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A un año de la forzada desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, en el estado mexicano de Guerrero, activistas de San Francisco marcharon por las calles de la Misión el 26 de septiembre para exigir justicia en memoria de las víctimas de la violencia en México.

La “Marcha por la Indignación y la Justicia” —una iniciativa de MEChA (Movimiento Estudiantil Chicano de Aztlan) de la Universidad Estatal de San Francisco y del City College San Francisco, ANSWER Coalition, Mujeres Unidas y Activas, entre otras organizaciones— se llevó a cabo afuera de la estación del BART de la calle 24, donde alrededor de 70 activistas se congregaron para manifestar su descontento con el gobierno mexicano por no esclarecer la verdad sobre el paradero de los normalistas.

“Lo que sucede en México con las represiones y los movimientos es un pan de cada día”, dijo Norma García, psicoterapia, activista, y originaria de Colima, México. “Yo siempre creí y siempre he pensado que el ejército [Mexicano] se los llevó”.

García indicó que la manifestación fue en solidaridad con las demás luchas por la justicia que se llevan a cabo en México y a nivel mundial durante el Día de la Indignación, y para concientizar al público en general y haciendo un llamado de acción.

“Cuántos años más van a pasar en México para que se les abran los ojos”, dijo Francisco Silva, un activista quien denunció haber sido testigo del fraude electoral por parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en elecciones pasadas.

Durante la manifestación, los activistas se turnaron para hablar sobre los problemas que aquejan a la sociedad mexicana, y también tocaron temas como la discriminación y violencia en contra de los inmigrantes y la gente de color en los EEUU.

“Hay mucha semejanza con la brutalidad policiaca [en los EEUU] y la represión política de México”, dijo García.

Tras la lectura de nombres de los 43 estudiantes desaparecidos, los activistas marcharon hasta la estación del BART de la calle 16, donde la banda Trio Cambio presentó su tema “Somos 43”, con la que se dio por concluida la actividad.

Sofia Elias (al centro) sostiene una bandera en apoyo a la lucha de Ayotzinapa durante la vigila por los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos. Foto Joel Angel Juárez

La larga noche de Ayotzinapa
El 26 de setiembre de 2014 marcó un hito oscuro en la historia de México.

Esa noche, cinco autobuses que transportaban alrededor de cien estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa rumbo a la Ciudad de México para una manifestación en contra del entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, fueron interceptados por la policía estatal. Durante una violenta disputa murieron tres estudiantes y tres peatones. De los 57 estudiantes que quedaron presuntamente bajo custodia policial, 14 fueron encontrados en los próximos días y 43 continuaron desaparecidos.

Según la versión del gobierno mexicano, los 43 estudiantes fueron entregados al cartel Guerreros Unidos, quienes los ejecutaron e incineraron en una fosa común de Cocula.

Poco después, Abarca fue apresado junto con su esposa, María de los Ángeles Pineda, y acusados de homicidio y crimen organizado. También se apresó a Gildardo López Astudillo, jefe del cartel Guerreros Unidos, quien aseguró haber mandado “quemar” a los estudiantes.

Hasta el momento se han ha-llado los restos de los normalistas Alexander Mora Venancio y Jhosivani  Guerrero de la Cruz. También se hallaron 60 fosas comunes no relacionadas con el caso.

La investigación y la teoría del gobierno mexicano, llenas de incongruencias, han sido denunciadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y refutadas por las familias de los estudiantes, que mantienen la esperanza de encontrarlos vivos.

Pese a la inestabilidad política y altos índices de violencia en su país, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto asistió a la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas el 28 de septiembre, donde destacó el compromiso del gobierno con los derechos humanos y la paz.

“No dicen si están muertos o no. Puro engaño”, dijo Ana Núñez, comerciante hondureña que vio la manifestación pasar frente a su tienda de regalos en la Misión. “Prefiero un hijo muerto, en la tumba, para poder llorarlo”.