Nuevo programa intenta reintegrar a ex-convictos en la sociedad

California afronta un dificil desafío ante la reincidencia criminal, un 60 por ciento de los adultos presos. Al frente del lucha por evitar que los ex-convictos se conviertan en una estadistica más, el Programa de Reinserción Social PHATT Chance de San Francisco continúa logrando cambios. Thomas Christian, de 45 años de dad, se sometió el pasado mes de febrero a ese proceso de rehabilitación que él asegura haberle cambiado la vida.

La historia de Christian alienta a organizaciones que trabajan por la rehabilitación de convictos. Anteriormente fue a la cárcel en varias ocasiones por crímenes relacionados con las drogas. Pero en octubre de 2008 fue liberado de una prisión estatal en Nevada y emprendió camino a San Francisco, su ciudad natal, queriendo comenzar una nueva vida.

Christian no tardó en darse cuenta de que la transición de estar preso a estar libre conlleva serios desafíos y altibajos.

“Al principio valoras la libertad mucho más que antes. Pero la parte difícil de esta transición es el reajuste necesario para definir un plan de vida diferente a la estructura que te han impuesto en prisión —donde constantemente me decían lo que tenía que hacer”, explicó Christian.

La dura realidad

Según un informe del Departamento de Correccionales de California publicado en el año 2008, más de la mitad de los presos que salieron de prisión regresaron luego de violar su libertad condicional. En un lapso de tres años, el 60 por ciento de los presos en California recayó en actividades criminales que los hizo regresar a prisión. Ese mismo año, meas de la mitad de los presos regresaron a la cárcel por violación de su libertad condicional.

Hace dos años, Christian fue uno de esos casos, un preso que salió libre sin capacidad de adaptarse a la nueva situación y volvió a delinquir.

Una vez en San Francisco, Christian aceptó someterse a un programa del Northern California Service League —una organización sin fines de lucro que trabaja con presos dentro y fuera de las cárceles— que le recomendó el oficial encargado de su libertad condicional. Ese programa luego pasó a depender del Programa de Reinserción Social PHATT Chance.

“Desde entonces ha sido una constante bendición para mi”, afirmó Christian, que se beneficia del programa de vivienda y rehabilitación donde ha permanecido durante más de un año.

Mostrando una salida

En el año 2004, Armando Martínez y George Turner se unieron para fundar PHATT Chance Re-Entry Program, una organización enfocada en ayudar a personas que luchan por reintegrarse a la sociedad a través de programas de rehabilitación con terapia.

“Extendemos una mano a los que necesitan asistencia y cubrimos las necesidades básicas para que puedan cambiar sus vidas”, explica Martínez.

PHATT Chance trabaja junto a otras organizaciones que proveen vivienda, comida, rehabilitación para drogadictos, terapia para controlar la ira y formación académica y laboral para quienes buscan un nuevo rumbo en sus vidas. Así mismo, Christian fue sometido a un programa de rehabilitación para drogadictos que duró 90 días mientras vivía en la instalación de PHATT Chance y donde aún permanece.

Existen tres casas de transición —dos en San Francisco y una en Oakland— que cuentan con un personal de ocho trabajadores para un total de 40 individuos, viviendo dentro de las instalaciones y con algunos espacios todavía vacios.

La mayoría de los clientes llegan a PHATT Chance por recomendación del sistema penal, desde otras organizaciones similares o gracias a la reputación lograda dentro y fuera de las cárceles.

“Los muchachos nos escriben cartas desde la cárcel pidiéndonos venir con nosotros”, dijo Martínez. “Si demuestran que verdaderamente quieren seguir el plan de rehabilitación, los encaminamos en los trámites y los traemos.”

Aproximadamente el 90 por ciento de las personas que participan en el programa de rehabilitación provienen de correccionales y cárceles del estado, y el resto son alumnos o jóvenes de diferentes ciudades que vienen simplemente buscando ayuda.

En este grupo de alumnos se encuentra Mike, joven indígena nativo de los EEUU de 28 años de edad, que pasó cuatro años en una de las casas de rehabilitación de San Francisco por recomendación de Friendship House, organización sin fines de lucro que trabaja con indígenas y provee alojamiento y terapia para abandonar las drogas.

Mike regresó a PHATT Chance buscando ayuda. Le ofrecieron aceptarlo en la rehabilitación siempre y cuando asistiera a la escuela y mantuviera buenas calificaciones. La organización es una tenaz promotora de la formación académica.

Un informe publicado el año 2005 por el Institute for Higher Education reveló un vínculo directo entre la formación académica y los casos de reincidencia para la rehabilitación. Los resultados revelan que una vez en libertad, cuanto más alto es el nivel de formación académica del recluso, menos probable será su reincidencia por un acto criminal.

Este joven que una vez llegó con un futuro sombrío y luego sufrió una transformación refleja que la visión de PHATT Chance responde a las expectativas. En otoño de 2010, Mike comenzará su primer semestre en la Universidad de California en Berkeley.

“Estabamos ayudándolo para ingresar en la Universidad de Stanford, pero se decidió por Berkeley. Ya se salió de la casa de rehabilitación y está en camino de convertirse en un abogado para su tribu”, dijo Martínez con un tono de júbilo.

“Cuando se dió cuenta de cual era su visión, perseveró y se mantuvo fiel a su camino. Muchos jóvenes no aguantan este tipo de presión, pero él no se desmoronó”, agregó.

