Este es el camino de Barbie Niño. A la edad de 11 años, salió sola de Honduras para abordar la ruta del tren conocido como la Bestia que cruza el territorio mexicano desde la frontera sur con Guatemala hasta su frontera norte con los EEUU. Niño fue acérrima en su deseo de llegar a este país para vivir libre, para ser ella misma. Esta es una historia de feroz coraje de una pequeña, así como la bondad de muchos extraños que protegieron a esta chica mariposa de los vientos más violentos del destino. Ahora, una hermosa joven trans de 27 años de edad, con cabello negro azabache, Barbie cuenta su historia para inspirar a las niñas y los niños pequeños que se sienten singularmente solas y solos en el mundo, tal como ella se sentía una vez, a mantener la esperanza encendida y los ojos abiertos para identificar a los tramposos, bestias y ángeles que doblarán las barreras sobre el camino, a su favor.
Niño Es Niña
Su apellido es Niño. Cuando vivía en Honduras, también era un niño pequeño, que ya sabía que era niña. “Mi padre lo sabía. Mis compañeritos también me aceptaban. Era respetada en mi barrio. Mi padre me decía: ‘Cuídate. Tu vida no será fácil’”.
La vida desde entonces no era fácil.
Niño vivía con su padre, su madrastra y sus dos hermanastros adolescentes. “Mis rasgos ya eran evidentes. Mi discriminación comenzó desde entonces”. Había una letrina de zanja que corría cerca de su casa, y los hermanastros de Niño esperaban hasta que ella se estuviese duchando y completamente enjabonada para levantarla y arrojarla al foso para su perversa diversión.
“Mi madrastra también era más déspota que otros”, recuerda Niño. Un día, cuando Niño tenía ocho años y su padre estaba fuera de la ciudad trabajando, su malvada madrastra le dijo: “¡Mico! Eres un animal, eres perezoso”, golpeándola con un puño y diciendo: “Él no es tu padre, ¡él no es tu padre!”
Su padre que está en el cielo
Ella recuerda a su padre, sin camisa, sin zapatos y en pantalones cortos, recargado sobre el portón de su casa, con un café caliente (nunca una bebida fría) en la mano, disfrutando el calor tropical menguante en las noches después del trabajo en San Pedro Sula. Ella jugaba a las escondidas con los otros niños en la cuadra, volteando de vez en cuando para mirarlo, a su protector, asegurándose de que todavía estaba allí, cuidándola.
Él murió de un ataque al corazón a los 54 años de edad, Niño solo tenía 11 años. En la velación de su padre, su tío la llevó afuera a la esquina donde murió su padre y le preguntó: “¿Qué has planeado hacer con tu vida?” “Rompí en llanto”, recuerda Niño.
La Cenicienta vivía en honduras
Su madrastra convenció a Niño de que había reformado su mala conducta, por lo que Niño regresó a casa con ella. “Mi madrastra tenía una tienda. Tenía que levantarme a las 5 de la mañana para colocar botellas en los refrigeradores, ordenar los embutidos, rociar la calle con agua para bajar el polvo. Luego debía volver a la casa para prepararles el desayuno, limpiar los platos, la estufa, las habitaciones, la casa… Yo era la cenicienta. Cuando de mayor finalmente vi la película, me volví un mar de lágrimas, porque me identifiqué”.
En la noche, Niño se dirigía a la escuela nocturna con el cambio exacto para sus autobuses y la promesa de una golpiza si pedía un centavo más. La última gota pronto colmaría el vaso proverbial.
Comienza el viaje (San Pedro Sula, Honduras)
Comencé mi transición cuando tenía 10 años. Me vestía como una niña. Solo cuando iba a la escuela me ponía el uniforme de niño. Había otra mujer trans en el pueblo. No me dejaban hablar con ella, pero me reunía con ella en secreto. Yo quería pechos. Ella me pasaba píldoras anticonceptivas. En la escuela, empezaron a notar mis pechos. Alguien le dijo al director. Rompió los botoncitos de mi camisa blanca y me arrancó la camiseta que traía abajo, humillándome delante de todos, dejándome en ridículo. Los maestros votaron y decidieron que no podía regresar a la escuela. Dijeron que era un fenómeno, que iba a corromper a mis compañeros de escuela, incitando su sexualidad”.
