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Las paredes están vacías y cajas de color marrón cubren las mesas en las que antes se sentaban los clientes. La ventana delantera se encuentra cubierta y solo en un brillante letrero amarillo neón, se lee: “A todos nuestros clientes y amigos, les informamos que ha llegado el día de irnos”.

Después de 67 años, el 9 de octubre de 2018, la panadería La Victoria cerró sus puertas en las calles 24 y Alabama por última vez.

Durante este último día de La Victoria, los estantes estaban medio llenos y los clientes entraron a llevarse lo que quedaba y a expresar su cariño y aprecio por la panadería. Una clienta llamada Juliet y su hija Gabi se encontraban entre las personas que llegaron ese día. Julieta, quien fuera clienta de La Victoria por casi 21 años, se sentía muy triste de verlos irse.

“Era uno de los negocios en el vecindario en el que dependes de su presencia. Representa una parte del vecindario que ha ido desapareciendo progresivamente durante los últimos años”, dijo Julieta. Ella dijo que era difícil verlos partir; cree que hasta cierto punto las cosas deben cambiar y evolucionar, pero igual se nos dificulta presenciar a estas personas, familias trabajadoras, que han sido la columna vertebral de la comunidad por tantos años y ahora son expulsados.

La panadería fue fundada originalmente por Gabriel Maldonado en 1951, y fue traspasada al hijo de Gabriel, Jaime Maldonado, en el año 2000. Pero a partir de enero de 2018, Laura Hernández y Daniel Gabriner se encargaron del negocio y sus operaciones diarias, aunque los propietarios del edificio eran la familia Maldonado. Hernández ha trabajado en La Victoria durante 12 años, y Gabriner se unió a ella en 2010.

“Existe un conflicto dentro de la familia con la venta del edificio. Tratamos de contactar a [la familia Maldonado]. Llamamos, enviamos correos y mensajes. Al parecer, no querían hablar con nosotros”, dijo Hernández.

La familia Maldonado decidió vender el negocio y le entregó a Laura Hernández una carta de desalojo en julio. Aunque desde hace 12 años que conoce a la familia, no obtuvo respuesta cuando trató de comunicarse con ellos sobre el desalojo. Ahora ella, Gabriner y sus empleados tendrán que buscar un lugar a donde irse.

Mike Fishman, el propietario de Cinderella Bakery en el distrito de Richmond, hizo una oferta de compra del edificio y pudo asegurarlo. Hernández y Gabriner le preguntaron sobre la posibilidad de regresar al local de la calle 24 y Alabama para vender pan. Se reunieron con Fishman y, según ellos, dijo que estaría dispuesto a dejar que la Victoria permanezca donde está, pero no han recibido una respuesta oficial.

“Hace un mes Danny y yo intentamos hablar con él [Fishman] sobre la posibilidad de continuar con la panadería”, dijo Hernández. “Dijo que teníamos que irnos para poder remodelar, pero tal vez nos permita quedarnos. Ahora estamos esperando un sí o un no, pero nos parece que el quería tener una excusa para sacarnos”.

Erick Arguello cofundó Calle 24 para preservar, mejorar y abogar por la continuidad cultural, la vitalidad y la comunidad latina. Arguello quiere ayudar a Hernández y Gabriner a mantener el nombre de la panadería y encontrar una nueva ubicación porque es poco probable que puedan regresar a las calles 24 y Alabama.

“Históricamente, es como si nuestras raíces fueran arrancadas de esa esquina. Para la comunidad latina es parte de nuestra identidad e historia. Vamos a luchar para traerlos de vuelta”, dijo Arguello. “Presionaremos, haremos peticiones, y si tenemos que… protestaremos afuera, entonces eso es lo que vamos a hacer”.

Arguello, quien ha sido una parte vital al tratar de conservar La Victoria, aún no ha recibido respuesta de Fishman.

“Llamé al dueño, Mike, y no me contestó”, dijo Arguello. “Siguen en silencio, así que vamos a seguir repitiéndoles cuán importantes es [la Victoria] para nosotros como comunidad y vamos a insistir que la traiga de vuelta”.

Otros clientes querían reconocer que todos los que formaban parte del negocio trabajaron tan duro y entregaron todo su esfuerzo al trabajo. Andrea Rivas, una empleada de la panaderia, dijo que la tristeza y nostalgia en el último día eran palpables. Rivas trabajó durante dos años en La Victoria. Fue una experiencia grata y hermosa para ella e hizo muchos amigos durante ese tiempo. Rivas no está segura a dónde irá o qué hará ahora que la panadería ha cerrado. El problema más grande con el desalojo es lo que viene después, tanto para la empresa como para los empleados.

El cambio de las calles 24 y Alabama no ha sido fácil para los empleados de La Victoria, pero la comunidad, reconociendo la situación, estuvo allí para ayudar. El Chico Produce, un negocio ubicado al frente, permitió que Hernández y Gabriner prestaran su gran camión de mudanzas. Los miembros de la comunidad, viendo otro negocio histórico desplazado después de haber estado en el vecindario durante tantos años, están dispuestos a hacer cualquier cosa para ayudarlos a quedarse.

Mientras Hernández y Gabriner continúan esperando una respuesta, reanudarán su operación de hacer pan en un espacio de panadería en el distrito de Dogpatch, donde continuarán trabajando junto con sus empleados de La Victoria. Ahora forman parte del American Industrial Center, que alberga una gran variedad de empresas las que incluyen negocios recién creados hasta cervecerías y chocolateríass. Hernández y Gabriner esperan que este movimiento sea solo temporal, porque no parece ser apropiado para minoristas.

“El nuevo lugar es más un lugar de producción. No es propicio para el comercio minorista”, dijo Gabriner. “Pero Laura realmente quiere, y yo la apoyo en la búsqueda de una nueva tienda al menudeo”.

Aunque el futuro no se ve muy claro, Hernández y Gabriner sienten el cariño de la comunidad de la Misión.

“El apoyo es muy fuerte, lo vemos por todo alrededor”, dijo Gabriner. “Por el momento, nos sentimos afortunados de tener un grupo de personas que nos apoyan y que permanecen con nosotros y eso es bastante sorprendente, considerando que todo podría haberse desmoronado”.

Aunque Hernández y Gabriner no saben realmente que sucederá a corto plazo, lo que sí saben es que seguirán haciendo pan. Todavía están recibiendo pedidos para el Día de los Muertos y el Día de los Reyes Magos. Esas vacaciones son la época más ocupada del año. Y no desean decepcionar a sus clientes.