El mismo día que las escuelas de San Francisco dieron la bienvenida a sus estudiantes después de las vacaciones de invierno, el 3 de enero, la ciudad reportó 1,894 casos nuevos de COVID-19, el mayor número de casos registrados en un solo día desde el comienzo de la pandemia.

Cuando la variante de Ómicron echó raíces a fines del año pasado, se propagó y provocó que los casos de COVID-19 se dispararan por todo el país, los de por sí ya agotadxs docentes en San Francisco no solo se prepararon para el impacto que este último aumento tendría en sus aulas, sino que estaban desesperadxs por obtener respuestas en cuanto a por qué sus escuelas estaban lamentablemente mal equipadas con kits de prueba y cubrebocas de alta calidad. Elementos aparentemente básicos que creen que ayudarían a mantener un entorno de aprendizaje seguro y adecuado para sus estudiantes y para ellxs mismxs.

“Imagínese tratar de hacer un proyecto cuando la mitad de su grupo está en casa”, dijo Héctor Pineda, un profesor de Estudios Sociales de séptimo grado en la Escuela Secundaria Dr. Martin Luther King, Jr., cuya clase se redujo a tan solo seis estudiantes al regresar de las vacaciones de invierno.

“Muchxs maestrxs tienen hijxs, bebés que no están vacunados. Es una sensación extraña tener que venir a trabajar y no saber si pueden volver a casa con sus propixs hijxs. Y es un poco desafortunado que hayamos llegado a este punto”.

Las frustraciones por lo que los educadores llaman falta de apoyo por parte del Distrito Escolar Unificado de San Francisco han llegado a un punto de ebullición. El sindicato, United Educators of San Francisco, afirma que el distrito optó por no participar en un programa estatal, a cambio de $1.3 millones, que habría proporcionado kits de prueba y cubrebocas. 

En una respuesta vía correo electrónico a El Tecolote, el distrito escolar informó que en marzo de 2021 firmaron un contrato con Color —una empresa de tecnología de la salud para abastecer de un gran volumen de pruebas de COVID-19.

“Desde entonces, el SFUSD ha gastado más de $7 millones en pruebas de COVID y se está preparando para modificar el contrato de $5.8 millones, a un total de $12.8 millones, para respaldar las pruebas durante el resto de este año”, dice el correo electrónico. 

“Recibimos una subvención de $1.2 millones del CDPH para ayudar a cubrir el costo de las pruebas. El estado tenía un programa piloto de kit de pruebas de antígeno que solicitó el SFUSD, pero nos dijeron que no había suficientes kits disponibles para cubrir nuestra solicitud”.

Y con las negociaciones estancadas entre la UESF y el SFUSD sobre el suministro de cubrebocas de alta calidad (N95, KN95, KN94) para todo el personal y los estudiantes de la escuela, el distrito actualmente las ha distribuido sólo a los profesores, incluyendo pruebas semanales regulares y una extensión para licencia por enfermedad de COVID, algunos educadores participaron en una «ausencia por enfermedad» en todo el distrito el 6 de enero. Se planeó un mitin para ese día frente a las oficinas del distrito escolar en el 555 de la calle Franklin y aunque el mitin atrajo a pocxs, lxs educadores han hecho oír su voz. 

“No quiero pretender saber cómo funciona la financiación y todo lo demás detrás de escena. Pero somos un distrito bastante grande. Y creo que esto es bastante predecible. COVID ha existido por un tiempo y sabíamos que se acercaban las vacaciones de invierno”, dijo Katrina Sicairos, quien imparte una clase sobre salud a noveno grado en la Escuela Secundaria Raoul Wallenberg. Para Sicairos, la decisión de participar en el ‘sickout’ no fue algo que ella tomó a la ligera.

«Tengo que trabajar. Tengo que mantenerme en San Francisco. Tengo que mantener a mi hijo. También me preocupo por mis estudiantes y sus familias, la comunidad. Me importa el trabajo que hago y la materia que enseño. Y creo que la educación es importante. Así que me presento a trabajar, porque me importa”, dijo. “Y creo que hay mucha presión alrededor, ‘Si llamas enfermo, no te importa’. Y hay muchos problemas por los que una persona tiene que pasar para planificar un día. Mucha gente antes de la pandemia trabajaba con resfriados u otras enfermedades, porque tal vez no tuvimos esos días de enfermedad. Ahora que tengo un hijo, también tengo que planificar algunos de esos días de enfermedad si mi hijo está enfermo o tiene una cita. Así que es difícil. Hay mucha presión por presentarse y estar allí. Hay tira y afloja en muchas direcciones como profesor”.

Durante todo el semestre de otoño de 2021, el SFUSD informó un total de 647 casos de COVID entre estudiantes y personal. Tomó menos de dos semanas en el nuevo año superar ese número. Hasta ahora, el distrito ha informado 879 casos de COVID, de los cuales 688 son estudiantes.