Un día, en lugar de meter sus libros escolares en su mochila, empacó un cambio de ropa y fue a la casa de su abuela en Veracruz, Copán, para despedirse.
Adiós, Abuela, la única a quien le importo (Veracruz, Honduras)
Su abuelita se llamaba Irene. Al amanecer, Irene le hizo empanadas de frijoles para el camino. “Ella me dijo que me quedara. Le dije que me iba a los EEUU”, dice Niño. “Pero le aseguré: ‘No te preocupes, abuela, eres la única que se preocupa por mí’”. Antes de cruzar la puerta, Niño la abrazó: “Sentí el sonido de su llanto contra mi pecho, con tanto dolor y amor no pude volver la cara para mirarla por última vez. Si la hubiera mirado, no me hubiera ido”. Con un dinero que le regaló un tío, Niño se dirigió a la frontera con Guatemala.
Tramposo de dos espíritus en el Santuario del Cristo Negro (Esquipulas, Guatemala)
Tan solo del otro lado de la frontera de Honduras, hay un famoso santuario en Esquipulas, Guatemala, con un antiguo Cristo negro; la madera de la figura curada por ofrendas de humo. “Entré en el templo de Esquipulas. Estaba ahumado por dentro, con gente caminando de rodillas. Mi abuela y yo habíamos soñado con venir aquí juntas. Mi primer impulso fue regresar con mi abuela y salí corriendo a llorar”.
Afuera Niño se encontró con un hombre gay, pero él no era abiertamente gay. Él fue el primero en llamarla “niña”.
“Tú eres niña”.
“Yo no soy niña”.
“Tú eres niña”.
Pidiendo dinero para pagar los microbuses, avanzaron de pueblo en pueblo hasta llegar a Escuintla, Guatemala. La frontera mexicana todavía estaba a más de 300 millas de distancia.
“Tenía un anillo de oro que era el único recuerdo que tenía de mi padre. El hombre insistió en que me lo cuidaría. Se lo dí. Nunca lo volví a ver.
Niño entró caminando sola al pueblo. “Eran gente indígena. ‘Hueco’, me decían, ‘Vete. Nos traerás mala suerte. Las milpas no crecerán.’ Me echaron fuera. Caminé por la carretera oscura en la noche con mucho miedo. Paré un autobús. Era un autobús de lujo. El conductor me dejó subir. Sentí que era una cosita de nada, por lo que me acurruqué en los escalones a la puerta del autobús. ‘No ahí’, me dijo el conductor. Me envió a un asiento completamente reclinable y me quedé dormida todo el camino hasta la Ciudad de Guatemala. En la Ciudad de Guatemala, el conductor me entregó a otro conductor: ‘Este autobús te llevará hasta la frontera’, me dijo. Volví a dormir hasta el día siguiente cuando desperté en Tecún Umán, cerca de la frontera con México. Tenía 5 quetzales en el bolsillo”.
Niño cruzó el río Suchiate entre Guatemala y México. Al otro lado, los migrantes la dirigieron a la casa de migrantes en Ciudad Hidalgo. El sacerdote le dio la bienvenida: “Nunca me hicieron menos ahí”. El refugio permitía una estadía de tres días.
La niña monta a la Bestia (Ciudad Hidalgo, Chiapas)
La Bestia es impredecible. Pasaron tres días y el tren no pasaba. Niño conoció a un grupo de cinco niños que viajaban juntos. Todos eran menores de edad, pero mayores que ella. Ella se hizo útil para ellos llevando sus bolsas. “Nunca se comportaron mal conmigo”. Juntos pagaron una habitación de hotel. “Fue la primera vez en mi vida que experimenté agua caliente. Nos quemamos en la ducha”.
El tren comenzó a silbar su llegada desde lejos. En el patio de ferrocarriles, durante los próximos días, los garroteros comenzaron a ensamblar y desmontar carros, moviendo el tren para adelante y atrás sobre los rieles, preparando su partida. Niño y los migrantes en espera observaron sus movimientos. “La Bestia era una enorme pared de metal amarillo. Nunca había visto nada igual. Mis piernas empezaron a temblar. Lloré. Entré en pánico”.
Los niños mayores tuvieron una junta y concluyeron: “Niño tiene miedo. Niño es muy pequeña. Vamos a ayudar a Niño a subir al tren”.
