña en la calle Shotwell cuando fue asesinado por el sargento del Departamento de Policía de San Francisco Nate Steger y el entonces oficial Michael Mellone.

La muerte de Góngora Pat a manos de la policía fue una de las muchas que originaron un movimiento que no sólo condenó la violencia policial en San Francisco, sino que exigió la rendición de cuentas de quienes mataron a Alex Nieto, Mario Woods, Amilcar Pérez López y Jessica Williams. La huelga de hambre de los Frisco Five tomó forma después de la muerte de Góngora Pat, lo que resultó en la renuncia del jefe del SFPD, Greg Suhr. Aun después de tomar protesta como nuevo jefe de policía, los asesinatos continuaron y nadie resultó responsable.

Luego Chesa Boudin, a pesar de una fuerte oposición de los partidarios de la aplicación de la ley, ganó y se convirtió en el nuevo fiscal de distrito de San Francisco en 2020, prometiendo una reforma de la justicia penal y responsabilidad policial. La justicia para Luis, finalmente, parecía posible.

Frank Sosa, miembro del Proyecto Anti-Policía-Terror, sostiene un cartel con el retrato de Luis Góngora Pat durante una reunión en el ayuntamiento celebrada en la sede del Sindicato de Trabajadores Locales 261 el 13 de abril de 2016, que abordó el asesinato de Góngora Pat a manos del SFPD. Foto: Joel Angel Juarez

“Había mucha esperanza”, recordó Poot, quien apoyó y se reunió con Boudin para discutir la reapertura del caso de su primo. En el otoño de 2021, Rebecca Young, que entonces trabajaba con Boudin, se empapó todo lo que pudo del caso, con la esperanza de presentar cargos contra Steger y Mellone mediante una acusación formal a través de un gran jurado.

Para eso, se reunió con el hermano de Luis, José, y con Adriana Camarena, organizadora comunitaria y partidaria de la familia Góngora Pat. Ella entrevistó y emitió citaciones para media docena de testigos, y también citó a expertos. Pero con las presiones ya en aumento para volver a llamar a Boudin, Young sabía que estaba en una carrera contra el tiempo.

“La oficina del fiscal de distrito tenía un procedimiento establecido en el que tenía que reunirse con el coordinador del Gran Jurado quien consideró que el caso no estaba listo para ser llevado ante dicha instancia. A pesar de que teníamos fechas preservadas y la corte iba a elegir jurados”, dijo Young a El Tecolote.

A ella le informaron que necesitaba los registros de Mellone del Departamento de Policía de Antioch, que lo contrató días después de dejar el SFPD, para obtener una acusación. Young luego decidió avanzar hacia un Gran Jurado Investigador, para al menos preservar sus testimonios: “Una semana antes de que comenzara el Gran Jurado, nuestro testigo principal murió atropellado. Fue increíble».

Ese testigo fue Rosalyn Barnett, que iba en un scooter el 1 de mayo de 2022, al ser atropellada por un vehículo y murió en el Tenderloin de San Francisco, a solo una cuadra de su casa.

“Nunca se ha procesado a nadie por ello. Yo estaba devastada”, dijo Young. “Estaba parada afuera de su tienda de campaña cuando vio como estos policías disparaban a Luis… Y yo iba a seguir. Ella había hecho una declaración fantástica que fue grabada en video, pero no había forma de presentar esa declaración porque era un testimonio de oídas”.

Tratando de mantener viva la esperanza, Young redactó una declaración jurada de orden de arresto, trabajó 60 horas en un lapso de cuatro días y la presentó para su revisión. Pero el Investigador del Fiscal del Distrito no firmó la orden de arresto: “Y eso terminó justo ahí”, dijo Young. “Y eso diría que sucedió unas tres semanas antes de la elección revocatoria”.

Luis Góngora Pat sostiene a su hija, Rossana, el día de su bautizo en Teabo, Yucatán, México. Courtesía: Justice4luis.org

Tras la destitución de Boudin, la alcaldesa London Breed nombró a Brooke Jenkins, quien no sólo ha ignorado a la familia Góngora Pat, sino también a la familia de Keita O’Neil quien fue asesinado por el entonces oficial del SFPD, Christopher Samayoa, en diciembre de 2017.

