Por Nikki Bayat

Nota del editor: Ante la evidencia reciente de la tala, Adriano Karipuna, un activista indígena brasileño, busca apoyo internacional para salvar la mayor selva tropical del mundo. Las siguientes citas de Adriano han sido traducidas y comunicadas a través de mensajes directos.

«Los últimos cuatro años han sido los más deforestados y amenazados por la invasión, nuestros ríos están contaminados de mercurio, muchos animales están desapareciendo y nuestros árboles se están muriendo», declaró Adriano Karipuna, activista indígena brasileño que lucha por proteger la selva amazónica. 

Él es uno de los líderes del pueblo indígena Karipuna, un grupo situado en la región de Porto Velho Rondônia, al noroeste de Brasil, en la cuenca superior del río Amazonas. Previo a su liderazgo, los karipuna no abordaban sus luchas con el mundo en relación con sus luchas y su miedo, lo cual cambió en 2018, cuando Adriano se dirigió al Foro Permanente de las Naciones Unidas para los Pueblos Indígenas en un llamado para obtener apoyo internacional por la selva tropical en peligro.

Los karipuna vivieron aislados hasta la década de 1970, cuando la expansión de las actividades agrícolas y madereras llevó a los no nativos a su zona. Esto los expuso a la violencia y las enfermedades; en la actualidad su tribu consta de menos de 60 miembros. Sin embargo, a pesar de su tamaño, explica Adriano, «mi pueblo indígena karipuna está protegiendo 153 mil hectáreas de selva amazónica, y tenemos muy poco apoyo del gobierno». Aunque su tierra está oficialmente reconocida por el gobierno, es sistemáticamente uno de los territorios más deforestados ilegalmente dentro de Brasil y ha sido nula su intervención según afirma Adriano. 

A pesar de la breve publicidad obtenida en la ONU hace más de cuatro años, los karipuna argumentan que nada ha mejorado dentro de la Amazonía brasileña, sobre todo desde que el presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro, tomó su cargo en 2019. De hecho, nuevos informes afirman que 2021 alcanzó nuevos récords de deforestación en la Amazonía brasileña: un 20 por ciento más que el año anterior. Mapbiomas, la organización con sede en Brasil formada por universidades, ONG y empresas tecnológicas, explicó en su informe de 2022 que solo en Brasil «se deforestaron 111.6 hectáreas por hora o 1.9 hectáreas por minuto, lo que equivale a unos 18 árboles por segundo”. Además, la agencia de investigación espacial de Brasil (INPE), utilizó imágenes satelitales para registrar la deforestación en los primeros tres meses de 2022 que mostraron un aumento del 64% en comparación con el año anterior. Bolsonaro ha sido fiel a su promesa de abrir la Amazonía a la minería y la agricultura, y con ello, el aumento de la deforestación legal. Muchos brasileños, como Adriano, creen que igualmente la deforestación ilegal ha aumentado en los últimos años debido a la falta de responsabilidad del actual gobierno con los madereros y agricultores ilegales.

A este ritmo impactante, Adriano sigue viendo cómo proteger el Amazonas y tiene previsto volver a Europa en el próximo mes para asistir a paneles sobre el cambio climático. Considera que estas conferencias son oportunidades cruciales para exigir responsabilidades al gobierno brasileño: «El gobierno brasileño no ha cumplido los acuerdos internacionales que protegen la selva y los pueblos indígenas».

Además de hablar con la ONU y otras organizaciones extranjeras, los karipuna han luchado por la protección legal en los tribunales de su país. Este año, presentaron una demanda contra el gobierno brasileño, su provincia y la FUNAI (la agencia nacional para la protección de los pueblos indígenas en Brasil) alegando la falta de protección contra la tala ilegal. Como representante de su pueblo, Adriano está estudiando derecho para entender mejor el sistema jurídico y poder seguir defendiendo a su pueblo más allá de esta demanda. De hecho, al momento de redacción, Adriano viaja a la ciudad para asistir a sus clases de estudios jurídicos.

Por supuesto, los karipuna y su región no son los únicos que se enfrentan a los impactos de la degradación medioambiental. Lavinia Candido Neves nació y creció en Manaos, la capital de Amazonas, la mayor provincia de Brasil. Situada en el norte del país, es la única ciudad situada en el Amazonas con una población de más de un millón de personas. 