Cuando llegó el momento de partir, el mayor de ellos fue a pararse al inicio del tren con Niño. El tren empezó a acelerar, de repente la levantó en el aire y fue atrapada por sus compañeros que ya habían abordado más atrás. El chico mayor subió atrás y los alcanzó.
“Anduve en un nicho entre los carros, vigilando nuestras maletas”.
Jobita la acobija (Villa Comaltitlán, Chiapas)
En Villa Comatitlán, un pueblo rural, Niño se quedó a trabajar bajo el cuidado de Jobita. “Me quedé meses allí, desgranando maíz en barriles gigantes. Me pagaban por barril”. El hijo de Jobita una vez acosó a Niño por su identidad de género, lo que llevó a una pelea en la que ella lo mordió. “Jobita dijo que se lo merecía”. Pero Niño ya no estaba cómoda.
El 15 de septiembre, el Día de la Independencia de México, con la vista, sonidos y olores a pólvora de los fuegos artificiales en el aire, Jobita molió cacao con azúcar, lo empacó en ruedas de chocolate y acompañó a Niño a la carretera. A los 12 años, ella reanudó su viaje, caminando por el lado de la carretera a Escuintla.
El fantasma de polvo camina hacia el río (Escuintla, Chiapas; Chahuites, Oaxaca)
En Escuintla, los semirremolques paran en los restaurantes de la autopista. Niño se embarcó clandestinamente, acurrucada dentro del neumático de repuesto que colgaba debajo de un camión, expuesta a las nubes de polvo. Al llegar a Oaxaca, salió a gatas.
Empanizada en tierra, caminó hacia Chahuites. “Estaba amaneciendo cuando caminaba por la calle principal de la ciudad, exigiendo saber ‘¿Dónde hay un río?’ Todos me miraban. Era un fantasma de polvo”. Niño se pasó el resto del día lavando y secando su ropa y a sí misma en el río. Con los pocos centavos que llevaba, fue a comprarse unos tacos al pastor. El taquero le dijo. “Guarda tu dinero. Te invito, pero no se lo digas a nadie”.
Luego se sentó frente a una tienda, junto a las vías del tren, esperando a la Bestia, tomando café y comiendo galletas María. De repente estaba encima de ellos. Llevando una pequeña bolsa, corrió, luchando por llegar. Unos cholos, jomis, la jalaron a bordo.
Tú eres muxe (Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, a Orizaba, Veracruz)
En Juchitán, se sentó en la plaza, “… con mi diademita, una blusita bonita y mis pantaloncitos. La gente se me acercaba y me llenaba las manos de comida. Me decían: ‘Tú eres muxe’”.
Hasta muchos años después, Niño entendería que en el pueblo matriarcal zapoteca de Juchitán, las mujeres transexuales son respetadas como un tercer género y conocidas como muxe. “Había una familia, que todos los días venía a verme, me daba comida e insistía en que me quedara con ellos, porque era muxe”. Pero Niño no se apartaría de su destino. Una semana después llegó a Ixtepec, Oaxaca. Luego Orizaba, Veracruz.
En Orizaba, “… el pueblo estaba como en pleito consigo mismo”, dice Niño. Un migrante hondureño había violado a la hija de una voluntaria en la casa de migrantes. La mitad de la ciudad quería sacarlos a pedradas, mientras que la otra mitad les ofrecía comida y champurrado para beber. En el frío y la lluvia de Orizaba, sus labios se partieron y una mujer local le untó vaselina en la boca.
Hambrientos y con frío (Lechería, Estado de México)
En Lechería, en una importante coyuntura de trenes, Niño se encontró con otros inmigrantes hambrientos y congelados siguiendo las vías del tren. En el camino, recogieron manzanas de árboles silvestres. Montaron el tren que atravesó por la ciudad de México. “A medida que avanzas hacia el norte, los trenes corren más rápido. Es casi como un juego. Cada tramo es más difícil”. Se dirigieron a Querétaro, pero saltaron demasiado pronto y tuvieron que caminar por millas.
Mi hijo también es migrante (San Juan, Querétaro)
Al borde del pueblo de San Juan, había un pequeño rancho. Una mujer se les acercó. “No les des comida”, gritó su esposo, “son migrantes”. La mujer no le prestó atención, “Necesitamos recordar que nuestro hijo está en los EEUU y que puede tener las mismas necesidades”.
