Puerto Rico es un hermoso lugar rodeado de aguas cálidas con palmeras que bordean las carreteras y la vegetación que se eleva sobre la tierra. La mayoría de la gente ve una versión de este lugar en Instagram con fotos de los colores atrevidos y pastel de las casas del Viejo San Juan y otros barrios que dan color al país y lo llenan de vida. Sin embargo, esa es solo una parte. La isla ha atravesado muchos obstáculos y hay mucha necesidad de ayuda.

Enclavada en la isla, existe una casa de grupo que resuena con risas y conversaciones, todas provenientes de un grupo de nueve niños que le llaman hogar al sitio. Tuve el increíble privilegio de visitarlos y conocerlos con un equipo de Florida a través de la organización sin fines de lucro HIS Missions, y pude poner caras a los sonidos que llenan el espacio. La mayoría de los días, estos niños pasan su tiempo en el interior y una visita no es algo cotidiano.

Conocer a cada uno de estos chicos fue un verdadero regalo. Un día pudimos ver su creatividad haciendo camisetas teñidas, creando diseños mientras la música sonaba de fondo. Por primera vez en mucho tiempo, cada niño pudo tener el orgullo de aferrarse a algo que hicieron, algo que llamarían suyo. No puedo expresar con palabras lo que fue haber ido a la playa con ellos y ver la alegría en sus rostros mientras chapoteaban en el agua. Algunos pudieron hacer snorkel y otros tuvieron la oportunidad de hacer paddleboard. Algunos de ellos no se habían reído de la forma en que lo hacían en mucho tiempo. Hubo innumerables momentos en los que sonreían de oreja a oreja, nublando la realidad de su situación. 

Cada niño viene con un pasado y una historia. Para algunos, a los padres se les ha quitado la patria potestad o no tienen a nadie más que los cuide. Algunos de los niños tienen discapacidades o necesidades médicas específicas. Durante más de dos décadas, Damaris, quien supervisa las operaciones diarias del hogar, ha trabajado incansablemente enfrentando desafíos financieros y gubernamentales. 

Uno de estos desafíos es la Ley de Protección, Bienestar y Seguridad Infantil, que busca proteger y sacar a los niños que se encuentran en situaciones de abuso o negligencia. Esto da prioridad a que estén con las familias, pero no es tan fácil. La mayoría de las familias ya enfrentan desafíos y no pueden hacerse cargo del cuidado de un niño con necesidades especiales. Aunque cada uno de ellos es elegible para la adopción, los que tienen hermanos o doce años o más, tienen menos probabilidades de ser adoptados. Aunado a ello, el proceso es largo y complejo.

Foto: Corina De Leon Perez

Actualmente, los cambios en el presupuesto han llevado al cierre de varios hogares para niños, y esta es una de las principales preocupaciones de Damaris y el personal que los cuida. A lo largo de los años, compartió Damaris, ha sido difícil llegar a fin de mes y mantener la casa abierta con el recurso que proporciona el gobierno. Aparte de operaciones y suministros o alimentos, las discapacidades y necesidades de algunos de los niños requieren gastos adicionales. Uno de los niños necesita medicamentos que cuestan alrededor de $3 mil al mes. Otros requieren visitas con psicólogos y otros profesionales médicos, y eso requiere viajar hacia y desde varios lugares, lo que aumenta los gastos.

Como todos los niños merecen, Damaris ha hecho esfuerzos para asegurar que reciban educación, contactando a los lugareños para que sean tutores y que no se rezaguen o pierdan los conocimientos adquiridos. Cada vez que se procesan los números, Damaris da fe de un milagro cuando se cubren todos los gastos y se satisfacen las necesidades, incluidas las operaciones. 

¿Se imagina el estrés y la preocupación que conlleva? Hacer este trabajo durante tantos años y seguir enfrentando las limitaciones de la financiación gubernamental, así como los desafíos diarios. Para aquellos que tienen un hijo en su vida con necesidades especiales o discapacidades, saben lo que es sentir que tienen que luchar constantemente, que la voz de su hijo se escuche a través de usted y esto es lo que necesitan estos niños. Necesitan una comunidad que se una a ellos, asociándose en sus esperanzas y sueños, creyendo en su futuro.

En un lugar con tantas limitaciones, puede resultar fácil sentir que no se puede hacer mucho. Los que estamos en el continente podemos ser los que pongamos un micrófono a las voces de sus historias. Podemos estirar nuestros corazones para amar desde lejos. Podemos ser la tribu que los respalde mientras avanzan en el mundo para prosperar, crecer y aprender.

Si desea apoyar a estos niños, puede hacerlo donando directamente al hogar del grupo, enviando un correo electrónico a Corina para obtener más detalles a: deleon.corina@gmail.com.