Andrew Casteel, cuyo hijo Francis, de cinco años, asiste a la primaria Dolores Huerta, fue uno de los pocos que asistió a la manifestación del 6 de enero: “Los maestros y el personal en su escuela son increíbles. Van más allá y han hecho un gran trabajo para mantenerlo a salvo, pero sin el apoyo que el distrito prometió”, dijo Casteel, ex docente de la Secundaria del Distrito Sequoia Union.

“Como padre, no tengo ningún problema con los docentes o el personal en mi escuela, pero estoy igual de enojado que ellos porque el distrito no está brindando lo que prometió”.

Andrew Casteel y su hijo de cinco años, Francis, asisten a la marcha ‘sickout’ en el 555 de la calle Franklin, el 6 de enero de 2022, en solidaridad con lxs docentes que están exigiendo al SFUSD les proporcione Equipo de Protección Personal (PPE)

Un grupo de estudiantes latinos de la Leadership High School también asistió a la manifestación. Si bien su escuela no es parte del SFUSD, se enteraron de la «ausencia por enfermedad» de otrxs docentes y querían mostrar su solidaridad.

“Los apoyo, porque siento que se necesita mucho para decir: ‘No voy a ir allí por un día’. Tiene que haber una razón detrás de eso. Y muchas de las demandas que están pidiendo es ayudarnos y ayudar a nuestras familias”, dijo Susana Cárdenas, estudiante de primer año. “Entonces, no solo se están exponiendo, nos están poniendo en primer lugar. Entonces puede parecer que no lo son porque no fueron a la escuela hoy, pero nos están poniendo primero”.

Cárdenas fue estudiante en la James Middle School. El aprendizaje remoto no era para ella. Reprobó la mayoría de sus clases, incluso temía no alcanzar a llegar a la escuela secundaria.

“Probablemente me hubiera ido mucho mejor en la escuela si me hubiera quedado en la escuela, pero no me gustaría correr el riesgo de que mis abuelos se enfermen o cualquier otro miembro de mi familia”, dijo Cárdenas, quien vive con sus abuelos. “Convencería a mi mamá para que me mantuviera virtual, incluso si me arriesgaba a reprobar el grado. Haría cualquier cosa para que no se enfermen”. 

Este escenario, principalmente en comunidades de negros y morenos que viven en hogares multigeneracionales es muy conocido por Pineda. En la MLK, sus estudiantes provienen de los barrios Misión, Hunters Point y Bayview. “Muchos de nuestros estudiantes viven en hogares multigeneracionales, y si contratan algo aquí y se lo llevan a casa, es otro polvorín listo para explotar”, dijo Pineda.

El día que Pineda habló con El Tecolote el 7 de enero, había ocho estudiantes en su clase después de comenzar la semana con veinte. Y después de pasar al menos dos meses del semestre pasado sin recibir ningún PPE del distrito, Pineda les proporcionó a sus estudiantes cubrebocas, desinfectante de manos y toallitas higiénicas de bolsillo. Los cubrebocas KN95 de alta calidad finalmente llegaron a MLK el 10 de enero. Pero solo para los docentes, no para todo el personal ni los estudiantes. Y las pruebas solo están disponibles los lunes en esa institución.

Todo esto, incluidos los recortes presupuestarios propuestos durante los últimos cinco años, la demanda del fiscal de distrito contra la Junta de Educación y el SFUSD, el esfuerzo actual para destituir a las tres personas de color que sirven en la junta de educación y la villanización general de los educadores durante la pandemia, ha sido agotador para Pineda.

«Es agotador. Imagínense ahora, queremos mantener buenxs educadorxs en la escuela. Sin embargo, no proporcionamos ningún valor de motivación para que se queden. Realmente estamos obligando a los docentes a convertirse en mártires. Y eso no es lo que deberían ser. Somos profesionales”, expresó Pineda, quien como educadora latinx e inmigrante, simpatiza con los padres que tienen que esperar horas en la fila y tomarse tiempo libre del trabajo para que sus hijxs sean vacunadxs y examinadxs.

“Realmente está poniendo un dedo en la herida de las familias negras y morenas que han estado luchando durante años y décadas en el SFUSD”.

“Decir que somos los que estamos llamando y haciendo huelgas como si no tuviéramos en cuenta la seguridad de los estudiantes, todo esto se trata de la seguridad de los estudiantes”, dijo Pineda.

“Nos importa que nuestrxs estudiantes estén en nuestras aulas, pero lo que más nos importa es que estén aquí de manera segura. ¿Pueden estar aquí lo suficientemente segurxs como para aprender? Si no pueden sentirse segurxs, ¿cómo se espera que les enseñemos?”.