Más allá de Querétaro, tomaron a la Bestia de nuevo hasta San Luis Potosí. “Disfruté todo lo que vi a lo largo de mis viajes”, proclama Niño.
Niño conoce al Diablo (Saltillo, Coahuila)
En Saltillo, Coahuila, Niño se quedó en un refugio para migrantes dirigido por monjas. Allí conoció a El Diablo, un hondureño a quien las monjas le encargaron que oliera los pies de los migrantes y los enviara al baño si no pasaban la prueba del olfato.
“Las monjas no sabían dónde ubicarme con las mujeres o los hombres. Las oía hablar de mí”, explica Niño.
“¿Les ayudaste a decidir?”, pregunto.
Niño sonríe divertida: “No, después de un tiempo, me llamaban ‘Niño, Niño, Niño’, para esto y aquello”.
Niño se hizo útil lavando la ropa, limpiando los baños y ganando dinero haciendo mandados a la tienda de la ciudad para los otros migrantes. Ella se metió en los corazones de las monjas. Comenzaron a hacer planes para ordenar sus papeles escolares, para que ella pudiese quedarse en Saltillo para estudiar. Llegó octubre, luego noviembre. “Celebramos el Día de los Muertos haciendo unas gigantescas vías de tren de papel y madera para formar un altar a los migrantes que murieron en su viaje, asesinados por el tren, asesinados por narcos, abandonados por coyotes en el desierto. Llevábamos velas y un sacerdote dijo misa”.
Un día, el Diablo se acercó a Niño y le dijo: “Es hora de irnos”. A las afueras de Monterrey, la gente arrojó piedras al tren. Una alcanzó a Niño en la cabeza y ella anduvo ensangrentada e inconsciente hasta Nuevo Laredo, donde se despertó con un suéter envuelto alrededor de su cabeza como un vendaje.
Nuestra sirena se ahoga en el Río Bravo (Nuevo Laredo, México)
El refugio para migrantes en Nuevo Laredo estaba cerca del Río Bravo. Niño y el Diablo se hicieron amigos de un asistente de coyote. Se enteraron de la ventana de una hora que tenían para cruzar, durante la cual la Patrulla Fronteriza de los EEUU cambiaba de guardia. El 24 de noviembre, Niño se dirigió al río con otros cuatro. Siguiendo las instrucciones, unieron sus brazos para formar una cadena humana para cruzar el río. “No es profundo, pero está helado y la corriente es muy fuerte. El viento sopla recio como si te fuera a llevar”.
En el punto más profundo, Niño se encontró de puntillas sobre una roca con el agua hasta el cuello. En su desesperación por avanzar, alguien la empujó hacia adelante, perdió el equilibrio y fue arrastrada. “Sentí las olas, las rocas golpeando mi cara. Oré ‘¡Papá, ayúdame!’ cuando caía inconsciente”.
Unos migrantes río abajo la sacaron del agua pescado por su largo cabello. Despertó con la sensación de que expulsaban agua de sus pulmones. El Diablo la encontró y caminaron toda la noche, bajo los ojos brillantes y vigilantes de verdaderos coyotes. Sus rodillas estaban clavadas de largas espinas de cactus. Con un dolor insoportable, siguió caminando hasta que se quedaron dormidos debajo de un árbol. “Hasta las rocas nos sabían a almohadas en ese momento”. Cuando despertaron, Niño y el Diablo se dieron cuenta de que habían llegado a su destino, un mercado de pulgas en Laredo, Texas, llamado La Pulga.
Niño vive dentro La Pulga (Laredo, Texas, EEUU)
“Nos recibieron como si nos estuvieran premiando por cruzar. Muy pronto, nos asignaron trabajo. Comencé a limpiar las viejas estufas, secadoras y electrodomésticos que se pondrían a la venta”. Margarita, quien tenía un hijo gay, le alquiló una pequeña habitación. “Tenía una pequeña cama, una televisión y un calentón. Es tan lindo dormir con un calentón. Miraba mi telenovela Rebelde por las noches…”
Una noche, el Diablo llamó a su casa y se enteró que había dejado embarazada a su novia en Honduras. “Se puso tan feliz que se emborrachó esa noche. Para entonces era como mi hermano y me abrazó con fuerza. A la mañana siguiente me di cuenta que me había robado $80 dólares que guardaba en mi chamarra. Se fue esa misma noche a Honduras. Pero no podía estar muy enojado con él, considerando que estaba viva gracias al Diablo”.
