Hija de Shyamala, ¿cuántas veces/ pronunciaron mal a tu madre/ en un revoltijo de letras, dudaron/ de sus entonaciones carmesí, de sus fragantes/ palabras?[ …] ¿anheló ella volver? Así comienza el poema “Bienvenida” de Leticia Hernández-Linares, que se dirige a Kamala Harris, y el cual se encuentra plasmado en una brillante pared turquesa de su Sala de Deseos.

El 26 de agosto se presentó la esperada obra de 10 artistas locales en el Yerba Buena Center for the Arts (YBCA) durante su ceremonia de clausura llamada Dreamseeds. 

La artista, educadora, poeta y activista salvadoreña nacida en los EEUU, Hernández-Linares, es una de las 10 artistas del YBCA que presentó su instalación artística llamada Sala de Deseos: «Tuvimos la oportunidad de dar vida y añadir color a un espacio que antes era conocido por sus paredes blancas y duras, y de hacer una declaración realmente abierta sobre el arte como herramienta de transformación social y de concienciación», dijo.

Como artista residente en el YBCA, vio lo que era trabajar en abundancia, contar con el apoyo, recursos y espacio: «He estado creando con lo mínimo en mis 25 años de experiencia; fue algo agradable tener un momento de un poco de lujo», compartió.

Su Sala de Deseos nació como una respuesta poética al inoportuno mensaje de la vicepresidenta Kamala Harris en una rueda de prensa durante su viaje a Guatemala en junio de 2021: «Quiero ser clara con la gente de esta región que está pensando en hacer ese peligroso viaje a la frontera entre México y los EEUU: No vengan», dijo Harris.

Harris es hija de dos padres inmigrantes que se trasladaron a este país en los años 50. Shyamala, su madre, es de la India. Hernández-Linares, en su poema «Bienvenida», evoca a Kamala como «hija de Shyamala». Ella señala claramente que su intención no es causar daño con sus estrofas: «¿Cómo podría [Harris] simplificar una situación muy complicada? Ha mirado el legado de leyes, intervenciones e imperialismo que han hecho los EEUU en Centroamérica», dijo Hernández-Linares.

Según The Associated Press, este país ha intervenido oficialmente de forma directa con golpes militares en Centroamérica al menos cinco veces desde el siglo XX. La inestabilidad política y económica, unida a los intereses de las empresas extranjeras, ha provocado una inundación de violencia, desigualdades socioeconómicas y corrupción en la región.

La Sala de Deseos también nació de la nostalgia de Hernández-Linares por el salón de su infancia, un lugar común en los hogares de inmigrantes: «Quería que fuera como mi propia sala de estar, que mostrara la profunda cercanía que sentía con El Salvador a pesar de haber crecido en Estados Unidos», afirma.

Los padres de Hernández-Linares emigraron de El Salvador en la década de 1970. Su forma de contar historias era tan fuerte y su orgullo tan vibrante que ella siempre se sintió conectada y comprendió cuál era su cultura y su herencia: «También quería centrar nuestro propio poder para prever y manifestar nuestro futuro, por eso la Muñeca sin Pena de la entrada de la sala no es una muñeca de la preocupación, es una muñeca antipreocupada», dijo la artista.


La Muñeca Sin Pena fue el prototipo de bienvenida de la Sala de Deseos cargado de simbolismo. 

Anna Lisa Escobedo, artista y miembro del personal del YBCA, ayudó a trabajar en la muñeca. Mercedes Huerta, que también trabaja en este espacio cultural, regaló el huipil para la muñeca proveniente de su familia de tejedoras. Fue un esfuerzo de equipo.

Un escalón de la sala y un mostrador a la derecha tenían un hilo con hojas de maíz secas donde los asistentes podían escribir sus pensamientos, atarlas con el hilo y colgarlos.

En el centro de la sala había una marimba de madera, construida por el equipo de YBCA y dirigida por Yoni Asega. Los visitantes la podían tocar y crear pequeñas melodías tras manifestar sus deseos.

Hernández-Linares quería ofrecer oportunidades para interactuar con ella, tocar cosas, leer un libro, sentirse cómodo y ocupar el espacio.

En la pared de la izquierda destacaba un fragmento de su poema “Bienvenida”. Debajo, una pequeña biblioteca centroamericana con unos 80 libros de autores como Gioconda Belli y Rigoberta Menchu, junto al libro de Hernández-Linares Mucha Muchacha.

«Quería que las puertas de mi librería tuvieran una pintura de los autobuses latinoamericanos que suelen tener frutas, gallinas, gente y quería tener libros en la parte superior, como un bibliobús», dijo Hernández-Linares. «Fred Alvarado pintó muy bien exactamente lo que yo quería en las puertas de mi librería».

Dedica su Sala de Deseos a la diáspora centroamericana, concretamente a la de la Misión: «Dedicaría mi obra a otros niños de primera generación como yo que crecieron dentro de una casa, donde su cultura era rica y celebrada, pero afuera la gente la tergiversaba y deshumanizaba», señaló

La Sala de Deseos le da la bienvenida en respuesta a la violencia de Kamala Harris diciendo «no vengas». 

Hernández-Linares está trabajando actualmente en un libro de poesía llamado Vecina, y en nuevos proyectos con el Women’s Building. Para la celebración del Día de los Muertos, ofrecerá lecturas de poesía en el parque Potrero del Sol. Para el futuro próximo, también tiene más planes: «Quiero ampliar esta idea de la biblioteca de mi Sala de Deseos, espero que un día la [universidad] estatal de SF tenga una biblioteca centroamericana».

La Sala de Deseos de Hernández-Linares dejará pronto el YBCA, pero se trasladará al Centro Cultural de la Misión en unas semanas y en marzo próximo a una librería local en la Misión llamada Medicina para las pesadillas.