[Fotos por Alexis Terrazas]

Acababa de caer el gobierno elegido democráticamente de Salvador Allende. Y un Carlos Barón de 25 años, junto a un grupo de estudiantes de teatro chilenos, no se iban a quedar callados. Habían acordado defender al primer gobierno socialista de su país.

Pero el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 que expulsó y asesinó a Allende e instaló el tortuoso reinado de Pinochet —uno que contó con el apoyo de los EEUU— militarizó rápidamente el Palacio de La Moneda presidencial y las calles aledañas de Santiago. Los soldados disparaban y tomaban prisioneros civiles. Y Barón y sus compañeros de clase se encontraron caminando frente a un cuartel militar, custodiado por tres soldados armados con ametralladoras.

En medio de esa tensión, fealdad e incertidumbre, Barón notó que una mujer, hermosa y enojada, caminaba hacia él y los guardias armados.

“Una mirada a esa mujer y te das cuenta de que está furiosa”, recordó Barón. La mujer, con el puño cerrado, siguió caminando hasta quedar directamente frente a los soldados. «¡Dispárenme hijos de puta, mátenme si se atreven!» gritó a los soldados, rasgando su camisa y dejando al descubierto sus pechos en desafío.

Los soldados no dispararon. “[Los soldados] también eran personas, eran de clase trabajadora, eran pobres. Tal vez esa noche se convertirían en torturadores… pero una cosa que no iban a hacer era dispararle a esta mujer”, dijo Barón.

Al ver un momento en el que podrían escapar de los soldados, Barón y los estudiantes se acercaron a la mujer, instándole a que avanzara. Al despertar de su trance, se cubrió, sonrió y dijo, “Venceremos”, antes de alejarse.

“Y eso se convirtió en un poema”, dijo Barón. “Pero era más que un poema, era esperanza.

Ese momento, entre otros, está capturado en Semiurgent Poems – Poemario Semiurgente, un libro bilingüe de poesía y arte hecho a mano, que fue presentado el mes pasado. La obra, primer libro publicado de Barón, presenta siete poemas bilingües, cada uno en inglés y español. Son una colección de lo que su autor define como “poemas encontrados”, tributos literarios a algunos de los momentos fugaces pero inolvidables que Barón, ahora de 75 años, ha escrito a lo largo de los años. Son momentos espontáneos y no planeados. Y memorables tal vez por eso.

El libro, con ese mismo espíritu espontáneo, nació de la casualidad mientras su autor estaba de vacaciones con su esposa, Diana Azucena, en Veracruz, el verano pasado. Fue allí donde conoció al serigrafista Manuel Tapia, del estudio de arte Tapia Ediciones. Entre los muchos talentos de Tapia está la elaboración de libros a mano. Después de algunas breves presentaciones y una pequeña charla, Barón reveló que tenía una colección de poemas inéditos. Tapia aprovechó la oportunidad de publicarlos. Y así nació esta colaboración literaria internacional.

A los siete poemas bilingües le acompañan ilustraciones originales de Bruno Ferreira e Itzel Cruz. Cada poema e ilustración fue impresa en serigrafía meticulosamente en cada página y encuadernados en su conjunto para formar una obra de arte única.

La ilustración que adorna la portada del libro es de Cruz, inspirada en otro poema de Barón, “Confesión de fin de año”, que conduce a través del asesinato, y la posterior culpabilidad, que Barón hizo de una zarigüeya que irrumpió en su casa dos noches seguidas. Atrapada en su trampa, la zarigüeya enseñó los dientes y gruñó.

“Por pura ignorancia y miedo, de la mano, maté a esta zarigüeya… y me sentí culpable como por un año”, confesó Barón.

Entonces, para procesar esa culpa, Barón escribió una oda al mamífero caído el último día del año, de ahí el título del poema. Y fue ese poema, o confesión, que Barón leyó por primera vez en Veracruz. Itzel Cruz estaba entre la multitud esa noche, quien tenía una zarigüeya como mascota. “Ella reaccionó a lo que escuchó e hizo una imagen increíble”, dijo Barón.

También hay otras imágenes, todas poderosas y hermosas por sí mismas. Pero dos que se destacan, una ilustrada por Cruz y la otra por el galardonado caricaturista mexicano Ferreira, son los que se combinan junto con el poema épico de Barón a Martín Getsemany Sánchez García, uno de los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos.

“Cayó en mi regazo la posibilidad de escribir al respecto”, dijo Barón. Meses después de la desaparición forzada de los 43, su amiga y periodista Chelitz López, lo invitó a escribir sobre uno de ellos. El nombre que recibió Carlos fue el de Martín.

Para ese poema, que se basa en hallazgos sobre la vida de Martin, Barón evocó la licencia poética para los detalles que no pudo encontrar: “Mientras escribía sobre él, de repente se convirtió en este poema épico. No podía escribir sólo sobre él, sino sobre la historia de la escuela, cómo se convirtió en un símbolo de las personas desaparecidas en cualquier lugar… cómo las respuestas que deberían darse no se dan, y cómo los pobres son siempre la víctima número uno en todas partes”.

La librería comunitaria en la calle 24, Medicina para Pesadillas, fue sede de la presentación del poemario de Barón, el pasado 11 de diciembre. El libro estuvo a la venta, mientras los asistentes disfrutaron también de comida, bebieron vino chileno y bailaron. El tiraje de esta publicación consta de setenta ejemplares, con un costo de $100.

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