Muchos migrantes que viven en La Pulga tenían habilidad de saltar de un lado a otro, entre Laredo y Nuevo Laredo, para pasar una noche en México. Un día Niño decidió unirse a ellos. Volviendo a Texas, se perdieron. Estando frente a una escuela, alguien llamó a la Patrulla Fronteriza. La luna de miel se acabó.
Un bendito capullo para niños (San Antonio, Texas, EEUU)
Por ley internacional, los menores no acompañados que cruzan a los EEUU solo pueden ser deportados a México si son mexicanos. Después de una serie de entrevistas y celdas en San Antonio y Nixon, Texas, Niño se instaló en un centro de detención para niños. “Las paredes tenían colores y decoraciones brillantes. La gente hablaba inglés y yo estaba tan confundida. Era otro mundo”.
Niño habló con un abogado y eligió solicitar asilo político por ser chica transgénero. Los niños iban y venían del centro, regresando a sus familias, pero Niño se quedaba. “Fue allí donde conocí a una de mis mejores amigas en el mundo. Su nombre es Sissy, es de El Salvador. Era una chica trans de 13 años. Era muy hermoso conocer a alguien como yo, que me entendía y saber que había otras personas como yo”. Sissy vive en la costa este. Todavía mantienen el contacto.
El centro se administraba bajo un estricto horario de comidas, clases y descansos, pero a Niño no le importaba. “Extrañaba a mi abuela, pero finalmente estaba viviendo mi infancia, retrasadamente. Me encantó mi vida allí… Mi corazón se estruje al pensar en los niños en los centros de detención de hoy. Esa no fue mi experiencia. El presidente debería ser más humano con los niños”, dice Niño a sabiendas.
La mariposa adolescente vuela su jaula (Miami, FL, Chicago, IL)
Niño se convirtió en una mariposa adolescente, mientras que su caso de asilo todavía estaba bajo consideración. Su última fecha de corte al fin llegó. Todas las personas que habían cuidado de Niño en los centros de detención estaban presentes. La juez le hizo una serie de preguntas, luego tomó un receso. Cuando regresó 20 minutos después, anunció que le estaba concediendo asilo político a Niño. “La juez me preguntó: ‘¿Cómo te sientes?’” Le dije: ‘No sé lo que significa’. La juez explicó: ‘Significa que al fin puedes ser tú, que nunca más debes preocuparte de ser enviada de regreso a Honduras, que nunca más serás maltratada por tus hermanastros’. Estaba tan emocionada que comencé a llorar. No quiero ser dramática, pero todas las personas que me cuidaron se llenaron de alegría. Era nuestro triunfo”. La juez le dio $50 de su bolsillo para ir a celebrar en la feria de enfrente.
Irónicamente, la aprobación de su asilo significó que perdió a sus defensores conocidos. A la edad de 14 años, ya había sido transferida a un hogar grupal y comenzó a asistir a la escuela secundaria regular. Ya no estaba protegida de la transfobia, fue acosada en la escuela. Con una barrera del idioma, la escuela también era más difícil. “Me deprimí… me aislé”. La directora del hogar grupal también la obligó a vestirse de niño. “Me sentí psicológicamente traumatizada”.
Pero nuestra mariposa adolescente había llegado demasiado lejos para dejarse atrapar. Durante su tiempo en el centro de detención, Niño recibía una pensión diaria, que se acumuló como ahorro. Un día, caminó hacia Walmart, compró equipaje, empacó sus papeles, le pagó a alguien para que le comprara un boleto para Miami en la terminal de Greyhound y se fue.
Dos años más tarde, se mudó a Chicago, donde trabajó como mesera en La Cueva, un bar trans. Ella estaba feliz de trabajar allí, hasta que alguien la delató como menor edad. De repente, ella estaba desempleada y desesperada. “Caí en el trabajo sexual para sobrevivir”.
