El mural incluye un retrato de Fred Husary, quien fuera el dueño del Cafe Venice, pero esa sección quedó intacta.
Photo Armando Valdez

Por Alexis Terrazas

Con respecto a la polémica en torno al mural ‘El corazón de la Misión’ ubicado en las calles 24 y Osage, algunas personas carecían de la información correcta.

Este mural ubicado al lado del edificio que está en el 3325 de la calle 24 ha sido foco de la controversia en el barrio en las últimas dos semanas, luego de que el nuevo inquilino del edificio decidiera cortar parte del mural para abrir una nueva ventana.

El escándalo sobre el mural estalló en los medios de comunicación el 19 de enero después de que el VanishingSF replicara una historia publicada por el Mission Local titulada “Esa nueva cafetería tendrá una ventana”, que apareció en la página web del Mission Local el 16 de enero.

Anteriormente Cafe Venice, la propiedad ubicada en el 3325 de la calle 24 reabrirá sus puertas con otra cafetería y nuevo dueño. Foto Armando Valdez

El artículo en la página del VanishingSF afirmó que los nuevos inquilinos “abrieron un agujero grande” sobre los nombres que, según ese medio de comunicación, pertenecían a jóvenes muertos violentamente. En el artículo se leía: “Esa nueva cafetería tendrá una ventana en donde una vez estuvieron los nombres de niños muertos”.

El artículo en Facebook ha generado casi 100 comentarios, muchos de ellos de vecinos molestos y simpatizantes de la comunidad llamando a boicotear al nuevo negocio, ya sea de forma verbal o violentando físicamente al nuevo inquilino por recortar esos nombres.

Después de conocer del escándalo en las redes sociales, el Mission Local publicó una actualización el 27 de enero, en la que repite la información sobre los nombres de los niños muertos que fue compartida por VanishingSF, a quien citan como su fuente.

El Tecolote contactó al VanishingSF para averiguar en dónde se originó el rumor. No quisieron revelar el nombre de su fuente por respeto a la privacidad de la persona, pero desde entonces han eliminado la publicación en Facebook.

Sin embargo, El Tecolote, confirmó que los nombres que fueron cortados para hacer espacio para la ventana eran seudónimos de dos graffiteros que trabajaron en el mural. El Tecolote está feliz de reportar que ambos graffiteros, ‘Yoak’ y ‘Rave’, están a salvo.

“No fue maliciosa y ni hecha pretendiendo faltarle el respeto a la gente”, dijo John Gavin, el nuevo inquilino del edificio. Gavin, según documentos de la ciudad, adquirió los permisos correspondientes para recortar una parte del mural para construir una ventana. “Y no pintamos sobre las otras cosas allí. Como inquilino, mi casero dijo, ‘Oye, puedes pintar al lado del edificio si quieres’. Yo dije, ‘Sabes qué hombre, no estoy tratando de pintar encima’… no quiero crear enemigos”.

Sin embargo, Gavin ya los creó: la historia que salió en el Mission Local aparentemente malinterpretó el propósito de la ventana.

“Será una ventana fija. Había leído un artículo que decía que iba a ser un camino hasta la ventana. No va ser un camino hasta la ventana. En el interior será un mostrador en donde alguien pueda sentarse o pararse”, explicó Gavin.

La ventana que se abrió y cortó el mural, está al lado del edificio ubicado en el 3325 de la calle 24. Foto Armando Valdez

El cambio, inevitablemente, vendrá
Mel Waters, un muralista y artista del tatuaje de la Misión, fue uno de los que ayudó a pintar el mural ‘El corazón de la misión’ en 2013.
“Sí siento el dolor, que la gente está molesta por el cambio al mural”, dijo Waters. “Creo que es parte del barrio y la cultura”.

Waters fue invitado por varios graffiteros del mural para pintar el retrato de Fred Husary, situado en la parte superior izquierda del mural. Husary era el dueño del Café Venecia y el anterior inquilino de la propiedad en el 3325 de la calle 24.

Después de la muerte de Husary, su hijo, Rami, quiso que la memoria de su padre fuera preservada.

Y también Gavin, quien dijo habló con Rami antes de cortar el espacio para la nueva ventana. Según Gavin, Rami dijo estar “bien con él” lo de la ventana, mientras permaneciera imperturbado el retrato de su padre.

Gavin, quien planea abrir su negocio en febrero bajo el nombre Mission Coffee o Coffee Mission, también dijo que habló con uno de los artistas del mural (cuyo nombre ha olvidado) brevemente por teléfono hace unos seis meses mientras se estaba trabajando en el edificio.

“Estaba afuera y preguntó qué trabajo estábamos haciendo en el edificio”, dijo Gavin. “Alguien me pasó el teléfono y le dije, ‘Oye, cuando termine esto, puedes venir a retocarla’. Estaremos muy contentos si él quiere reponer los nombres en la pared. No intento cambiarla”.

También no es la primera vez que la pared en el 3325 de la calle 24 cambia. “Antes había un retrato de una chica que llevaba una gorra de San Francisco y una chica más joven con otra gorra”, recuerda Waters. “Pero las cosas cambian, las oportunidades cambian. Los artistas están siempre tratando de buscar oportunidades”.

Waters, un renombrado muralista cuyas obras incluyen el reciente mural de Carlos Santana en las calles 19 y San Carlos y otro de la difunta Sandy Cuadra en las calles Harrison y 24, ha aprendido a no apegarse al arte público.

“No me duele. El arte público, arte callejero, graffiti —son cosas escritas en la pared. Tienes que tener la actitud de que, ‘no va a durar para siempre’. Tienes que vivir con eso y tener esperanza que duren”, dijo Waters. “Independientemente del aburguesamiento, creo que las cosas van a cambiar. Tienes que aceptar el cambio y educar a las personas que son parte del cambio. En lugar de molestarse hay que convertir esa energía en algo que podamos hacer”.