Neves explica: «Las consecuencias de la deforestación en mi comunidad son visibles en varias actividades cotidianas, como la proliferación de enfermedades relacionadas con la calidad del aire y las materias primas, además de los cambios climáticos que se han producido en los últimos años, aumentando la temperatura, comprometiendo el flujo y el volumen de agua y afectando a una masa de personas que utilizan los recursos naturales para generar sus principales ingresos”.

Aunque la degradación de los bosques no es un problema nuevo, Neves cree que estas prácticas se han vuelto «cada vez más descaradas», una crítica que muchos hacen a la actual administración conservadora. 

A pesar de estas afirmaciones, el gobierno brasileño asegura que las cosas están mejorando y que está interfiriendo donde es necesario. Su política más reciente de protección del medio ambiente fue introducida por el gobierno en abril de 2021 cuando compartieron «El Plan Amazónico», presentado por el vicepresidente Hamilton Mourão, de la controvertida administración Bolnasaro, que da prioridad a la mitigación de la deforestación en el 60 por ciento de la Amazonia. Su objetivo más ambicioso es reducir la deforestación al nivel que tenía en 2016, aunque los críticos se apresuraron a señalar la falta de aplicación. 

Adriano habló sobre estas últimas promesas medioambientales del gobierno brasileño y dijo: «Brasil ha mentido a otros países diciendo que acabará con la deforestación». Cree que los que hablan en contra del gobierno están más en peligro que nunca. Adriano explica que en los últimos tiempos muchos indígenas han sido asesinados por invasores que pretendían hacerse con la tierra, probablemente debido a sus políticas de armas cada vez más laxas y afirma que estos asesinatos no han llegado a la justicia.

Las declaraciones de Adriano sobre estos asesinatos en el Amazonas se producen después de la protesta mundial de junio de 2022 cuando el periodista británico Dom Phillips y el indigenista brasileño Bruno Pereira fueron asesinados mientras viajaban por el Amazonas recogiendo información para un artículo sobre la deforestación ilegal. Aunque se acusó a los sospechosos del asesinato, la historia ha suscitado muchas preguntas en la opinión pública sobre «la verdad» que Phillips y Pereira pretendían descubrir antes de su trágica muerte.

Al ser la mayor selva tropical del mundo, la deforestación de la Amazonia tiene un impacto global, pero la escala de estos impactos es a menudo insondable para los científicos. J. Keith Gilless, profesor de Economía Forestal en la Universidad de Berkeley y antiguo decano de la Facultad de Recursos Naturales, destaca lo que, en su opinión, son las dos mayores amenazas al abordar la deforestación: la pérdida de biodiversidad y las inundaciones de carbono. 

«La mayor pérdida es que siempre que se deforesta en los trópicos se fomenta la pérdida de biodiversidad. El Amazonas es uno de los grandes centros de biodiversidad y la biodiversidad del Amazonas es tan grande que no sabemos lo que estamos perdiendo hasta que lo hemos perdido». Estos cambios en el ecosistema son imprevisibles y no tienen precedentes.

En segundo lugar, las inundaciones de carbono desencadenan una serie de acontecimientos que contribuirán en gran medida al cambio climático. Gilless explica que «un bosque tropical maduro es una gran fuente de carbono. El proceso de deforestación provoca acontecimientos que convierten la zona en un tremendo emisor de carbono». Este flujo de carbono que se enviará a la atmósfera tiene efectos globales a gran escala. De hecho, la deforestación es la segunda fuente de emisiones de carbono después de la quema de combustibles fósiles, algo que los científicos relacionan directamente con el cambio climático. 

Como la deforestación sigue en aumento, amenazando tanto a la población local como al clima mundial, los científicos creen que el tiempo para salvar la Amazonia es limitado. Hasta que las pruebas apunten en una dirección positiva, activistas como Adriano siguen difundiendo su mensaje con la esperanza de conseguir apoyo. 

Adriano advierte a los lectores: «Mi pueblo karipuna necesita ayuda, y nuestra selva está muy amenazada».