Nota del editor: las opiniones expresadas en esta historia no necesariamente representan las de El Tecolote.

«No sabía en lo qué me estaba metiendo», comenzó diciendo Cindy de la Vega, la primera propietaria latina de un dispensario en San Francisco. Cuando solicitó un permiso comercial para la venta de la cannabis al Programa de Equidad de la Cannabis de la ciudad en 2017, fue recibida con un mar de papeleo y burocracia y, para qué decir, por “una comunidad que no quiere ver a alguien como yo, una latina, considerada minoría, tener éxito».

Con valentía, el apoyo de amigos y vecinos y la tutoría de organizaciones, Cindy de la Vega obtuvo su permiso en octubre de 2019 y abrió el dispensario en la calle O’Farrell en Union Square en octubre de 2020.

A pesar de los desafíos de la COVID-19, la inauguración del dispensario fue muy concurrida. De la Vega refirió cómo una línea de clientes rodeó la calle Powell, incluidos entre ellos algunos que viajaron desde Los Ángeles y Arizona para demostrar su apoyo. «Eso fue increíble. No me lo esperaba», recordó.

Sin embargo, «por más asombroso que sea ser la primera [propietaria de un dispensario latino en San Francisco], también muestra que tenemos un largo camino por recorrer», reconoció. “Necesitamos que más latinas tengan la misma oportunidad”.

Ver a una empresaria latina “les da esperanza a las latinas y les inspira a seguir trabajando y luchando contra la discriminación racial. Siento que facilita el camino para aquellas capaces de convertirse en líderes, propietarias de negocios».

Cindy De La Vega

Originaria de San Francisco, tuvo escasos modelos a seguir en Visitation Valley donde creció, en «un vecindario pobre y muy afectado por la Guerra contra las Drogas. Nos dejaron atrás”, refiere. Cuando era estudiante de secundaria, vivía con miedo constante a las peleas, la violencia doméstica, las pandillas y los tiroteos de los vehículos. Su escuela secundaria pública invirtió poco en su educación. Una maestra auxiliar le enseñó matemáticas a todo su grupo durante casi un año completo, después de que la maestra titular renunciara sin ser reemplazada. Como mínimo, la escuela secundaria le enseñó a de la Vega que “Tienes que aprender a no depender del sistema. Te educas a ti misma. No te lo van a dar en bandeja».

Ella considera que ser propietaria de un dispensario es una forma de ayudar a restaurar las comunidades más afectadas por la Guerra contra las Drogas: “La cannabis cura. Es una medicina que fue marcada como droga y utilizada para encarcelar a personas de color, negros y morenos”, senaló y recordó cuando era adolescente, veía a la policía acosar a su hermana por fumar un porro. La Guerra contra las Drogas permitió a la policía “hacer con nosotros lo que quisieron, como lo habían hecho siempre: encerrarnos, deshacerse de nosotros… solo porque podían”, reflexiona.

La cannabis «debe ser legalizada en todos los estados… nuestra gente todavía está siendo deportada o encarcelada [por delitos relacionados en los EEUU]», explicó.

Según un estudio de 2020 realizado por la Unión Estadounidense de Libertades Civiles, «los negros tienen 3.6 veces más probabilidades que los blancos a ser arrestados por marihuana, a pesar de existir tasas de uso similares», informó Michael Blood de la Associated Press.

Según los datos de arrestos del Departamento de Justicia de California, hubo 1.181 arrestos por delitos graves por marihuana en California en 2019, el número más bajo desde 1954. Aún así, los hispanos representaron el 41.7 por ciento de los arrestos por delitos graves, mientras que los negros representaron el 22.3 por ciento y los blancos el 21.3 por ciento.

“Ahora que la cannabis ha sido legalizada [en California —comentó de la Vega— necesitamos empoderar y conectar a todas esas personas [que fueron afectadas por la Guerra contra las Drogas] con educación sobre la cannabis y cómo ellos también pueden convertirse en dueños de negocios, emprendedores… obteniendo lo que se merecen en pago».

Illustration: Eva Moschitto

Como propietaria latina de un dispensario, de la Vega recuerda que entre la turbulenta historia de la cannabis existe gran tensión con sus posibilidades futuras: “Estoy feliz por mis logros pero también estoy triste por la gente que todavía sufre y paga con su vida [por la Guerra contra las Drogas]”, afirmó.

En última instancia, De la Vega dijo que su historia es «un ejemplo para la generación más joven, para que mis hijas sepan por ejemplo, que no importa por lo que pases ni de dónde vienes».

Si bien la representación de las latinas en la industria de la cannabis puede ser nueva, la determinación y la resistencia han persistido durante mucho tiempo en las comunidades de color: «Cualquiera que este en el ambiente de su venta en el pasado sabe que hemos estado haciendo este trabajo desde siempre», concluyó.