Nota del editor: esta es la segunda parte de un repaso a los trastornos que la tecnología ha provocado en el Distrito de la Misión y el nivel de esfuerzo y preocupación que algunas grandes empresas de la industria han demostrado para aliviar el impacto de su crecimiento, especialmente cuando se trata del problema más crítico que han causado: la disminución de la disponibilidad de viviendas asequibles.

El pintor y trabajador de la construcción José Pablo, de 32 años, sentado en las escaleras de su casa en la calle Capp donde paga $500 más de renta de lo que pagaba cuando recién se mudó ahí, hace 10 años. Foto: Andy Furillo

Cuando se trata de los miles de millones en filantropía tecnológica distribuidos en todo el mundo en los últimos años, según un análisis de los listados públicos disponibles de la industria, la cantidad que se ha destinado específicamente para aliviar el desplazamiento generado en San Francisco y la Misión ha sido mínima, especialmente cuando se trata de vivienda.

Y cuando se trata del desplazamiento tecnológico de la Misión, tal vez ninguna compañía ha sido tan difamada como Google.

Los lujosos y enormes autobuses blancos de la compañía con asientos de cuero que ocupan espacios públicos para transportar a su fuerza laboral privada han llegado a simbolizar la separación de la industria con la comunidad. Como tal, se han convertido en objeto de protestas comunitarias donde los residentes y activistas han enfocado su protesta en los vehículos de una de las compañías líderes en la industria que se enorgullece de la disrupción.

“La comunidad punto com muestra muy poca conciencia al abordar los problemas que estas familias están experimentando como resultado directo de la llegada de estos gigantes a nuestra comunidad”, dijo Santiago ‘Sam’ Ruiz, director ejecutivo de Misión Neighborhood Centers, quien se encuentra en medio de una campaña para recaudar fondos que irán a financiar cuatro nuevos centros de educación y atención infantil en el distrito.

Con 45 mil empleados en el Área de la Bahía, los que incluyen 1,500 que trabajan en San Francisco y miles de personas que viven en la ciudad pero trabajan en la Península, Google se encuentra a la vanguardia de la industria que ha favorecido las cuentas bancarias de sus beneficiarios y se ha convertido en la desgracia de una población que lucha por mantenerse en el vecindario donde ha escrito su historia por generaciones.

Google, por su parte, no es indiferente a este cambio desgarrador que su enorme crecimiento ha provocado en sus vecinos del área de la Bahía desde su fundación en 1998. Un portavoz de la compañía dice, que no solo han tratado de ayudar, pero que están dispuestos a ayudar aún más. Según él, durante los últimos cinco años Google ha otorgado $18 millones en subvenciones para programas a personas sin hogar en el Área de la Bahía, incluidos $3 millones para lanzar el Bryant Street Navigation Center, al sur de la calle Market.

Este año, Google, se comprometió con mil millones de dólares para la construcción de nuevas viviendas en la región. La compañía dijo que $750 millones se destinarán a proyectos para sus empleados en el área de San José y Mountain View. Se ha programado la cantidad de $250 millones para la producción de viviendas asequibles alrededor de la bahía, que incluyen una reciente subvención de $50 millones al Fondo Silicon Valley TECH (Tech + Equity + Community + Housing).

Ninguna cantidad se ha destinado específicamente para San Francisco, mucho menos para el Distrito de la Misión.

Ruiz dijo que un representante de Google lo ignoró cuando contactó a la compañía sobre la campaña en busca de capital para Misión Neighborhood Centers y los centros ECE, un programa que sirva como un ancla a los latinos en el futuro de la comunidad.

“¿No entienden la gravedad de la situación, la crisis que han creado?”, preguntó Ruiz. “No pueden decir que ya han donado. Su actitud debería ser, ¿cómo podemos asociarnos?

Durante la última década, Google y sus colegas de la tecnología han convertido a San Francisco en un suburbio inverso, una comunidad de dormitorio para empleados que trabajan en la península.

Según las avalúos del Departamento de Censo de los EEUU, en 2017 había 115,663 trabajadores de San Francisco que salían todos los días para ir a trabajar fuera, un poco más del 60 por ciento de ellos en Silicon Valley. Ese número ha aumentado un 27 por ciento de los 85,932 que hacían este viaje diario en 2005.

La interrupción tecnológica se siente en casi todos en el vecindario. En la peluquería de Ernesto en la calle Misión, su propietario Ernesto Cavello dijo que un aumento en el alquiler de su antigua tienda lo obligó a mudarse a su lugar actual. Cavello dijo que su contrato de arrendamiento vence el próximo año. Teme otro aumento de renta podría obligarlo a salir del vecindario: “Veo el cambio cuando la gente de la tecnología se viene a San Francisco. Estoy de acuerdo con el crecimiento de las ciudades, pero no con el aumento del alquiler. Ahora, los propietarios de los edificios, solo buscan el dinero, no las personas”.     

