El senador estadounidense Hiram Johnson dijo: “La primera víctima cuando la guerra llega es la verdad”. Este aforismo puede extenderse fácilmente hacia las consecuencias de las quiebras bancarias donde la verdad es una consecuencia temprana en medio de la agitación subsiguiente. Un caso es el Silicon Valley Bank.

Inmediatamente después del cierre forzoso de este banco con sede en California, anteriormente el decimosexto más grande del país, su quiebra fue una consecuencia desafortunada de acumular valores del gobierno con repercusiones imprevistas. El rápido aumento de las tasas de interés diseñado por la Reserva Federal fue culpable de la calamidad. Este marco de las quiebras bancarias recientes es uno que repiten los banqueros, los reguladores y la mayoría de los medios.

Después de este preámbulo, llega la realidad.

Inicialmente, el gobierno afirmó que el cierre del SVB no era un riesgo sistémico que requería una restauración costosa de todos los depósitos, incluso aquellos «no asegurados» por la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés)  porque excedían el umbral de $250 mil0. Días después, luego de un importante cabildeo por parte de banqueros y multimillonarios, se dijo que el colapso de ese banco, junto con el colapso del Signature Bank, amenazaba a todo el sistema bancario. Como consecuencia, ahora todos los bancos pueden pedir prestado a la Reserva Federal en términos de descuento para evitar la propagación de las quiebras bancarias, lo que hace que este sea otro momento en el que el gobierno saca del apuro a los banqueros. Será interesante ver si estas medidas pueden salvar a otros bancos tambaleantes, como el First Republic Bank.

Poco a poco van saliendo datos interesantes sobre la actual crisis bancaria: el CEO del SVB, Greg Becker, estaba regulando su propio banco mientras formaba parte de la Junta de la Reserva Federal de San Francisco. Esto fue hasta que lo sacaron discretamente cuando su banco se vio obligado a cerrar sus puertas. Había presionado enérgicamente para ablandar las regulaciones para que su banco pudiera continuar con las inversiones riesgosas en capital de riesgo, ello fue critico en su colapso.

Después, nos enteramos de que un enorme 93.3 por ciento de los depósitos del SVB no estaban asegurados, ¡y la empresa de criptomonedas Circle tenía $3.3 mil millones depositados en una cuenta! Están surgiendo tantas malas noticias que el Departamento de Justicia y la Comisión de Bolsa y Valores han iniciado investigaciones. Además, la senadora Elizabeth Warren, que se opuso a relajar las regulaciones establecidas después de la crisis bancaria de 2008, ha unido fuerzas con la representante Katie Porter para patrocinar una legislación que restablezca esas regulaciones suavizadas por el Congreso y firmadas por Trump.

Ilustración por Yano Rivera/@muraldoctor

Reforzar las regulaciones es un buen primer paso. Sin embargo, todavía hay muchos bancos «demasiado grandes para quebrar» que saben que todos sus depósitos, incluso aquellos que superan el límite de $250 mil de la FDIC, estarán garantizados por las autoridades federales en la próxima crisis. Estos megabancos se benefician del colapso de los bancos pequeños y medianos, y los depósitos se transfieren a los peces gordos. Las crisis bancarias seguirán floreciendo si no reformamos la cultura de la banca corporativa, donde los directores ejecutivos y los ejecutivos bancarios reciben remuneraciones reales por aumentar los precios de las acciones. La compensación de Greg Becker en 2021 fue de más de $9 millones de dólares, un pago enorme por una gestión incompetente que ni siquiera incluye los $3.6 millones de dólares que se llevó a casa vendiendo acciones del SVB poco antes de la desaparición del banco.

Además de restaurar y hacer cumplir las regulaciones bancarias destinadas a contrarrestar la avaricia de la cultura bancaria, es momento de reformar todo el sistema financiero. Con 563 quiebras bancarias aseguradas por el gobierno federal desde 2008 y más pendientes, no podemos afirmar que el sistema financiero estadounidense sea estable o confiable. Por esta razón, personas de todo el país abogan por el establecimiento de bancos públicos siguiendo el modelo del gran banco público estadounidense, el Bank of North Dakota (BND), que ha atendido de manera confiable las necesidades financieras de los residentes de Dakota del Norte durante más de cien años. El BND ha retenido de manera segura todos los fondos públicos del estado y devuelve las ganancias a la tesorería del estado. Apoya la inversión local mediante préstamos conjuntos con bancos comunitarios y cooperativas de crédito en proyectos de interés público. Incluso ofrece préstamos estudiantiles a tasas inferiores a las del mercado a los residentes del estado.

Los bancos públicos como éste, no buscan ganancias disparatadas ni premian a sus ejecutivos con compensaciones exorbitantes. Ven los servicios financieros como un servicio público destinado a mejorar la vida de los residentes. Los bancos públicos operan en conjunto con los comunitarios locales y las cooperativas de crédito para otorgar préstamos de manera efectiva a las pequeñas y medianas empresas con las que los megabancos no se pueden molestar. Pueden financiar viviendas asequibles energéticamente eficientes, apoyar a pequeñas empresas y mejorar la infraestructura en respuesta a la crisis climática. Todo eso es bastante necesario en San Francisco.

Con los bancos públicos, los servicios financieros se pueden proporcionar de manera equitativa y económica para contrarrestar el discurso vigente de que los ejecutivos bancarios pagados en exceso en los megabancos son los únicos que pueden administrar nuestra compleja economía a pesar de las frecuentes crisis bancarias. En San Francisco, el Este de la Bahía, Los Ángeles y Sacramento, los defensores de la banca pública están trabajando para echar a andar bancos municipales de acuerdo con la Ley de Banca Pública del estado, que entró en vigor en 2019.

Se necesita una arquitectura financiera nacional nueva y mejorada que incluya un amplio espacio para la banca pública municipal, estatal y federal responsable, para detener el ciclo de quiebras bancarias y rescates gubernamentales a los banqueros que ahora se han vuelto rutinarios.