La Psicoterapeuta Dr. Alicia Lieberman, profesora y vicepresidenta de Asuntos Académicos del Departamento de Psiquiatría y Directora del Programa de Estudios de Trauma Infantil de la UCSF, este último localizado en el Hospital General de San Francisco. Foto S. Thollot

Cuando el esposo de Mirian Flores empezó a ser verbalmente abusivo, ella esperaba que cambiara, pero él bebía mucho y las cosas empeoraron.

Soportó el abuso durante tres años hasta que un día casi muere a golpes; el incidente concluyó con el encarcelamiento de su esposo, seguido por su deportación, pero los hijos de Flores lo presenciaron todo.

Siendo inmigrante de El Salvador y ahora una madre soltera de tres hijos, sola en San Francisco, Flores necesitaba ayuda.

Después de ir a la clínica de pediatría en el Hospital General de San Francisco, descubrió el Programa de Investigación sobre Trauma Infantil.

Desarrollado por la psicoterapeuta de la Universidad de San Francisco Alicia Lieberman en 1996 (ella misma inmigrante y sobreviviente de un trauma), el programa gratuito era el primero de su clase y ahora ha sido adoptado en 30 estados así como también en partes de Europa y América del Sur. Lieberman es una profesora y vicepresidente de Asuntos Académicos del Departamento de Psiquiatría en la UCSF. Su programa fue diseñado específicamente para ayudar a niños que han sido traumatizados durante los primeros cinco años de vida para que superen los efectos del abuso doméstico (presenciado o experimentado), la muerte de un ser querido, accidentes que pusieran en riesgo su vida, enfermedades o desastres.

Algunas de las primeras memorias de Lieberman, quien creció en Paraguay, son de la guerra civil.

“Recuerdo el miedo que sentía”, dijo.  “Y no podía hablar de eso”.

Superar la dificultad de sus traumas infantiles hizo que Lieberman quisiera ayudar a otros a que enfrenten sus propios traumas.

Miriam Flores, víctima de violencia doméstica busco ayuda en el Programa de Estudios de Trauma Infantil para su hijo de dos años. Foto Alexis Terrazas

Los latinos actualmente son el 60% de los pacientes que se benefician del Programa de Investigación sobre Trauma Infantil, y los traumas de la inmigración están presentes en un gran número de los casos. Los padres y sus hijos con frecuencia pasan por cosas terribles mientras cruzan la frontera y sus países de origen.

“Muchos de los niños que vemos aquí han visto a la policía llevarse a sus padres”, dijo Lieberman.

Los niños pequeños son más vulnerables a internalizar las experiencias traumáticas que los niños grandes. Durante los primeros cinco años de vida los niños aprenden si merecen ser cuidados y amados, si sus padres pueden protegerlos, si el mundo es un lugar seguro. Cuando el mensaje es constantemente “no”, los niños crecen con una imagen distorsionada del mundo que es difícil de cambiar, explica Lieberman.

El cerebro aún  está desarrollándose en esta etapa, agregó, y cuando un niño experimenta un evento traumático, es afectado fisiológicamente. Se eleva su estrés hormonal, dañando las áreas del cerebro que regulan el aprendizaje y la identificación del peligro.

“Es como sellar al niño con traumas”, ella dijo.

Estos niños se vuelven ansiosos, temerosos y agresivos, al punto de revertir su desarrollo – algunas veces regresando incluso a no hablar, usar pañales y gatear.
Durante una sesión de terapia, Lieberman recordó un episodio en el cual un niño pellizcó a su mamá después de que le pidieron guardar sus juguetes. “No me digas que hacer.  Yo soy el jefe”, dijo el niño, imitando lo que vió hacer a su padre.

La gente pregunta, ‘¿Cuál es el problema con este niño?’ y en realidad la pregunta debe ser, ‘¿Qué le pasó a este niño?’” dijo Lieberman.

El tratamiento se enfoca en hacer que los niños se sientan seguros otra vez, ayudándoles a hablar sobre lo que sucedió utilizando juguetes en un ambiente amistoso y relajado. Se trata de “darles palabras a lo inexplicable”, dijo Lieberman.

Estatus migratorio no es obstáculo
El Programa de Investigación sobre Trauma Infantil encontró que sólo el 19% de aquellos que necesitan apoyo de consejería lo buscan.

Aparte del estigma de ver a un psicoterapeuta, el estatus migratorio juega un factor, ya que cerca de la mitad de los padres que van al programa se preocupan de ser deportados.

Un estudio reciente conducido por el Centro Dream Resource del Centro laboral de la Universidad de Los Ángeles encontró que la amenaza de deportación, para ellos mismos y sus familias, puede crear un gran peso en la salud mental de los jóvenes indocumentados.

El miedo a la deportación se puede manifestar como miedo a la policía, de acuerdo con Lieberman.

“Con frecuencia el niño puede ser agresivo con la policía”, dijo. “Pueden decir, ‘los policías son malos. La policía se llevará a mi mamá. La policía lastimará a mi papá’”.

Uno de los principales objetivos del programa es hacer conciencia de la importancia de recibir ayuda tan pronto como los eventos traumáticos ocurran.

“No es un estigma pedir ayuda”, dijo Lieberman.

Flores finalmente pidió ayuda en octubre de 2012.  Ella y su niño de 4 años empezaron una terapia con la psicoterapeuta María Flores.

“Los niños han aprendido a usar sus palabras”, dijo Flores.

Al exponer sus problemas en palabras, los niños se vuelven menos agresivos. Ahora, Flores dijo que cuando ven violencia, ellos dicen, “Las manos no son para golpear. Son para acariciar, comer y saludar”.

El Programa de Investigación sobre Trauma Infantil del Hospital General de San Francisco está disponible de forma gratuita para todos aquellos que necesitan ayuda sin importar su estatus migratorio. Puede llamar al 415-206-5311 para mayor información.

 — Traducción  Carmen Ruiz