Después de ver la nueva serie documental de HBO ‘Not so pretty’, que investiga a las industrias de belleza, cosmética y de cuidado personal y la producción y comercialización de productos nocivos, me surgió una pregunta inquietante: ¿cómo sucede esto en nuestras narices?

Para responder a esta pregunta, es importante diseccionar los productos fabricados por las empresas multimillonarias cuyos productos vemos en los estantes cotidianamente. Uno de los muchos rasgos que poseen estas industrias es su capacidad para manipular y distorsionar la verdad. Emplean un lenguaje colorido que influye en los consumidores para que adquieran sus productos. El problema no es tanto el anuncio, sino lo que dicen y cómo lo dicen.

En dicha serie documental, Johnson & Johnson estaba bajo la lupa por usar tácticas de marketing manipuladoras y agresivas que le permitían vender sus productos nocivos y tóxicos a consumidores incautos. Por ejemplo, utilizan imágenes de madres y bebés acompañadas de discursos como “su confianza está en buenas manos”, “la compañía de bebés más vieja del mundo”, o la más irónica “más que una compañía de bebés….”

La ironía de la última frase está oculta en los químicos cancerígenos contenidos en los productos de Johnson & Johnson (J & J) y en las miles de demandas por cáncer de sus consumidores. Esta es solo una de las muchas empresas que producen productos inseguros.

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) carece de la capacidad para regular a fondo los productos, lo que permite un proceso de investigación poco estricto para que estos materiales dañinos se coloquen en los estantes comerciales. La industria del maquillaje, la industria del cuidado de la piel, la industria de las uñas, etcétera, ignoran la seguridad de sus consumidores y se preocupan principalmente por reducir el tiempo que lleva fabricar estos productos y las ganancias que generan su venta. Existen varios reclamos contra estas grandes empresas que eligen tomar atajos para que sus productos sean aceptados por la FDA, como se demuestra en los correos electrónicos entre J & J y la FDA.

Entre las muchas sustancias químicas tóxicas contenidas en los productos de Johnson and Johnson se encuentra el talco. La base de muchos de los productos de J & J es el talco, que se ha relacionado con el cáncer. Este es un producto que generalmente se cultiva con amianto, que es un carcinógeno extremadamente dañino para el humano. Si bien los productos pueden estar etiquetados como libres de asbesto, es casi imposible eliminar cada fragmento de este químico dañino, ya que el talco y el asbesto se cultivan juntos. Además, al probar estos productos mortales, la muestra que se toma es tan pequeña que es imposible calcular si el resto de los ingredientes contienen asbesto. Johnson & Johnson se ha enfrentado a miles de demandas y varios retiros del mercado de sus productos debido a su negligencia y flagrante desprecio por la vida humana.

‘Not so pretty’, arroja gran luz sobre las tácticas engañosas utilizadas por esta empresa. Ha utilizado un público meta de mujeres con sobrepeso y mujeres de color para suministrar sus productos. Se han hecho afirmaciones de que J & J usó imágenes que obligan a las mujeres de color a comprar sus artículos a fin de permanecer «frescas». Las comunidades de color y morenas fueron el principal grupo de consumidores de esta línea de productos que causan cáncer.

Estos peligros a los que nos enfrentamos tienen una motivación sistémica y racial. Los vínculos con el cambio climático son aún mayores, ya que los estudios han demostrado que los problemas ambientales afectan a las comunidades negras y latinas a un ritmo mayor.  Es crucial que examinemos los productos que usamos a diario y darnos cuenta de que se está causando un daño mayor. Siempre hemos conocido la peligrosidad de los plásticos de un solo uso, pero ¿somos conscientes de su alcance?

Las botellas y envoltorios plásticos de estos productos representan un peligro para la salud y el medio ambiente difícil de ser controlado lo suficientemente.

El plástico en el que se fabrican casi todos los productos que conocemos, proviene del petróleo crudo, gas natural o carbón. Su producción y eliminación agrega alrededor de 850 millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero a nuestra atmósfera al año.

La principal cualidad de los plásticos de un solo uso es que no se biodegradan. Simplemente se descomponen en estos pedazos más pequeños llamados microplásticos que finalmente contaminan nuestras fuentes de agua y alimentos. Se infiltran en nuestros océanos y matan especies vitales para el orden natural de nuestros ecosistemas. Anualmente, se utilizan aproximadamente 500 mil millones de bolsas de plástico, de las cuales aproximadamente 13 millones de toneladas terminan en el océano, matando a aproximadamente 100 mil especies marinas.

Entonces, mientras las comunidades marginadas continúan soportando las consecuencias letales del consumo de estos productos, las empresas que los fabrican en primer lugar, continúan cosechando todos los beneficios. Los millonarios y multimillonarios seguirán sentados en lo alto de su trono vertedero viendo arder a los demás, que carecen de los recursos para defenderse y protegerse de este daño.

El capitalismo prospera gracias a los consumidores y su falta de conocimiento sobre los ingredientes contenidos en los artículos domésticos. Desafortunadamente, el daño que producen en nuestros cuerpos no se detiene, tampoco sus efectos en el medio ambiente. Debemos responsabilizar a estas empresas por los efectos dañinos que provocan.