“Prácticamente, como todos los casos en San Francisco, esta desgraciada que está ahorita de fiscal [Jekins] creo que es peor que el anterior cuando pasó el incidente, Gascon. A mi primo, no solo lo asesinaron, lo ejecutaron. Y él [Gascón] nunca puso un cargo… lo que hizo fue defender a los policías… y eso es una desgracia. Es una basura el sistema de justicia para la gente que pasa esos casos. Y hay varios casos”. 

En opinión de Young, “Brooke Jenkins, una de sus plataformas era pedir la rendición de cuentas de la policía. Y eso claramente era una mentira. Ella no está haciendo nada. Creo que, por alguna razón, está realmente en deuda con el POA. Es interesante para mí que en todo el país, los agentes de policía han sido acusados de asesinato u homicidio involuntario, en casos de uso injustificado, irrazonable y excesivo de la fuerza, pero no aquí en San Francisco. Y la ironía es que San Francisco tiene esta reputación de ser la tierra progresista”.

Camarena ha estado al lado de la familia Góngora Pat durante los últimos siete años: “Vale la pena recordar que a un jefe de policía le costó su puesto”, dijo en referencia a Suhr, quien renunció en mayo de 2016. “Y aún así, todo está bañado con promesas de reforma. Y luego, al final, lo que vemos es un regreso a las posturas conservadoras sobre la vigilancia que se ha demostrado a tiempo, que en realidad no hacen que nuestra comunidad sea más segura, sino que solo criminalizan a las personas de color y a las personas en condiciones de vulnerabilidad”.

“Intentan continuamente resolver el final de un problema, sin responsabilizar a la ciudad por la falta de recursos para las personas sin hogar, para las personas que sufren problemas con el abuso de sustancias”, continuó Camarena. “Podría haber soluciones muy progresistas, pero ahora están atendiendo a las personas más ricas de la ciudad, que no quieren pensar en estos problemas. Simplemente no quieren ver pobreza, cuando es precisamente la gentrificación de la década la que causó estos problemas”.

Antes de ser asesinado por la policía, Góngora Pat compartió apartamento con su hermano José durante unos 10 años. Era analfabeto y no hablaba inglés, pero trabajaba duro como lavaplatos en Mel’s Diner. Luis y José fueron desalojados cuando no entendieron el sistema de pago de la renta y nunca recibieron recibos de la renta que pensaban que estaban pagando.

Cuando Luis escuchó que sus primos vivían en la calle, trató de ayudar. Haciendo lo mejor que pudo, ayudó y ofreció un techo a solo uno de sus primos, José. No podía alojar a Luis, por temor a ser desalojado él mismo por tener demasiadas personas viviendo con él. “Así como mi primo hay mucha gente que está en la calle, no sabemos la razón por la cual están en la calle. No podemos juzgar a la gente que está en la calle”. 

Familiares de Luis Góngora Pat: (desde la izquierda) su primo, Luis Poot; su hermano, José Góngora Pat y su primo, Carlos Poot. Foto: Ekevara Kitpowsong

En cuanto a un camino a seguir en términos de acusar a los asesinos de Góngora Pat, Young no ve ninguno: “No creo que haya ningún camino a seguir. El plazo de prescripción ya pasó. Aquí está lo interesante del caso Góngora Pat. Los testigos oculares con los que hablé estaban tan felices de que algo estuviera pasando. Estos eran civiles que no lo conocían en absoluto… y fue realmente devastador decepcionar a todos de esa manera. Particularmente a Adriana y a la familia de Góngora. Creo que desarrollaron mucha esperanza. Pensé que iba a ser capaz de llevarlo a cabo, pero me vi frustrada en todo momento”.

Si bien acusar a los asesinos de Góngora Pat parece estar fuera de su alcance, Camarena se está enfocando en la sanación de la familia: “Sobre todo me preocupo por lo que les está pasando a las familias y a las personas que los han apoyado. Y quiero que encuentren algo de bienestar. Sanando solo sin justicia. Ahora se vuelve a plantear, para nosotros, cómo podemos curarnos de estos traumas, para que no se conviertan en traumas generacionales”.