Berta Cáceres cerca del Rio Gualcarque en la región Río Blanco al oeste de Honduras donde ella, la COPINH y pobladores de Río Blanco se han mantenido durante dos años luchando para detener la construcción del proyecto de la Hidroeléctrica Agua Zarca que pone en grave riesgo el medio ambiente local, al río y a las comunidades indígenas Lenca. Foto Tim Russo

Una mujer indígena que ha luchado por mantener los ríos y bosques de su país fuera del alcance de empresas transnacionales es una de las que recibió el Premio Ambiental Goldman 2015 —el premio más grande del mundo para el activismo medioambiental.

Berta Cáceres, de la nación indígena Lenca de Honduras, fue proclamada el 20 de abril como una de las ganadoras de dicho premio  junto con Myint Zaw de Myanmar, Marilyn Baptiste de Canadá, Jean Wiener de Haití, Phyllis Omido de Kenya y Howard Wood de Escocia.

El premio, que reconoce a activistas ambientales que trabajan contra viento y marea para proteger el medio ambiente y sus comunidades, es adjudicado cada año a héroes ambientalistas de seis regiones continentales.

Cáceres, representando a la región del Sur y Centroamérica, es la coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), que fue cofundado hace 22 años para proteger los derechos de su pueblo y sus territorios.

En 2011, COPINH luchó para detener la construcción de la presa hidroeléctrica de Agua Zarca sobre el río sagrado Gualcarque. El Consejo tuvo que enfrentar a uno de los más grandes constructores de presas y empresas transnacionales del mundo —la empresa china Sinohydro— en un proyecto conjunto con la empresa hondureña Desarrollos Energéticos S.A (DESA).

Berta Cáceres en la región del Río Blanco. Se reúne con miembros de la COPINH para conmemorar a los miembros asesinados durante los dos años de lucha.

“Tenemos un fuerte proceso de lucha contra la explotación. Esto es lo que siempre hemos hecho —y aún más ahora con la explotación transnacional que vemos”, dijo Cáceres a El Tecolote.

Después de la aprobación de las comunidades indígenas de la nación Lenca, Cáceres ha liderado una campaña para detener el proyecto.

“Nada de esto sería posible sin la tenacidad de las comunidades de COPINH, que tiene 200 comunidades de la nación Lenca”, declaró Cáceres.

COPINH apeló a los funcionarios del gobierno muchas veces por no consultar con los lencas sobre los planes para construir una represa en su territorio. Cáceres presentó denuncias sobre las violaciones de los tratados internacionales que regulan los derechos de los pueblos indígenas y llevó a representantes de la comunidad para hablar, pero no hubo respuesta.

En 2013, Cáceres unió a su comunidad para crear un bloqueo pacífico que impidiera el acceso de DESA al sitio, recibiendo ataques por parte tanto de fuerzas de seguridad privadas y como de militares. Durante este período uno de los líderes, Tomás García, fue asesinado, provocando la indignación y mayor resistencia de la comunidad.

Pero los asesinatos no pararon ahí.

En 2014, William Jacobo Rodríguez, un miembro de COPINH y activista contra la presa, fue asesinado. En octubre del año pasado, su hermano de 15 años de edad, Maycol, fue encontrado muerto en un río, su cuerpo mostraba señales de tortura.

Y Cáceres no ha sido inmune a ese tipo de amenazas.

“No sabía si llegaría aquí a San Francisco sana”, dijo Cáceres, quien ha recibido amenazas de muerte por lo menos veinte veces desde diciembre. “Tuve que conseguir un documento legal que indicara lo que pasará con el dinero del premio [$175,000] si me matan. En un país como Honduras, tienes que pensar en estas cosas, porque es algo que es probable, no es algo lejano. La muerte siempre está muy cerca”.

Desde el golpe de estado hondureño en 2009, se han realizado 47 concesiones para empezar cientos de nuevos proyectos mineros —uno de los cuales fue Sinohydro.

Últimamente, el Banco Mundial retiró sus fondos y el constructor de presas más grande del mundo fue presionado a retirarse del proyecto lo que puso término al contrato con el co-socio DESA.

El río Gualcarque en el oeste de Honduras se considera sagrado por el grupo indígena Lenca. Cortesía: Goldman Awards

“Se prevén 300 proyectos hidroeléctricos planeados”, dijo Cáceres. “Somos un pequeño país con muchas riquezas. Con 8 millones de personas —dar 30% del territorio a las empresas mineras transnacionales es peor que la colonización de hace 500 años. Y lo hacen con impunidad”.

El reportaje de 2014 titulado “¿Cuántos más?” a cargo de la por la Organización No Gubernamental Global Witness indicó que casi el 75% de las 116 muertes conocidas de activistas de todo el mundo ocurrieron en centro y sur América, citando a Honduras como el país más peligroso para un ambientalista y activista. El reportaje dice que 47 personas indígenas murieron en la defensa de sus recursos naturales.

En enero, Cáceres recibió información de un secuestro planeado en su contra después de su participación para detener otro proyecto hidroeléctrico: la presa del río Canjel.

“Nuestros pueblos tienen una memoria muy fuerte y presente del espíritu de rebelión”, dijo Cáceres. “Hubo grandes insurrecciones contra los conquistadores. Durante los últimos 500 años hemos estado luchando en defensa de nuestra tierra, en defensa del agua. Los lenca son gente del agua, del maíz y los ríos son sagrados para nosotros. Los lencas consideran cualquier agresión contra el río como una agresión contra el pueblo. Los ríos son vida. Podemos vivir sin oro, sin plata, pero no sin agua”.

“Le pueden atacar. Incluso le pueden matar”, dijo la periodista y amiga de Cáceres, Melissa Cardoza, en una entrevista en video. “Pero su vida trasciende este momento”.