El/La para Translatinas (San Francisco, CA)
Su amigo, Cristian, un hombre gay, la convenció de mudarse juntos a San Francisco, ciudad amistosa con los gays. “Tomamos el autobús por tres días hasta llegar a la antigua terminal de Greyhound en la ciudad. Me estaba viendo más ‘fish’ para entonces, más femenina. Dormimos en la calle nuestra primera noche en San Francisco, pero al día siguiente, encontramos el refugio de Servicios Juveniles de Larkin. Tuve la fortuna de que era menor y ser admitida allí. No hay refugios especializados en San Francisco para mujeres trans adultas”.
Pronto, desde la calle 16 fueron dirigidas a Hermanos Sol y Luna, un centro latino gay y también a El/La para TransLatinas en el edificio Redstone en las calles 16 y Capp.
Barbie encuentra a su matriarca (San Francisco, CA)
El/La es una organización en la Misión que presta servicios a latinas y latinos transgénero y personas de identidad no normativa de género de herencia latina. En El/La, Niño conoció a Jiovana Luna, otra translatina. “Ella era solo una voluntaria, pero haría cualquier cosas para ayudarnos. Hubo un tiempo en que El/La carecía de recursos. Jiovana sacaba dinero de su propio bolsillo para llevar comida a El/La. Ella era nuestra matriarca; la que se quitaba el pan de la boca para ponerlo en la nuestra… Yo tenía 18 años y ella me ayudó a iniciar mi tratamiento hormonal, encontrar una clínica, finalizar mi proceso de residencia, cambiar mi nombre a Barbie Niño y encontrar un trabajo. Todo fue gracias a Jiovana”.
Hoy en día, la sala comunitaria en El/La está dominada por un hermoso muro conmemorativo para integrantes de la comunidad transgénero. Muchas han muerto como resultado de violencia doméstica, sobredosis, suicidio y crímenes de odio. Sus retratos rodean una gran imagen de la Virgen de Guadalupe, sobre un fondo morado oscuro. Jiovana murió repentinamente hace tres años de un derrame cerebral. Su retrato está en el altar, mirándonos con ojos oscuros y compasivos, piel clara y cabello rizado. Barbie recuerda: “Desde el momento en que entrabamos por las puertas de El/La, Jiovana sabía si estábamos deprimidas. ‘Algo traes. Ven, vamos a hablar’”.
El cielo es el límite
Hace una década, El/La estaba limitada a una sola oficina y una variedad de muebles donados en mal estado. Hoy, bajo un nuevo liderazgo con Jessy D’Santos, la organización ha ganado más espacio de oficina y está aumentando sus servicios. Hablé con Pauly Ruíz, la administradora de casos de El/La, quien explicó los difíciles desafíos que enfrentan las mujeres trans, muchas de las cuales han sufrido discriminación y violencia extremas. Uno de los mayores desafíos es el acceso a un empleo digno. “Muchas mujeres trans en condiciones de vulnerabilidad dependerán del trabajo sexual para sobrevivir”, explica Pauly, “en parte porque se les hace sentir que el trabajo sexual es el único espacio que pueden ocupar”.
Hasta hace poco, Barbie trabajaba como conserje, pero como pronto se someterá a una intervención estética final, no está trabajando en este momento. Ella vive en una SRO de Tenderloin con sus dos perritos. Le pregunto acerca de sus planes futuros: “Espero convertirme en azafata. Ya hice la solicitud como agente del gabinete (limpiadora de aviones) y pasé todas las pruebas preliminares, pero nunca recibí una llamada”. Barbie cree que fue ignorada por ser transgénero, pero lo intentará nuevamente después de que se recupere de su operación. “Siento que estoy cumpliendo mis sueños”.
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Adriana Camarena will be reading from the following issues on the upcoming dates: “La Niña Qué Domó a la Bestia” será presentada por la autora en El/La para Translatinas. ¡Acompañennos! Evento gratuito y abierto al público, en español, viernes 16 de noviembre de 2018, 6:30-7pm, en El/La para Translatinas, edificio Redstone, 2940 16th St., Suite 319, San Francisco, CA 94103
About the Author
Adriana Camarena is a Mexican from Mexico, complicated by an upbringing in the U.S., Uruguay, and Mexico. She became a resident of the Mission District of San Francisco in 2008. Since arriving in the Mission, Adriana began collecting tales of borders, line-crossings, and overlapping identities told by residents to provide a layered picture of this traditionally working class immigrant neighborhood in California. To learn more about the author and her work, please visit www.unsettlers.org [/su_box]