Ilustración: Min Lee

Todas las vidas importan.

Esa fue mi primera reacción ante la atención mediática que recibe el movimiento Black Lives Matter.  Si bien fui indiferente ante los asesinatos de los estadounidenses negros, me molestó que Pedro Villanueva, Melissa Ventura, Anthony Núñez, Raúl Saavedra-Vargas, Vinson Ramos y Alex Nieto —todas y todos víctimas latinas de la brutalidad policial— no recibieron la misma empatía nacional.

Me preocupaba que dicho movimiento sólo reforzara el binomio racial blanco y negro en este país. Pero la verdad es que nosotros, como comunidad, somos rápidos señalando nuestras propias injusticias, pero mucho más reacios a reconocer los sentimientos anti-negros en nuestra comunidad.

El mes pasado, apareció un video de cómo un oficial de LAPD fuera de servicio, llamado Kevin Ferguson, toma y arrastra a un niño latino de 13 años, y dispara su arma durante mientras los amigos del muchacho intentaron intervenir. Era difícil no notar que la primera persona que reaccionó y trató de romper el enfrentamiento fue el único adolescente negro.

El video rápidamente se volvió viral recibiendo poca atención y, mucho menos elogios, por parte de la comunidad latina, ante la iniciativa del joven de color.

Me sentía decepcionada y frustrada, pero entendí de dónde y por qué vienen los sentimientos. Al discutir y protestar contra la violencia policial, es difícil no evocar el diálogo que rodea a Black Lives Matter, pero debido al sentimiento anti-negros inculcado, puede ser difícil para muchos latinos que, como yo, no podrían entender porqué en la cara de la autoridad, no podríamos decir simplemente, todas las vidas importan.

Me costó hacer un esfuerzo consciente y activo, para escuchar a un profesor de sociología increíblemente paciente, y la voluntad de aprender que era capaz de confrontar mis prejuicios culturales para ver el mundo más allá de mis lentes.

No fue hasta que me enfrenté a la dura realidad de mis arraigados prejuicios culturales, que pude entender que la eliminación de las contribuciones de mi comunidad al tejido social de los EEUU no era la culpa de la comunidad de color. Nunca fue la culpa de ellos ni de nadie, pero fue un discurso conveniente de modo que condenaría y marginaría a dos comunidades de color.

La comunidad latina no puede ni debe condenar a ninguna otra comunidad porque históricamente la estructura social de los EEUU ha socavado la posición política de todos los grupos étnicos. Condenar a una comunidad es condenar a todas las demás. Todas las comunidades de color son víctimas de la violencia del estado. Históricamente, a todos nos ha faltado acceso equitativo. A todos nos faltan escuelas con financiamiento adecuado, vecindarios seguros y servicios de saludo. Condenar a otros no arreglará el problema, lo reforzaría.

La comunidad latina enfrenta problemas e injusticias particulares, pero eso no significa que no tengamos privilegios. Para empezar, no nos vimos obligados a venir a América, somos de este continente. Nuestra anti-negritud proviene de nuestra colonización. Una cultura en la que la palabra moreno se puede utilizar de manera despectiva, donde el color está tan profundamente arraigado, que nuestras telenovelas y medios de comunicación destacan y celebran exclusivamente las ccaracterísticas eurocéntricas.

La acumulación de riqueza de EEUU se construyó, literalmente, en la espalda de la comunidad de color, y el racismo es inherentemente una parte de su identidad. La estratificación racial y étnica ha hecho que ciertas razas estén socialmente posicionadas para obtener o ser privadas de privilegios. Para muchos latinos, el ser estadounidense, a veces puede significar abrazar el sentimiento anti-negro para ganar privilegios y progreso social.

Puedo atestiguar que la identidad de la comunidad latina es ambigua, pero no puedo negar la profunda anti-negritud y su interseccionalidad.

Nunca comprenderé lo que significa ser de color en EEUU, pero sé que para aquellos de nosotros que creemos en la justicia y aquellos de nosotros que creemos en el poder de la gente, es imperativo solidarizarse con la comunidad que proclama sin pretensiones, “Black Lives Matter”. Solo siendo aliados, la comunidad de color podrá superar los prejuicios incrustados en el tejido social de este país.