Agentes de policía con equipo antidisturbios se enfrentan a unos 500 manifestantes en la calle Broadway en Oakland el 24 de noviembre. Foto Santiago Mejia

[su_note note_color=»#d8d7d2″]El 24 de noviembre, un gran jurado decidió exonerar a Darren Wilson, policía blanco de Ferguson, Missouri, por la muerte de Michael Brown, un joven afroamericano de 18 años de edad el 9 de augusto. El veredicto incitó protestas innumerables en todo el país, incluyendo Oakland, ciudad que ha padecido de este tipo de brutalidad policíaca en contra de afroamericanos. Aunado a eso, con la noticia reciente de que un gran jurado en Staten Island, Nueva York, no presentará cargos contra el policía que estranguló a otro afroamericano, Eric Garner, se esperan más manifestaciones. Aquí está el recuento que presenta Santiago Mejía, fotógrafo de El Tecolote y editor en jefe del periódico estudiantil del CCSF, The Guardsman, sobre lo que ocurrió durante esos tres días de protestas en Oakland.[/su_note]

Más de 500 manifestantes se reunieron el 24 de noviembre en las calles 8 y Broadway en Oakland durante una noche oscura y despejada. Algunos lloraban, pero la mayoría estaba indignada.

Horas antes de la manifestación, la noticia de que un gran jurado no acusó a Darren Wilson —el policía que mató a Michael Brown en agosto pasado, se extendió como pólvora viva.

La multitud se reunió frente a cerca de 300 policías alineados a lo largo de la calle Broadway, mientras que agentes antimotines estaban equipados con cascos, máscaras de gas, porras, escudos y armaduras.

“Sin justicia no hay paz” y “Manos arriba, no dispares”, fueron las consignas gritadas por los manifestantes, quienes incendiaron escombros a un par de metros de distancia de la policía. Un hombre enmascarado y con pintura en aerosol en mano escribió en la ventana de una tienda “RIP Michael Brown”, mientras otro procedía a estrellarla.

“Serán arrestados si no se van”, gritó desde su vehículo un policía a través de un megáfono, conforme los policías marchaban en direccion hacia los manifestantes, esquivando botellas de vidrio que les eran lanzadas. Uno de los agentes recibió botellazo en la cabeza. Su casco desvió el golpe, pero fue inmediatamente retirado de la zona.

“¡Bang!” y en un instante, un destello cruzó el barrio de Oakland: la policía lanzó granadas de humo contra los manifestantes en un intento de dispersar a la multitud sorprendida.

Al sonido de otro “¡bang!” siguen gritos y caos.

Mientras los manifestantes corrían por la calle Broadway, los agentes persiguieron y arrestaron a varios.

Más disparos seguían sonando cuando un gas llenó el ambiente —era gas lacrimógeno. Algunos manifestantes llegaron preparados con máscaras anti gas. Los que no iban preparados corrieron con los ojos irritados, cubriendo y frotando sus rostros. Algunos irrumpieron en tiendas para tomar agua y con ella aminorar los efectos del gas, mientras otros las saquearon extrayendo objetos de valor.

Un hombre vestido con uniforme militar que blandía una bandera de los EEUU, recibió un disparo de bala de goma, desplomándose al instante. Sus compañeros manifestantes le ayudaron a ponerse de pie.

Balas de goma siguieron lloviendo sobre ellos, así como bombas lacrimógenas.

“¡Tómala! ¡Tómala! ¡Tómala! ¡Lánzala de nuevo!”, gritó un manifestante, mientras lanzaba el proyectil de regreso a la policía, mientras granadas aturdidoras detonaban cerca de él.

La policía gradualmente tomó control de las calles, conforme los manifestantes se dispersaban de la multitud inicial. Los bomberos extinguieron los incendios provocados por los protestantes.

La noche terminó cuando los manifestantes terminaron dispersándose hasta que las calles quedaron despejadas. Al cabo de tres días de protestas, varios medios de comunicación informaron de cerca de 200 arrestos relacionados con las protestas. Y se esperan más.

—Traducción Alexis Terrazas