Un campamento de indigentes en el Distrito de la Misión se ubica afuera de la sede propuesta para el Centro de Navegación al sur de la avenida Van Ness. Foto: Karen Sanchez

Caminar por las calles de la Misión hace veinte años me recordaba la tierra natal de mi familia —un poquito de Nicaragua con cacao, algunas pupusas de El Salvador, y por su puesto los tacos de México. La Misión fue un recuerdo de las raíces de todos nosotros. Esta fue la belleza de San Francisco. Volviendo a 2017, todavía se pueden encontrar restaurantes de toda Latinoamérica, pero ya no están atendiendo a la misma población.

La gentrificación es una creciente epidemia en San Francisco, especialmente en la Misión. Mientras las personas de diferentes razas y de bajo sueldo han sido expulsadas, un nuevo colonizador —una especie de zombi, con teléfono en mano, mirando hacia abajo— ha llegado al barrio: los ‘techies’. Necesitamos evitar que las personas sean echadas de sus hogares, pues eso está provocándoles problemas de salud muy graves.

En una historia reciente escrita para Fusion.com, la periodista Kashmir Hill informó que San Francisco tiene la segunda población más densa de indigentes en el país: 149 individuos por cada milla cuadrada en la ciudad, con un total de 6,686 a partir de 2015.

Estas personas a menudo viven en casas de campañas debajo de las autopistas, evitando ser vistos por la gente y la policía. Vivir bajo estas circunstancias significa estar en áreas con altos niveles de contaminación, lo que provoca altos índices de problemas cardiacos y vasculares, y que las personas sin hogar estén más expuestos a problemas circulatorios y cardíacos. Debido a estas condiciones insalubres, esta población también presenta altos índices de infecciones respiratorias tales como bronquitis, tuberculosis y neumonía.

Estudios realizados anteriormente han mostrado que chicos hacinados en un cuarto tienen altos niveles de estrés y de malestar, los cuales, de ser prolongados, podrían a largo plazo afectar negativamente su desarrollo psicológico.

Lo que se podría hacer para prevenir la falta de vivienda y el hacinamiento, sería poner fin al fenómeno de gentrificación. El alquiler debería depender según el ingreso de cada persona. Aunque existe el programa debajo de la tasa del mercado, en San Francisco, este sólo proporciona una cantidad limitada de viviendas y debería aplicarse a toda la vivienda de San Francisco.

Los servidores públicos electos deberían prestar atención y cuidar a los residentes de la ciudad, las personas que han vivido en ella por muchos años, en lugar de atender a las personas recién llegadas y que están provocando el aumento en los costos de alquiler. Nosotros, los habitantes, tenemos poca influencia en lo que implementan, necesitamos presionarlos y hacerles entender el riesgo de la gentrificación y el control de alquiler. Eso no solo afecta a quienes han sido desalojados, sino a la comunidad entera. Las personas que son nuevas en la comunidad no siempre entienden por qué hay tantas personas sin hogar, lo cual deriva en una interacción negativa entre ambos grupos.

Esta es una carta para el alcalde Ed Lee y todos los supervisores en San Francisco. Si ustedes son tan apasionados de nuestra querida ciudada, como dicen serlo, entonces hagan algo al respecto. No dejen que más personas sean echadas de sus hogares, lanzadas a las calles. Todos estamos muy preocupados con otros asuntos que están ocurriendo a nivel político —un asunto del cual tenemos que seguir preocupándonos— pero no nos olvidemos de nuestro gobierno local que está directamente poniendo en riesgo la salud ambiental de nuestra comunidad. Dejen de permitir que la salud de las personas en San Francisco, de la Misión, nuestras abuelas y nuestros hijos, sea puesta en riesgo.

—Traducción, Eleni Stephanides