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Miembros de la comunidad reunidos afuera del edificio de la Corte Federal el 1 de marzo, primer día del juicio de Alex Nieto. Foto Patricio Guillamón

En las horas siguientes al veredicto —aquel en el cual los cuatro oficiales que dispararon 59 descargas contra Alejandro ‘Alex’ Nieto no fueron encontrados culpables de utilizar fuerza excesiva— un enojado y triste Refugio Nieto trató de encontrarle sentido a todo.

“Todavía estoy pensando en esa imagen”, dijo Refugio, en referencia a la del cuerpo de su hijo, ensangrentado y roto, con múltiples heridas de bala en su rostro. “Uno de los malditos policías todavía dijo que no sabía de qué estaba hecho ese joven, que parecía ser de acero, ya que después de 59 disparos se mantenía en pie y apuntando [un Taser] hacia ellos”.

La mayor parte de nuestra comunidad puede identificarse con Refugio. ¿Cómo un jurado, independientemente de su etnia, descarta que disparar 59 veces a una sola persona no es excesivo?

Sin embargo uno decide interpretar el dudoso ajuste de fecha y hora del taser de Nieto, que fue hecho para coincidir con la versión de los acontecimientos según la policía de San Francisco, o el fragmento de hueso de la mano encontrada en el bolsillo de la chaqueta de Nieto (lo que indicaría que tenía las manos en los bolsillos al momento de los disparos y no apuntando la pistola eléctrica en contra de los policías); lo que es indiscutible es que el teniente Jason Sawyer y los agentes Richard Schiff, Nathan Chew y Roger Morse están involucrados en un tiroteo en un solo sentido contra alguien desarmado.

Igualmente resulta difícil entender cómo cuatro oficiales entrenados dispararon 59 veces a una sola persona, antes de darse cuenta que ésta no había respondido un solo tiro. Sin embargo, el jurado aparentemente fue capaz de hacerlo.

Al momento de su muerte, hace casi dos años, Nieto no fue la primera persona de color fatalmente acribillada a manos de la policía de San Francisco, y por desgracia no ha sido la última. Amilcar Pérez-López y Mario Woods, se han añadido a la lista de las víctimas de los miembros de la policía de nuestra ciudad, cuyas acciones parecen demostrar que proteger y servir a las comunidades de color no es una prioridad.

Una y otra vez hemos visto a la policía de San Francisco justificar las acciones de sus agentes —sin importar que la persona a la cual se le dispare sea de color negro o marrón, camine o huya temiendo por su propia seguridad.
Pero, ¿puede un agente que disparó a un hombre por la espalda mientras escapaba —como lo demostraron dos autopsias realizadas en el caso de Pérez-López— realmente decir que ha actuado por temor a su seguridad? Del mismo modo, ¿cómo una persona en su sano juicio puede creer que ejecutar a alguien —como lo demuestran los videos de la muerte de Woods— es en realidad un acto de defensa propia?

No hace falta ser un jurado para obtener la respuesta.