[FOTO: Miembros de San Francisco Rising Alliance protestan por la cancelación de préstamos estudiantiles frente al Ayuntamiento durante el Get Debt Free Jamboree el 3 de agosto de 2021. Foto courtesía de San Francisco Rising]

Comentario por Diamund White de San Francisco Rising; Nota del editor: Al cierre de edición, presidente Biden anunció su propuesta

Tras graduarme en un instituto público de Pensilvania con notas medias y provenir de una familia de bajos ingresos, nunca pensé que tendría la oportunidad de acudir a la universidad y obtener un título. 

En 2018, solo el 37% de los jóvenes negros estaban inscritos en la universidad. Como estudiante negra que soy, la educación superior no parecía plausible sin tener que asumir una deuda. Había visto a mi madre luchar con sus propias variaciones de deuda, y la idea de añadir una carga similar para mí a fin de estudiar la universidad no parecía una opción sabia entonces, especialmente teniendo en cuenta que las mujeres negras se gradúan con una deuda mayor, y no perciben tanto como sus homólogos en el mismo lugar de trabajo. Creía vehementemente que la deuda a acumular no merecería la pena. 

Fue hasta que me mudé a San Francisco cuando la oportunidad de estudiar gratis tocó a mi puerta o técnicamente a mi buzón, cuando recibí un folleto sobre el City College gratuito para los residentes de la ciudad. 

La idea de obtener un título universitario sin costo me pareció divina, dándome la oportunidad que siempre había soñado. Después de ser estudiante a tiempo parcial durante unos cuantos semestres, empecé a estudiar a tiempo completo, pero más tarde me di cuenta de que la carga de tener que trabajar en varios empleos no era sostenible. Entonces ocurrió la pandemia y perdí el único trabajo estable y constante que tenía. Me vi en la tesitura de tener que volver a vivir con la familia o pedir un préstamo para la vivienda que me mantuviera a flote. No hay viviendas en el campus del CCSF, lo que me habría proporcionado una opción más segura y asequible para vivir mientras trataba de cumplir con mis estudios. Así que me vi obligada a iniciar el proceso de pedir préstamos. Afortunadamente, tuve la suerte de conseguir un trabajo durante ese proceso. Aunque no acabé pidiendo los préstamos, este es un problema común con el que se encuentran muchas mujeres negras y otras personas de color cuando necesitan apoyo para seguir en la universidad. 

Empecé a hablar con otros estudiantes sobre su experiencia de endeudamiento en la universidad, y me di cuenta de que el alto coste de la universidad y los crecientes gastos de manutención habían afectado a nuestras comunidades a una escala mayor de lo que había imaginado. Las experiencias abrumadoras que escuché de los estudiantes BIPOC (negros, indígenas y personas de color) y de bajos ingresos con respecto a la obtención de préstamos fue una revelación de que el problema que preveía cuando era adolescente, con miedo a contraer deudas para ir a la universidad, lamentablemente no era un problema exclusivo de mi situación. 

Todos los que piden préstamos para seguir asistiendo a la universidad se encuentran con el mismo obstáculo: no formamos parte del 2% de los que pueden acogerse a los programas de «condonación de la deuda». Somos el 98% de los que tienen deudas estudiantiles y que asistieron a un sistema de educación superior inoperable porque nos dijeron que necesitábamos un título universitario para triunfar en la vida, sin otra opción que tomar un préstamo de alto interés que nos deja enterrados en deudas. Nos aferramos a la esperanza de poder graduarnos en 4 años, y algún día tener una carrera igual de bien pagada que la de nuestros homólogos blancos, comprar una casa en San Francisco (algo que ahora está lejos de ser alcanzable), formar una familia, o experimentar lo que es ir de vacaciones regularmente para

una buena salud mental. En cambio, trabajamos día a día como organizadores comunitarios, paseadores de perros, niñeras, dependientes de tiendas, asistentes de fin de semana y tutores, además de ser cuidadores de hermanos y familiares, todo ello mientras vamos a la escuela para lo que se vendió como el camino hacia el «sueño americano».

La condonación de la deuda estudiantil beneficiará sobre todo a la comunidad BIPOC y a los titulares de la deuda con bajos ingresos, a diferencia de nuestros homólogos blancos, que acaban pagando sus préstamos más rápidamente. Esto se debe a que nunca pudimos acumular riqueza generacional debido a la larga historia de prácticas racistas de nuestro país.

Los organizadores estudiantiles de San Francisco Rising, como yo, hemos estado trabajando para ganar tracción en el movimiento de cancelación de la deuda estudiantil después de llegar a la comprensión de lo profundamente racista que es ese sistema. Hemos pedido a nuestros líderes electos, como la Junta de Supervisores y la representante Nancy Pelosi, que apoyen la cancelación de la deuda estudiantil. Al hablar con nuestros vecinos sobre este tema, sabemos que dicha acción no sólo es la medida moralmente correcta, sino que también abriría la puerta a oportunidades que nuestras comunidades nunca tuvieron antes.

Faltan menos de dos semanas para que termine la moratoria a los préstamos estudiantiles. El presidente Biden debe actuar. No podemos esperar más para vivir sin estos grilletes financieros y liberarnos de la pesada carga de la deuda estudiantil. Nos merecemos la misma oportunidad de alegría y éxito que tienen los blancos y ricos.

Para sacar a nuestras comunidades BIPOC y de bajos ingresos de los márgenes a los que hemos sido forzados, debemos crear cambios audaces para reparar el daño que se ha hecho a nuestras comunidades, comenzando con la cancelación de la deuda estudiantil para TODOS, haciendo que la educación superior sea gratuita, y proporcionando vivienda segura y gratuita para los estudiantes. 

Inscríbete como voluntario en San Francisco Rising ahora, mientras seguimos luchando por la universidad gratuita para todos y la cancelación de la deuda estudiantil. Una sola voz es difícil de escuchar, pero con muchas, es una sinfonía para el cambio.