Tal para cual

La historia de Martínez es muy similar a la de aquellos que llegan pidiéndole ayuda. A los 13 años, y sin un lugar donde vivir, estaba merodeando por las calles de San Francisco, lo que lo llevó hacia el mundo de las drogas y la auto-destrucción.

Años después, lo llevaron a la desaparecida Narcotics Education League, centro que ayudaba a ex-convictos latinos a reintegrarse a la sociedad.

“Cuando era niño, no tenía quien me guiase”, dijo Martínez . “No quiero que otros cometan los mismos errores que yo, y es por eso que hago lo que hago. Porque cuando era un adicto no tenía salida, pero alguien vió en mi algo que yo no veía en mí mismo.”

Al igual que Thomas Christian, Martínez fue a la cárcel por venta de narcóticos.

Christian estuvo en la cárcel por primera vez en el año 2005 por posesión y venta de drogas. Luego salió y volvió a ser encarcelado en 2007 bajo los mismos cargos, cumpliendo 14 meses en una prisión estatal de California.

“La adicción a las drogas es una prisión autoimpuesta”, explicó Martínez. “Mantenerse fuera de esa cárcel es una ardua labor.”

Otro estudio de la CDCR publicado en 2008 muestra que el 18,2 por ciento de los adultos encarcelados en California estaban allí por un crimen relacionado con las drogas. El 32 por ciento de los crimenes de los delincuentes en libertad condicional también están relacionados con la venta o el consumo de drogas.

Si te esfuerzas, te quedas

“Cada vez que salen de las cárceles y no tienen a donde ir, los recibimos para darles la oportunidad de rehabilitarse, pero tienen cinco meses para demostrar que pueden lograr el cambio con su esfuerzo y compromiso”, explicó Martínez. Para los que cumplen los requisitos, la organización Northern California Service League costea los cinco meses provisionales bajo PHATT Chance Re-entry Program, donde se los anima a seguir un plan de rehabilitación. Si dejan de drogarse y demuestran progreso, se les permite quedarse más allá del período inicial.

“Se pueden quedar si están mejorando y haciendo buenas cosas, manteniéndose dedicados a su recuperación y avanzando hacia un mejor estilo de vida; nuestras puertas permanecen abiertas y los ayudamos a salir adelante. Pero si no cumplen y no demuestran una mejora, se tienen que ir y dejar espacio para otro individuo que verdaderamente quiera cambiar su vida.”

Al llegar a PHATT Chance, se somete a los ex convictos a una intensa evaluación para determinar sus necesidades: consejería, entrenamiento vocacional, formación académica, etc.

A diferencia de otros programas transitorios, en PHATT Chance el individuo se va cuando está listo.

Christian dice que los programas dentro de las cárceles y los de otros centros donde prestan ayuda al recuperar la libertad, cometen el error de controlar a los reclusos hasta tal punto que les impiden tomar decisiones por sí mismos.

“No te hace falta pensar ni hacerte responsable de tí mismo. Es por eso que al volver a la sociedad, te encuentras perdido otra vez”, comentó.

En PHATT Chance, los individuos aprenden a ser responsables dándoles la oportunidad para que crezcan como individuos, por sí mismos.

Christian agregó, “Antes, lo hacía por ellos. Ahora lo hago por mí mismo. Este programa te da el tiempo y el espacio para ocuparte de ti mismo y te ayuda a sacar lo mejor de ti. Otros programas carecen de ese espacio”.

Al ser una organización bastante nueva, es difícil determinar su éxito, pero según Martínez más del 50 por ciento de los individuos salen preparados para reintegrarse a la sociedad.

“Cuando se van de aquí, están trabajando o estudiando”, agregó.

Población necesitada

De los 171.161 presos en las cárceles de California, aproximadamente 17.000 o el 10 por ciento proviene de condados del Área de la Bahía.

Solamente en los condados de San Francisco y Alameda —área que cubre PHATT Chance— residen 6.133 o el 3,5 por ciento de los presos en California.

Conforme al CDCR, en el año 2006 aproximadamente 2.200 individuos se mantenían bajo libertad condicional en San Francisco. De ellos, casi el 20 por ciento ingresó en centros de rehabilitación, dejando al 80 por ciento restante con apoyo limitado durante el proceso de transición a la libertad.

Oportunidad de devolver un favor

En septiembre de 2009, a Christian lo invitaron a cumplir el programa de rehabilitación, y actualmente ya forma parte del personal. Como Martínez, él también quiere dedicar su vida a ayudar a otros a salir adelante.

“En algunos de estos muchachos puedo ver mi reflejo durante mi recuperación. Me ayuda a ver las cosas de una manera distinta. Este trabajo me ayuda a tratar con la misma clase de personas con las que conviví durante toda mi vida, pero ahora desde una perspectiva diferente: otorgando en vez de agarrando. Ser parte de esta labor me hace sentir bien”, expresó Christian.

Por otro lado, Christian admite que el ser parte de esta labor trae consigo sus desafíos. Es aquí donde las fuerzas del conflicto interno, la tradición institucional y los nuevos principios chocan de manera feroz.

PHATT Chance es el nexo de esta transición. Son los primeros en lidiar con los obstáculos psicológicos y hábitos emocionales acumulados que se viven dentro de la cárcel.

Christian espera continuar su labor en PHATT Chance y describe con gran entusiasmo su nuevo estilo de vida:

“Salgo a caminar por la calle, veo la policía y no me preocupo. ¡Veo a otros muchachos y no me reconocen! ¿Me entiendes? ¡Eso me hace sentir muy bien!”

—Traducción Andres Caballero