El cambio climático no es un problema del que preocuparse dentro de diez o cinco años, ni en dos días, sino ahora.

Con el Día de la Tierra a la vuelta de la esquina, necesitamos hacer más conciencia sobre los peligros del cambio climático. Lo hemos visto y oído hablar de él, una y otra vez. Este cambio, o con más precisión, la crisis climática, está devastando nuestro mundo. Con el rápido aumento de las temperaturas y del nivel del mar, el inmenso agotamiento de los cascos polares y los recursos naturales, nuestra tierra nunca había estado en este horrible estado. Los hogares están siendo destruidos y las personas, desplazadas por el aumento del nivel del mar. Las tormentas han empeorado y los incendios devoran ecosistemas enteros volviendo nuestro aire apenas respirable.

Cada año, nuevos estudios demuestran que varias especies están al borde de la extinción debido a que el cambio climático destruye ecosistemas. Algunas de las vistas más maravillosas del mundo están desapareciendo, como la Gran Barrera de Coral. La que fuera una belleza asombrosa por su vitalidad, ha perdido más de la mitad de su coral desde 1995.

Estas son solo algunas de las consecuencias que nuestro mundo ha sufrido desde el comienzo del cambio climático. Durante casi dos siglos, casi nada se ha hecho para prevenirlo. Lo ves y lo sientes y, pese a ello, hay cientos de detractores que dudan de su existencia.

A medida que se vuelve menos una pesadilla y más una realidad abrumadora, las personas se están uniendo para que los principales legisladores y formuladores de políticas, tengan miedo.

Un grupo de científicos de la NASA recientemente se encadenó al Banco Nacional JP Morgan Chase, el mayor financiador de combustibles fósiles. Varios videos aparecieron en las redes sociales mostrando a uno de los principales científicos en la protesta, Peter Kalmus, conteniendo las lágrimas mientras hablaba sobre el reciente informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) y la increíble amenaza que representa para nuestra supervivencia.

El IPCC genera informes sobre el cambio climático inducido por el hombre. El más reciente es una declaración que exige la toma de mayores medidas para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero.

Los científicos participantes en la protesta son parte de un grupo de activismo conocido como Rebelión de los Científicos. Creado inicialmente porque nada se ha hecho sobre el cambio climático y los informes no son tomados con la suficiente seriedad. La revolución climática es el objetivo de su ‘rebelión’. Por aterrador y radical que parezca, es lo que necesitamos.

Hace unos días, recuerdo un par de videos que encontré acerca del miedo que todos deberíamos estar experimentando en este momento. Uno de ellos explicaba claramente la destrucción que estamos causando a nuestro planeta no va a destruir el mundo, este seguirá existiendo durante siglos después de que nos hayamos ido. Simplemente se deteriorará hasta convertirse en un entorno completamente inhóspito para nosotros. La destrucción no es para el planeta, es para nosotros mismos.

Con cada nueva información compartida sobre el cambio climático, temo ante la indiferencia de todos. Hace unos años, cuando comencé a estudiar mi licenciatura, estaba lleno de optimismo y ambición. Esperaba una carrera de por vida llena de viajes, nuevas experiencias y crecimiento. Después, imaginé, algún día, establecerme y tener una familia.

Ahora me doy cuenta de que esta fantasía que había imaginado no era más que eso, una fantasía. No es tangible ni lo será si seguimos por este camino. A este ritmo, parece que nunca será posible. Tener hijos y dejar que sufran las más duras consecuencias del daño que hemos causado es indescriptible. El mundo está sufriendo y las generaciones futuras también sufrirán. Es cruel e inhumano.

Nunca antes había escrito hasta este punto, pero la verdad no es tan fácil digerirlo pero es hora de que se diga. Si no te está asustando, de la misma manera que me está asustando a mí, algo está mal. Se debe saber que hay que hacer algo, de lo contrario, el mundo que conocemos y amamos, dejará de existir. No habrá comida para sobrevivir, ni agua para beber, ni oxígeno para respirar. Batallaremos para existir.

Insto a todos a comunicarse con los legisladores y los principales políticos y hacer ruido sobre los cambios vitales que deben realizarse. Griten al respecto, infórmense, enseñen a sus hijos y nietos, hablen al respecto con su conductor o el dependiente de la tienda de comestibles. Hay que informar a todos de la situación. Nunca ha sido más importante. Somos la última esperanza de supervivencia.