José Pablo, de 32 años, se sentó en el pórtico de su edificio de apartamentos en la calle Capp, donde está pagando $500 más de alquiler que cuando se mudó hace diez años, lo que supone un importante detrimento en su salario como pintor y trabajador de la construcción: “Creo que la única razón por la cual la gente se muda es que la renta es muy alta ahora”, dijo y continuó: “Siguen aumentando el alquiler todos los años, por lo tanto las personas como nosotros que no ganamos mucho, no podemos pagarlo porque es muy alto. Seguimos adelante, porque no hay otra opción”.   

En el colorido Clarion Alley, cientos de turistas se pasean entre las calles Misión y Valencia para admirar la impresionante variedad de murales. El artista visitante Saúl Sánchez Barojas lamentó los cambios que han aniquilado el vecindario en los últimos veinte años y que a él, lo han obligado a regresar a su natal Veracruz, en México:  “Las personas que vivían aquí, no vinieron para hacerse ricos, sino para sobrevivir, pero los ricos que han llegado después los echaron”, dijo Sánchez. “Ahora tenemos un gran dilema, porque todo es muy caro. Estamos perdiendo terreno aquí”.

Theresa Pasión, co dueña de La Palma Mexica-tessen, ubicada en las calles 24 y Florida, ha visto la transformación del barrio en los años recientes y cómo ese cambio ha repercutido en su negocio. Foto: Andy Furillo

Theresa Pasion, copropietaria de La Palma Mexica-tessen en la calle 24 y Florida, contó su historia de cómo ha cambiado su negocio en los últimos años: “Solía ​​hacer muchas bodas, quinceañeras, bautizos. Ahora, es ‘vamos a tener una fiesta de despedida porque nos vamos’. Nunca había hecho tantas fiestas de despedidas como hoy”.   

De a poco, con una innovación aquí y una aprobación de la ciudad para comprar tierras para viviendas asequibles allí, los que apoyan al vecindario, batallan para evitar que la Misión se convierta en una pieza de museo. Según el activista Roberto Hernández, se han enfrentado con éxito a las propuestas de aceleración de la gentrificación, y se han asociado con la ciudad para obtener 1,150 unidades de vivienda asequible en la Misión.     

“Nuestro objetivo es construir 2,400 unidades para que todos los que han sido desalojados tengan la oportunidad de regresar”, dijo Hernández. “Así que nos faltan 1,250. Hemos comprado el terreno y tenemos el dinero para la construcción, pero el proceso ha sido muy lento”. Pero algo de ayuda de parte de la tecnología puede que venga en camino.    

La Fundación de la Comunidad de Silicon Valley (SVCF, por sus siglas en inglés) recaudó solo $1.5 millones en donaciones para viviendas y otras causas tales como el transporte de San Francisco desde 2015, aunque es probable que haya más fondos destinados a programas de vivienda entre los $23.5 millones que otorgó a la Fundación San Francisco y los $7.3 millones que fueron destinados a otras organizaciones sin fines de lucro para ofrecer servicios de vivienda para personas sin hogar y asequibles, según cálculos de subvenciones de la SVCF.

A principios de este año, la Fundación San Francisco (SFF, también por sus siglas en inglés) fue nombrada como defensora crítica de la Asociación para el Futuro de la Bahía que incluye unos posibles $500 millones para construir y preservar viviendas asequibles en el Área de la Bahía. La Iniciativa Chan Zuckerberg, fundada por Mark Zuckerberg de Facebook y su esposa, Priscilla Chan, encabeza la lista de socios de la tecnología. La SFF administrará el fondo y el programa de subvenciones de la asociación con el objetivo de “apoyar iniciativas que se enfoquen en fortalecer la protección de los inquilinos de bajos ingresos”.

Ruiz reconoce que la SFF es “una de las pocas (organizaciones benéficas) a nivel nacional que cumple con su agenda” y una que “todavía tiene algunos caminos por recorrer, pero va en la dirección correcta” cuando se trata del Distrito de la Misión y está haciendo algo para aliviar la crisis tecnológica y de vivienda que obliga a las personas a salir del vecindario.

Misión Neighborhood Centers, por su parte, piensa que el componente de educación infantil es un vínculo crucial entre esa vivienda asequible y un futuro latino para el Distrito de Misión. La agencia cuenta con compromisos para más de la mitad de los $14 millones, aunque no mucho viene de parte de la industria de la tecnología, para mantener a una población a flote en un mar de dinero tecnológico que amenaza lo que queda de la Misión.

“No se puede controlar el mercado inmobiliario”, dijo Jim González, ex supervisor de San Francisco y ahora consultor político en Sacramento y asesor de los Centros Vecinales de la Misión. “Pero sí puedes controlar lo que las familias latinas necesitan para sobrevivir y prosperar en el Distrito de la Misión”.